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HistoriaPolíticaBiografía

Carter, James Earl (1924-VVVV).

Jimmy Carter

Político y militar estadounidense, trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos de América (1977-1981). Su presidencia se caracterizó por el gran relieve que imprimió en la lucha por los derechos humanos, el desarme nuclear y una política favorable a la paz mundial, pero también por su escaso acierto a la hora de afrontar los espinosos asuntos de política internacional, ámbito en el que combinó sonados aciertos con fracasos estrepitosos.

James Earl Carter, más conocido como Jimmy Carter, nació el 1 de octubre de 1924 en Plains, Georgia, en el seno de una próspera familia de plantadores de algodón y cacahuetes, circunstancia que le permitió acceder a una esmerada educación. Sus primeros estudios elementales los llevó cabo en el Southwester Junior College, desde donde pasó al Georgia Institute of Technology, en el que preparó convenientemente su ingreso en la Academia Naval de Annapolis (estado de Maryland), en el año 1943, para graduarse, tres años después, con el escalafón número 59 de su promoción (sobre 820 alumnos) y el grado de comandante. El mismo año de su graduación, Carter contrajo matrimonio con Rosalynn Smith. Durante los siguientes seis años, se interesó por los aspectos más avanzados de la técnica en los submarinos, lo que le valió el que, en el año 1952, fuera incluido en un programa sobre submarinos y barcos nucleares dirigido por el almirante Hyman G. Rickover, en el que permaneció once meses e inició estudios sobre Física Nuclear.

Entrada en el mundo de la política

Cuando todo hacía prever una brillante carrera militar en la Armada, la muerte de su padre en 1953 le obligó a abandonar el ejército para hacerse cargo de los negocios familiares en Plains. Aparte de llevar las riendas de la plantación, Carter se convirtió en una persona bastante influyente y con fama de liberal por su opiniones sobre los derechos humanos y la cuestión racial, tan relevante en un estado como era el suyo, de larga tradición esclavista. Miembro del Partido Demócrata, en 1962 consiguió su primer puesto político como senador de su estado, que dos años después renovaría con facilidad, gracias sobre todo al apoyo del voto negro. Carter pertenecía a la Iglesia Baptista de su localidad y abogaba por la inclusión de gente de color en su congregación. Su política liberal le hizo acreedor de una gran cantidad de enemigos en la Asamblea de su estado, los cuales consiguieron que, en 1966, perdiese las elecciones a gobernador de Georgia. Sin desanimarse en modo alguno, Carter siguió trabajando en el proyecto político que él mismo dio en llamar "Nuevo Sur", con el que por fin, en el año 1970, consiguió alcanzar la gobernación estatal.

El camino hacia la presidencia

En el discurso inaugural de su administración estatal, el 12 de enero de 1971, Carter expresó de forma meridiana la espina dorsal de su programa político con la frase "Yo digo que el tiempo de la discriminación racial está acabado". Su talante moderado y democrático y las reformas institucionales que promovió y logró llevar a cabo, así como la inclusión de personal de color en el funcionariado y en puestos de relieve de la Administración, la admisión en los cargos en base a los méritos, la política a favor del medio ambiente y la reestructuración profunda del sistema educativo, le reportaron una creciente popularidad, que Carter utilizó magistralmente como trampolín hacia la Casa Blanca.

Poco antes de que finalizara su mandato como gobernador, en el año 1974, Carter anunció sus intenciones para presentarse como candidato presidencial de su partido. Tras una dura batalla con el resto de nominados demócratas, fue elegido gracias a su fama de liberal y a que estaba libre de cualquier sospecha de corrupción o escándalo, tónica habitual en aquellas fechas. Además, dadas las limitaciones del candidato republicano Gerald Ford, manchado por el escándalo del Watergate, Carter, aún siendo prácticamente un político desconocido a nivel nacional, tenía muchas posibilidades de ganar, como así sucedió. El 20 de enero de 1977 Jimmy Carter juraba su cargo presidencial, junto con su vicepresidente Walter Frederick Mondale.

La presidencia de Jimmy Carter

Este período de gobierno comenzó con una nota bastante optimista, una especie de símbolo refrescante y de regreso del poder al pueblo. Pero enseguida el nuevo liderazgo demócrata encarnado por Carter se tornó engañoso y decepcionante. Los dos retos más difíciles de su gobierno, la batalla contra la inflación y el establecimiento de un programa de energía, acabaron en sendos fracasos, ya que, a pesar de contar con mayoría en el Congreso, Carter se manifestó como un político poco ducho, blando -rozando en ocasiones la bisoñez- y sin estar nunca a la altura y capacidad política que requería su cargo (líder del mundo occidental), con una capacidad muy limitada de crecerse en el puesto y ejerciendo su cargo con una alarmante carencia de efectividad y credulidad.

Política interior

De sus proyectos sobre la reforma fiscal, reorganización gubernamental y extensión del seguro médico apenas quedó algo, precisamente por ser rechazados o drásticamente recortados por un Congreso poco afecto al presidente y sus iniciativas. Tras tres años de dura pugna con la Cámara, Carter logró sacar adelante un proyecto de ley sobre la energía que establecía medidas para reducir el consumo de crudo y agilizar nuevas explotaciones petrolíferas.

El último año de su mandato, Carter tuvo que dedicar más tiempo al grave problema de la economía nacional. Tras un inicio en el que fomentó el gasto libre con el objetivo de restaurar la prosperidad, no le quedó más remedio que cambiar de opinión al comprobar la subida espectacular de los precios y de la inflación (más de un 20%), y tuvo que adoptar una política deflacionista. Pero nada de lo que hizo pudo evitar el doble azote de la inflación y el desempleo. Cuando dejó su cargo, el déficit público había subido a los 50.000 millones de dólares.

Política exterior

También en esta esfera Carter fue diferente a su predecesores, los cuales se habían movido dentro de unas líneas políticas más reales. Carter adoptó en muchas ocasiones un lenguaje demasiado idealista y liberal que recordaba al del presidente Woodrow Wilson (1913-1921), como cuando declaró su intención de no guiarse por el equilibrio del poder político ni por la confianza excesiva del gasto militar, sino por la preocupación de los derechos humanos universales, postura que le supuso fortísimas críticas por parte de la gran mayoría del Congreso, que le obligó a apartarse de esa línea lentamente, ya que irritó profundamente a algunos buenos aliados de los Estados Unidos a la par que fortaleció las posiciones de enemigos de peso.

Carter dio muestras de una constante ambigüedad y de inconsistencia en muchas de sus decisiones: rescindió el plan de retirada de tropas estadounidenses de Corea; persuadió a la OTAN para que aceptara la bomba de neutrones B-1 para, de repente, anular dicha inclusión; pidió la retirada de una brigada de combate soviética instalada en bases cubanas para luego retirar la denuncia; mostró su rechazo público a un veto interpuesto por su propio país al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que pretendía obligar a Israel a desmantelar sus asentamientos en el margen occidental del río Jordán, con lo que se enfrentó tanto a israelíes como a árabes, estos últimos molestos por no presionar todavía más al Gobierno judío.

Después de lograr firmar con los soviéticos, otra vez en contra de la mayoría del Congreso, un nuevo acuerdo sobre la reducción de armas nucleares (SALT II), en junio de 1979, las relaciones entre ambas naciones comenzaron a deteriorase como consecuencia de la invasión soviética de Afganistán, en diciembre del mismo año, lo que obligó a Carter a suspender la ratificación del acuerdo atómico en el Senado y decretar un espectacular aumento del presupuesto militar para el siguiente año, a lo que se sumaron dos medidas más de presión para los soviéticos: el boicot de Estados Unidos y un buen numero de países más a los Juegos Olímpicos que debían celebrarse el año siguiente en Moscú y el cese de la venta de trigo estadounidense a la URSS. Para complicar más las cosas, en noviembre de 1979 la embajada de los Estados Unidos en Teherán fue asaltada por un grupo revolucionario integrista favorable al líder religioso siíta ayatolah Jomeini, que tomó como rehenes a cincuenta y tres diplomáticos estadounidenses; una humillación que tuvo que soportar Carter y que aceleró su derrota en las posteriores elecciones presidenciales de finales de ese mismo año.

No obstante, Carter tuvo algún éxito resonante. En abril del 1978 convenció al Senado para que ratificara un nuevo tratado para solucionar la administración futura del Canal de Panamá, en el que se estipulaba la retirada total de las tropas estadounidenses para el 1 de enero del año 2000. El 1 de enero de 1979, Carter estableció relaciones diplomáticas plenas con la República Popular de China, al mismo tiempo que las cortó con la China nacionalista de Taiwán. Pero, sin lugar a dudas, su mayor éxito fue la firma de los acuerdos de Camp David, en septiembre de 1978, entre Egipto e Israel, por los que estos países acordaron el cese de la guerra entre ambos -que ya duraba más de treinta años- y el inicio una serie de rondas de negociación para resolver los problemas territoriales en Palestina.

El retiro

A pesar de que su popularidad se había reducido de manera decisiva durante todo su mandato, Carter decidió presentarse a la reelección presidencial. Venció en la Convención Nacional de su partido al otro candidato demócrata, el senador Edward Kennedy, pero fue severamente derrotado por el líder republicano, el ex-actor y gobernador de California Ronald Reagan.

Decidido a apartarse de la política, Carter se retiró a Georgia para seguir al frente de los negocios familiares. Dedicado a la presidencia y el asesoramiento de varias organizaciones de tipo humanitario y como portavoz de causas benéficas, como la organización Habitat for Humanity (fundada por él mismo junto con su esposa), a partir de los años noventa Carter recuperó la política activa en varios frentes de especial relevancia: haciendo campaña a favor de la NAFTA (North American Free Trade Association), creada en 1994; como embajador de la ONU en calidad de observador en varios procesos electorales en países del Tercer Mundo; interviniendo en misiones de paz, como en Haití, para conseguir una vuelta pacífica del derrocado presidente Jean Bertrand Aristide; en Corea del Norte, negociando con Kim Il-Sung las aspiraciones norcoreanas por poseer y hacer uso de la energía atómica; o en Bosnia, ayudando con su mediación en la firma de un alto el fuego en 1995. El 12 de mayo de 2002 llegó a Cuba en la primera visita de un mandatario estadounidense a la isla desde la revolución castrista de 1959. Su compromiso con la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, fue reconocido en 2002 con la concesión del Premio Nobel de la Paz.

Además de artículos y colaboraciones sobre política y temas humanitarios, Jimmy Carter ha escrito dos libros: Keeping Faith, 1982 (Manteniendo la fe) y The Blood of Abraham: Insights into the Middle East, 1985 (La sangre de Abraham: revelaciones en Oriente Medio).

Bibliografía

  • COOKE, Donald. E: Atlas of the presidents. Nueva Jersey: Hammond Incorporated, 1977.

  • FERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, Mario: Historia de los Estados Unidos de América: de la República burguesa al Poder presidencial. Madrid: Marcial Pons, 1997.

  • JONES, Maldwyn. E: Historia de los Estados Unidos (1607-1992). Madrid: Cátedra, 1995.

  • MORISON, Samuel Eliot: Breve Historia de los Estados Unidos de América. México: Fondo de Cultura Económica. 1993.

Autor

  • Carlos Herráiz García.