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Campmany y Díez de Revenga, Jaime (1925-2005).

Poeta y periodista español, nacido en Murcia el 10 de mayo de 1925 y fallecido en Madrid el 13 de junio de 2005.

Tras cursar estudios de Derecho y Filosofía y Letras, optó por entregarse al comercio con las Musas, ocios del alma y regocijos del ingenio que alternó desde muy joven con su dedicación a la labor periodística. Publicó sus primeros poemas en las principales revistas literarias del momento (él mismo había fundado una de ellas, Azarbe), y sus artículos y crónicas periodísticas en diversos diarios madrileños. Fue corresponsal de la agencia Pyresa en Roma, ciudad de la que regresó imbuido en un espíritu humanístico que quedó impregnado para siempre en sus versos y en sus prosas. Andando el tiempo, ocupó el cargo de director en dicha agencia, para pasar después a gobernar la irregular peripecia del diario Arriba. También fue presidente del Sindicato del Espectáculo, profesor de la Escuela de Periodismo y colaborador asiduo en Radio Nacional de España. En 1977 empezó a escribir una columna diaria en el periódico ABC y en 1985 fundó el semanario Época, del que fue director hasta el año 2000. Además, compaginó ambas tareas con colaboraciones habituales en el programa radiofónico "La Mañana", de la cadena COPE.

Entre los numerosos galardones que jalonan su dilatada obra periodística, sobresalen el Premio Extraordinario de la Escuela de Periodismo, el Nacional de Crítica de Teatro (1957), el 29 de Octubre, el África (1958), el Mariano de Cavia (1966, por su artículo "César o nada"), el Premio Ejército (1966, por "La bandera de Lepanto"), el Jaime Balmes (1970), el Ciudad de Murcia (1968, por "Viernes Santo"), el Víctor de la Serna (1973), el Luca de Tena (1978) y el González Ruano (por "A tumba abierta").

Por su creación literaria, Jaime Campmany cosechó el Premio Polo de Medina (1947, por su poemario Alerce), el Premio Extraordinario de la Fiesta de las Letras de Barcelona, y el Premio de Cuentos de la Revista Juventud. Escribió, además, otro poemario titulado Lo fugitivo permanente (1943), un libro de recuerdos sobre su juventud murciana (Jinojito el Lila, 1977), y una desternillante recopilación de memorias, anécdotas y confesiones, agrupadas bajo el marbete satírico-burlesco de El jardín de las víboras (1995). Esta obra supone un manantial inagotable de noticias curiosas acerca de los autores que conformaban lo que el propio Campmany denominó la "poetambre" de los años de posguerra, legión de vates menesterosos arracimados en torno a las tertulias de algunos cafés madrileños de tanta tradición literaria como el Varela y el Gijón.

Considerado como un "todoterreno" de la prensa española, Campmany cultivó con acierto todos los géneros periodísticos, desde la crónica deportiva hasta la crítica teatral, para acabar desembocando en la columna de opinión, parcela en la que desarrolló un magisterio difícilmente igualable por la nutrida secuela de discípulos que ha ido dejando en todos los medios de comunicación españoles. Su estilo ágil, ameno y zumbón, que logra una armoniosa simbiosis entre la cita culta y el saber popular, le granjearon una legión de devotos lectores, siempre pendientes no sólo de la agudeza de sus juicios, sino también de los brillantes moldes en que acierta a verterlos. En efecto, la influencia de los grandes escritores satíricos de las Letras hispánicas (con Quevedo, Larra y Valle Inclán a la cabeza), unida a su devoción por los poetas renacentistas italianos y por los grandes maestros del periodismo español del siglo XX (con César González Ruano como primer espada), cristalizaba a diario en los artículos de Jaime Campmany. Entre ellos, por su humor, alcance y originalidad, destacan los romances que de vez en cuando encaramaba a sus columnas o fumigaba a través de los micrófonos; allí, la hipérbole jocosa alcanzaba la estatura literaria del mejor esperpento, aupada en un pasmoso dominio del lenguaje y una penetración satírica que en nada desmerecen a los maestros anteriormente citados. Consciente de la enorme admiración que despertaron estos versos, Campmany los recopiló en tres volúmenes independientes: El libro de los romances, Segundo libro de romances y El rey en bolas y otros romances.

La variada y proteica creación periodística de Jaime Campmany le valió el reconocimiento unánime de todos los escritores y columnistas del último cuarto del siglo XX, algunos tan principales como Francisco Umbral, Manuel Martín Ferrand, José Luis Martín Prieto, Alfonso Ussía y Antonio Burgos (quien le consideraba el "Hermano Mayor de la Cofradía de la Columna"). No obstante, otros autores de no menos enjundia, sin negar la calidad literaria de sus escritos, se complacen en censurar el talante conservador que suele animar algunas de sus ideas políticas, recordando su vinculación a la Prensa del Movimiento durante el régimen franquista.

En 1998, a los setenta y tres años de edad, publicó su primera novela, El pecado de los dioses, en la que se acerca al espinoso tema del incesto desde una prosa más brillante que nunca. Doce meses después publicó La mitad de una mariposa, continuación de su anterior novela, como segunda entrega de una trilogía. En esta obra introduce numerosas alusiones o referencias a hechos narradas en la obra anterior, pero ahora con informaciones nuevas. Si El pecado de los dioses esbozaba la historia de la acomodada familia Duchessi, desde los tiempos de los abuelos hasta el matrimonio de la nieta, Toyota, con Giorgio Notti, La mitad de una mariposa arranca de ese punto para narrar la desdichada historia del joven matrimonio. En esta novela no surge el pecado del incesto sino la venganza, más que un pecado, un placer.

Autor

  • JR.