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AstronomíaBiografía

Cassini de Thury, Cesar-François (1714-1784).

Astrónomo, geodesta y topógrafo francés, nacido en Thury (cerca de Clermont, en el departamento de Oise) el 17 de junio de 1714, y fallecido en París el 4 de septiembre de 1784. Su trabajo más notable fue la realización del primer gran mapa moderno de Francia, conocido como la Carte de Cassini ("Mapa de Cassini").

Perteneció a una de las más ilustres dinastías científicas de Europa, fundada por su abuelo, el gran astrónomo de origen italiano -aunque nacionalizado francés- Jean-Dominique Cassini (1625-1712). Un hijo de éste, de nombre Jacques Cassini (1677-1756), fue el padre de Cesar-François, conocido también con el apelativo de Cassini III. Por su parte, éste pasó el relevo de la tradición científica familiar a su hijo Jacques-Dominique Cassini(1748-1845). Todos ellos fueron directores del Observatorio de París.

Nacido en el castillo que su familia usaba como residencia de verano, heredó de sus mayores el amor a la Ciencia, pero no fue educado por su abuelo ni por su progenitor, sino por otro prestigioso astrónomo y matemático francés de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, Jacques Philippe Maraldi (1669-1729), que también estaba ligado por lazos familiares con Cesar-François (era sobrino de su abuelo Jean-Dominique, y primo de su padre).

Cesar-François, que fue el segundo de los cinco hijos nacidos del matrimonio de Jacques Cassini y Suzanne-Françoise Charpentier, pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia en el Observatorio de París, donde pronto dio muestras de poseer una especial capacidad para los estudios astronómicos. Su primer trabajo importante, en el que adquirió una rica experiencia como geodesta, fue la medición de la perpendicular del meridiano entre Saint-Malo y Estrasburgo, proyecto en el que intervino en calidad de ayudante de su progenitor. El objetivo de este encargo era determinar si la figura de la Tierra era esférica -como defendían los seguidores de René Descartes (1569-1650), entre ellos la familia Cassini-, o si, por el contrario, mostraba un achatamiento por los polos -como postulaba el británico Isaac Newton (1642-1727)-. A pesar del prestigio que rodeaba a los Cassini, la Academia de las Ciencias de Francia estaba dividida en dos sectores irreconciliables, uno partidario de la forma esférica y otro -encabezado por el gran científico y filósofo MAUPERTUIS (1698-1759)- defensor del achatamiento intuido por Newton.

Las mediciones realizadas por Jacques Cassini y su hijo parecían ratificar la teoría cartesiana, y así lo defendió el propio Cesar-François en 1733, con tan sólo diecinueve años de edad, ante la plana mayor de la Academia de las Ciencias. Pero los académicos partidarios de las ideas de Newton y Maupertuis decidieron enviar otras expediciones a diversos puntos del planeta (concretamente, a Perú y a Laponia) para disponer de nuevas mediciones. Entretanto, el joven Cassini III realizó numerosas revisiones de los trabajos que había realizado con su padre en Francia, tomó parte en otras mediciones (entre 1735 y 1737) y llegó a la conclusión de que, como ya había sugerido el físico veneciano Giovanni Poleni (1683-1761) a raíz de la presentación de los trabajos llevados a cabo en 1733, cualquier hipótesis resultaba muy difícil de demostrar debido a la escasa fiabilidad que ofrecían los instrumentos más avanzados de la época.

Tanto era así, que, cuando en 1737 Maupertius regresó de Laponia con nuevos datos que avalaban la teoría del achatamiento propuesta por Newton, ni él mismo se atrevió a asegurar la plena exactitud de sus mediciones. En cualquier caso, la comunidad científica internacional, con la Academia francesa a la cabeza, comenzó a asumir como realidad incuestionable que la figura terrestre presentaba un achatamiento por sus polos, lo que sacó de quicio a Jacques Cassini (Cassini II), quien a partir de entonces comenzó a volver la espalda a la Ciencia y se dedicó más a sus funciones políticas y administrativas, sin dejar nunca de sostener que la tierra era una esfera perfecta, como había postulado Descartes y él había demostrado en sus mediciones.

Pero, para desesperación de Cassini II, su hijo Cesar-François admitió la validez de los trabajos realizados por Maupertius y, sin temor a abandonar la línea de opinión mantenida por sus mayores, llevó a cabo una nueva medición del meridiano que pasa por París, cuyo resultado vino a avalar la teoría del achatamiento. Haciendo gala de un amor a la verdad científica que estaba por encima de cualquier empecinamiento personal, Cesar-François Cassini realizó la que hasta entonces era la medición más perfecta y fiable de cuantas se habían hecho, y publicó sus conclusiones definitivas en un libro que, a partir de entonces, se considera una de las obras capitales de la Geodesia: La méridienne de l'Observatoire royal de Paris vérifiée dans toute l'étendue du royaume (El meridiano del Observatorio real de París comprobada en toda la extensión del Reino, 1744). Allí, por vez primera, un Cassini dejaba testimonio impreso de la validez de la teoría newtoniana del achatamiento.

En 1747, Cassini III contrajo matrimonio con Charlotte Drouin, hija de Louis-François, Lord de Vandeuil. Fruto de este enlace conyugal fueron dos hijos: el niño Jean-Dominique Cassini (Cassini IV), nacido en 1748 y futuro sucesor de su padre en la dirección del Observatorio de París; y la niña Françoise-Elisabeth. Por aquel tiempo, al margen de su fructífera contribución acerca de la figura de la Tierra, ya había tenido ocasión de completar el trabajo por el que habría de pasar a la historia: la realización del primer gran mapa moderno del territorio francés, plasmado en dieciocho grandes hojas, a una escala de 1:870.000. Desde 1740 había venido anunciando la realización de esta obra magna de la cartografía de su tiempo, propiciada por las cuatrocientas torretas de base triangular que había ido levantando por todos los rincones de su país, para llevar a cabo las comprobaciones -"en toda la extensión del reino"- de la mediciones del meridiano hechas en París. Fue así como la polémica acerca del achatamiento de la Tierra favoreció, de forma indirecta, el trazado de la mejor carta geográfica conocida hasta entonces, publicada finalmente por Cassini III entre 1746 y 1747 (aunque ya en 1745 la Academia de las Ciencias había anunciado su inminente aparición).

Durante aquel mismo período de 1746-1747, Cesar-François Cassini empleó los mismos métodos para trazar el mapa de Flandes y los Países Bajos, territorio de enorme interés, a la sazón, para las autoridades políticas y militares francesas, pues allí se dirimía un conflicto bélico con Austria. Tan pronto como vio la espléndida carta geográfica de Flandes elaborada por Cassini III y sus colaboradores, el rey Luis XV (1710-1774), consciente de la utilidad militar de una obra de estas características, pidió al científico de Thury que trazara un nuevo mapa de Francia con tanta precisión y minuciosidad como el de Flandes (hecho a escala 1:86.400). Había de ser un trabajo infinitamente superior al publicado entre 1746 y 1747, lo que implicaba -según las estimaciones previas de Cassini III-, un numeroso equipo de colaboradores, un elevadísimo presupuesto económico y, al menos, una dedicación de veinte años para llevar a buen término la labor. El rey, entusiasmado con las ciento ochenta y dos hojas que prometía el proyecto de Cesar-François Cassini, consiguió pronto el dinero necesario para financiarlo, con lo que el geógrafo de Thury se vio al frente de una obra monumental a la que habría de consagrar el resto de su vida.

Superados todos los enojosos trámites previos que llevaba aparejado un proyecto de estas proporciones, en 1750 Cassini III y su nutrido equipo de colaboradores emprendieron un trabajo que discurrió por buen camino durante seis años; en ese instante, los numerosos frentes bélicos que mantenía abiertos la corona francesa forzaron al Rey a suprimir la financiación de los trabajos de cartografía, para destinar esta partida presupuestaria o otras necesidades militares perentorias.

Lejos de desanimarse, Cesar-François Cassini recurrió a la Academia de las Ciencias, a numerosas instituciones públicas y, en último término, a diversas fortunas particulares -como la del propio Rey o la de Madame de POMPADOUR(1722-1764)- para obtener fondos con los que fuera posible seguir adelante con su ambicioso proyecto. Muchas regiones y provincias francesas, interesadas en los beneficios que habría de reportarles este mapa, contribuyeron también a su financiación; y el Rey, finalmente, dio un impulso decisivo al proyecto otorgando a quienes lo sostenían económicamente el derecho a comercializarlo durante treinta años.

Estas y otras dificultades -como el recelo de los pobladores del agro hacia los topógrafos, que levantaban "sospechosos" puntos de observación y se valían de "enigmáticos" e "inquietantes" aparatos para realizar sus mediciones- provocaron que los veinte años calculados en un principio por Cassini III se convirtieran, a la postre, en más de treinta. Durante tan prolongado lapso de tiempo, el director del proyecto no descuidó jamás sus obligaciones al frente de su vasto equipo de topógrafos, y ello a pesar de que, al igual que su padre, fue honrado con algunos cargos políticos y administrativos de elevada responsabilidad, como el miembro de la Chambre des Comptes ("Cámara de Cuentas") y el de Consejero del Rey.

A medida que iba avanzando en esta obra monumental, Cesar-François Cassini acumulaba nuevos materiales de sumo interés científico que le permitieron redactar, paralelamente al trazado del mapa, algunos tratados tan valiosos como Description géographique du monde (Descipción geógrafica del mundo, 1775) y Description géographique de la France (Descripción geográfica de Francia, 1783).

En 1784, a los treinta y cuatro años del comienzo de su colosal obra cartográfica, Cassini III ya disponía de ciento ochenta láminas, por lo que sólo le quedaban dos para dar por concluido su impagable esfuerzo. Pero la fatalidad le impidió verlo terminado, porque a finales del verano de aquel mismo año, una virulenta afección de viruela puso fin a su vida. Su hijo Jacques-Dominique Cassini (Cassini IV), que llevaba diez años colaborando activamente en la elaboración del mapa, fue quien tuvo el honor de completarlo y de recibir los parabienes debidos a los autores de tan valioso trabajo.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.