Félix María Calleja del Rey, Conde de Calderón (1753–1828): El General de Hierro que Luchó por el Orden Colonial

Contexto histórico y social del entorno donde nació el personaje

Félix María Calleja del Rey nació en un momento de grandes transformaciones para España. En 1753, año de su nacimiento en Medina del Campo, España vivía bajo el reinado de Fernando VI, pero poco después, el país sería testigo de una serie de reformas borbónicas que modificarían profundamente su estructura política, económica y social. El siglo XVIII fue un periodo de Ilustración, que se caracterizó por un cambio hacia una administración más centralizada y eficiente, impulsada por los monarcas de la Casa de Borbón, con el fin de modernizar el imperio español, que comenzaba a enfrentar serias amenazas internas y externas.

En cuanto a la situación social, España era una nación profundamente jerarquizada, donde la nobleza y la Iglesia tenían un papel dominante. La España del siglo XVIII se encontraba marcada por la división entre los criollos y los peninsulares, especialmente en América, donde el imperio español mantenía un control colonial sobre vastos territorios en el Nuevo Mundo. Esta estratificación social sería uno de los focos de tensión que, años después, daría pie a los movimientos independentistas en América Latina.

En este entorno, Calleja del Rey nació en una familia distinguida, lo que le permitió acceder a las instituciones militares y educativas que formaban a los futuros líderes del país. La época también estuvo caracterizada por un incipiente conflicto entre las nuevas ideas ilustradas y el viejo régimen absolutista, que se reflejaba en la relación entre la Corona y las élites locales, sobre todo en las colonias americanas. Estos elementos serían claves en la carrera de Calleja, quien, desde joven, se inclinó por una carrera militar, marcando su vida y su legado.

Orígenes familiares, clase social, influencias tempranas

Félix María Calleja del Rey nació el 11 de noviembre de 1753 en Medina del Campo, Valladolid, en el seno de una familia noble que le proporcionó las condiciones necesarias para ascender dentro del rígido sistema de clases de la época. Su familia, aunque no perteneciente a la alta aristocracia, gozaba de un estatus privilegiado en la sociedad española, lo que permitió a Calleja acceder a una educación militar en el regimiento de Saboya en 1773, un paso crucial para su futuro en el ejército.

El contexto familiar de Calleja fue fundamental para su carrera. A diferencia de otros militares que surgieron de familias más humildes, Calleja contaba con el respaldo de una familia que le permitió seguir la carrera militar con un sentido del honor y de la tradición, cualidades muy valoradas en la época. El joven Calleja mostró, desde temprana edad, una gran inclinación por la disciplina militar, lo que resultó en su rápida incorporación al ejército y en su ascenso progresivo dentro de las filas militares. Además, su formación fue enriquecida por los ideales de la Ilustración, que promovían el conocimiento técnico y estratégico, algo que él aplicó de manera efectiva en su carrera posterior.

Formación académica, intelectual o espiritual

En el contexto de las reformas borbónicas, España experimentó una reestructuración del sistema educativo y militar, especialmente en lo que respecta a la formación de sus oficiales. Calleja, al igual que otros jóvenes de su clase social, recibió una educación que combinaba tanto los conocimientos técnicos militares como las influencias de la Ilustración. Esto le permitió no solo formar parte de los regimientos, sino también comprender la importancia de la modernización del ejército y la organización estratégica.

En 1784, Calleja fue nombrado director de estudios en el Colegio Militar del Puerto de Santa María, donde se encargó de la formación de cadetes y oficiales, siendo una de sus primeras experiencias significativas como instructor. Aunque este centro se cerró en 1788, la experiencia consolidó a Calleja como un militar de talento, disciplinado y muy comprometido con la formación de nuevos oficiales, una cualidad que le sería de gran ayuda más adelante, cuando se enfrentó a la rebelión insurgente en Nueva España.

Su conocimiento no se limitaba solo a la teoría, sino que también abarcaba la experiencia práctica en el campo de batalla, lo que fue clave en su desarrollo como estratega. El joven Calleja estaba preparado no solo para las complejidades tácticas, sino también para la responsabilidad de liderar y mantener el orden en tiempos de conflicto, cualidad que más tarde lo haría famoso en el virreinato.

Primeros intereses o talentos observables

Desde sus primeros años en el ejército, Calleja mostró una notable capacidad para comprender la logística y la organización militar, lo que le permitió ascender rápidamente. Participó en varias expediciones militares destacadas, como la expedición de Argel en 1775 y el sitio de Gibraltar en 1779-1783, donde sirvió como edecán del marqués de Branciforte. Durante estos eventos, Calleja se ganó la confianza de sus superiores, lo que lo catapultó a nuevas responsabilidades y a un rol más importante dentro del ejército.

En particular, su participación en el sitio de Gibraltar le permitió conocer a figuras clave como el conde de Revillagigedo, quien más tarde se convertiría en uno de sus mentores más influyentes. La experiencia acumulada en estos conflictos fortaleció su carácter y le enseñó la importancia de la organización y la preparación estratégica. A lo largo de estos años, Calleja fue perfilándose como un oficial competente, que no solo destacaba por su capacidad táctica, sino también por su disciplina y compromiso con la causa realista.

Primeras decisiones, acciones o conflictos que marcaron su camino

Uno de los primeros conflictos significativos que marcó la carrera de Calleja fue la rendición de la isla de Menorca en 1782. Este episodio no solo significó un importante logro militar para el imperio español, sino que también consolidó a Calleja como un militar destacado, con un enfoque claro en la defensa y expansión de los intereses de la Corona española. A lo largo de estos primeros años, Calleja demostró su capacidad para la toma de decisiones bajo presión, una habilidad que sería esencial cuando enfrentara los desafíos más grandes de su carrera en Nueva España.

Sin embargo, fue en su trabajo como inspector militar en Nueva España donde Calleja comenzó a mostrar su verdadero potencial. A partir de 1789, cuando acompañó al conde de Revillagigedo, recién nombrado virrey de Nueva España, Calleja se involucró profundamente en la defensa y organización de los territorios fronterizos de la colonia. Esta fase de su carrera lo llevó a realizar mapas y descripciones de las regiones fronterizas, así como a crear cuerpos militares como los dragones de milicias de frontera, esenciales para la defensa de la vasta extensión de tierras bajo control español.

Las decisiones y acciones de Calleja en estos primeros años de su carrera militar lo pusieron en el camino hacia una posición de liderazgo que, más tarde, lo convertiría en una figura clave en la lucha contra los insurgentes durante la Guerra de Independencia de México. Aunque en este momento no imaginaba aún los desafíos que enfrentaría, los eventos y conflictos vividos en estas primeras etapas sentaron las bases para su ascenso al poder y su influencia en la política colonial.

Desarrollo de su carrera o actividad central

La carrera de Félix María Calleja comenzó a tomar forma definitiva cuando, en 1789, acompañó al conde de Revillagigedo, quien fue nombrado virrey de Nueva España. Al desembarcar en Veracruz, Calleja se dirigió hacia la ciudad de Puebla, donde asumió el cargo de capitán y se dedicó a instruir a los cadetes, sargentos y oficiales. Desde un inicio, Calleja mostró su capacidad organizativa y de liderazgo, ganándose rápidamente la confianza del virrey, quien le asignó tareas cada vez más complejas y de mayor responsabilidad.

Uno de los primeros encargos significativos que recibió Calleja en su nueva etapa en Nueva España fue el estudio y la inspección de los territorios fronterizos. A partir de 1790, su labor consistió en crear los cuerpos de dragones de milicias en la región de Ocotlán y realizar un exhaustivo análisis de la situación militar en los territorios del norte. Calleja se dedicó a recorrer diversas regiones de la colonia, realizando mapas y descripciones detalladas, que servirían para una mejor organización de la defensa en una época en la que las amenazas externas, como la incursión de las potencias navales europeas, eran frecuentes.

Su destreza y dedicación a su trabajo fueron reconocidas por Revillagigedo, quien destacó las cualidades de Calleja en su labor militar, considerándolo un oficial con gran talento, disciplina y compromiso. La creación de los cuerpos de milicianos de frontera y la formación de padrones militares del reino de Nueva Galicia consolidaron la figura de Calleja como un militar esencial para la administración virreinal, dispuesto a garantizar la estabilidad y la seguridad de los territorios españoles en América.

Logros profesionales, científicos, militares, políticos o culturales

Uno de los logros más destacables de Calleja fue la creación y reorganización de las fuerzas militares en las provincias del norte de Nueva España, lo que no solo contribuyó a la defensa de las fronteras, sino que también sentó las bases de una estructura militar sólida en la colonia. En 1795, el nuevo virrey, el marqués de Branciforte, encargó a Calleja la inspección de los territorios de Nuevo Santander y Nuevo Reino de León. En este contexto, Calleja evaluó las defensas y las obras militares, además de proponer nuevas medidas para fortalecer la protección de las costas y puertos del Golfo de México ante posibles ataques, especialmente de los navíos ingleses, que amenazaban las rutas comerciales.

Sin embargo, fue en los primeros años del siglo XIX cuando Calleja realmente se destacó. La invasión francesa de la península ibérica y las primeras manifestaciones de la rebelión en las colonias criollas transformaron el panorama político y militar. En 1807, al contraer matrimonio con Francisca de la Gándara, de origen criollo, Calleja consolidó su red de contactos en los círculos políticos y sociales de Nueva España, lo que le permitió obtener un apoyo clave en sus acciones posteriores contra los insurgentes.

Cuando comenzó la lucha por la independencia en 1810, y después del levantamiento de Miguel Hidalgo, Calleja se distinguió como uno de los más duros represores del movimiento insurgente. Su habilidad táctica y su capacidad para movilizar recursos y tropas lo pusieron al frente de las operaciones militares contra los rebeldes. En septiembre de 1810, el virrey Venegas lo nombró general en jefe de las tropas realistas encargadas de sofocar el movimiento insurgente, lo que marcó el inicio de una serie de victorias que cimentaron la reputación de Calleja como un militar implacable.

Relaciones clave (aliados, rivales, mentores)

A lo largo de su carrera, Calleja tuvo relaciones tanto de cooperación como de rivalidad con varios personajes clave en la historia de la Independencia de México. Su estrecha relación con el conde de Revillagigedo, su mentor en los primeros años en Nueva España, fue fundamental para su ascenso dentro del ejército y su eventual nombramiento como general. Revillagigedo, quien ocupó el cargo de virrey de 1789 a 1794, era un defensor de las reformas borbónicas y fue un firme creyente en la modernización de las fuerzas coloniales, lo que llevó a Calleja a implicarse en la reestructuración de las defensas militares de la región.

Otro aliado clave fue el marqués de Branciforte, quien asumió el virreinato tras la salida de Revillagigedo. Branciforte confiaba en Calleja y le encomendó la inspección de las defensas del Golfo de México. Esta relación, aunque beneficiosa para Calleja en términos de ascensos, también marcó uno de los momentos más críticos de su carrera, ya que las desavenencias con otros sectores del virreinato comenzaron a surgir en esta etapa.

Por otro lado, Calleja tuvo que enfrentarse a figuras como José María Morelos y Miguel Hidalgo, líderes insurgentes que, aunque fueron derrotados en varias ocasiones, continuaron desafiando el orden establecido en la colonia. Más tarde, López Rayón y otros insurgentes continuaron la lucha, lo que obligó a Calleja a reorganizar sus estrategias para sofocar la rebelión de manera definitiva. Aunque sus victorias en el campo de batalla lo consolidaron como un líder militar de renombre, sus métodos brutales y su enfoque represivo generaron numerosas críticas, tanto entre los insurgentes como entre algunos sectores de la población española.

Obstáculos significativos, crisis o controversias

La carrera de Calleja no estuvo exenta de obstáculos. Uno de los momentos más difíciles de su vida profesional fue la falta de ascensos en los primeros años de su carrera, lo que lo llevó a escribir al rey en 1798 para protestar por la lentitud en su promoción, en comparación con otros oficiales en España. La frustración de Calleja ante la falta de reconocimiento por parte de la Corona fue evidente, pero eventualmente, gracias a su desempeño en las provincias del norte y su habilidad para pacificar las regiones conflictivas, Calleja fue ascendido a coronel, luego a brigadier en 1800, y finalmente a general de brigada en 1810.

Sin embargo, fue durante la guerra de independencia cuando Calleja se vio en el centro de varias controversias. Su participación en las campañas contra los insurgentes, especialmente las derrotas de Morelos y otros líderes rebeldes, lo convirtió en un líder militar temido, pero también en una figura polémica. Su brutalidad en las batallas y su política de represión le granjearon una imagen de tirano, conocida por su enfoque despiadado hacia las poblaciones rebeldes, lo que le valió el apodo de “el nuevo Tamerlán” entre sus enemigos.

Además, sus tensiones con el virrey Venegas y la división entre los sectores más conservadores y liberales en el virreinato marcaron su carrera hacia el final. La presión por adoptar una postura más conciliadora hacia las reformas constitucionales de 1812 contrastaba con su lealtad al absolutismo, lo que lo puso en una situación compleja en los últimos años de su vida.

Últimos años de vida, declive o consolidación de su legado

A partir de 1816, la figura de Félix María Calleja sufrió un giro decisivo. Aunque durante la guerra de independencia había logrado importantes victorias contra los insurgentes, sus métodos de represión y su postura absolutista generaron un creciente descontento dentro de las filas realistas y entre algunos sectores de la sociedad española. En 1815, con la captura y ejecución de José María Morelos, el movimiento insurgente se vio gravemente debilitado, pero no se extinguió. La guerra de independencia se convirtió en una lucha prolongada, llena de tensiones internas que reflejaban las luchas por el poder en la misma España.

La política represiva de Calleja, que había sido eficiente en su lucha contra los insurgentes, fue cada vez más cuestionada, especialmente tras la promulgación de la Constitución de 1812 en España, que estableció principios liberales que chocaban con las creencias absolutistas del virrey. Aunque Calleja cumplió con la proclamación de esta constitución en su momento, su apoyo al absolutismo fue claro, lo que hizo que la situación se volviera insostenible para él dentro del virreinato.

El 5 de noviembre de 1815, después de la captura de Morelos y su juicio, los insurgentes se dividieron y el movimiento rebelde se debilitó considerablemente, lo que Calleja presentó como una victoria. Sin embargo, la guerra continuó, y la insurrección nunca desapareció por completo. A principios de 1816, el rey Fernando VII, que había sido restaurado al trono, decidió cesar a Calleja debido a las críticas de varios sectores del virreinato y de la propia corte española. A finales de septiembre de ese año, Calleja entregó el bastón de mando al nuevo virrey, Juan Ruiz de Apodaca, quien asumió el control en una ceremonia que marcó el fin del gobierno de Calleja en Nueva España.

Impacto en su época y cómo fue percibido en vida

Durante su tiempo en Nueva España, Félix María Calleja fue visto tanto como un héroe defensor del orden colonial como un tirano represivo. Sus victorias militares y su participación activa en la lucha contra los insurgentes le dieron una prominencia indiscutible, pero su férreo control sobre la región, la brutalidad de sus campañas y la ejecución de las órdenes más severas le granjearon una reputación de cruel y despiadado. Si bien en los círculos oficiales y entre los peninsulares fue considerado un firme defensor del orden, muchos lo veían como el principal responsable de la represión de las libertades criollas y de la brutalidad que marcó los primeros años de la guerra de independencia.

Calleja, al igual que muchos otros líderes coloniales, tenía una visión profundamente conservadora, que le llevó a adherirse al absolutismo de Fernando VII tras la disolución de la Constitución de 1812. En su proclamación contra las ideas liberales, Calleja representaba la figura del absolutista que rechazaba cualquier forma de autonomía o cambio en el sistema colonial que no estuviera bajo el control absoluto de la monarquía española. Esto no solo lo enfrentó con los insurgentes, sino también con sectores de la población que apoyaban los principios constitucionalistas.

Por otro lado, su presencia en la lucha contra los insurgentes, a pesar de su fama de ser implacable y sanguinario, consolidó la figura de Calleja como el líder militar más destacado de los realistas en Nueva España. A pesar de sus métodos, sus victorias militares fueron clave para frenar el avance insurgente en varias ocasiones, y su nombre se asoció a la «pacificación» de regiones como el Bajío y el sur de México, aunque de manera contradictoria, pues muchos consideraban su «pacificación» como una mera represión sin una verdadera resolución del conflicto.

Reinterpretaciones históricas posteriores a su muerte

Tras su regreso a España, Félix María Calleja recibió diversos honores, como el título de Conde de Calderón en 1816, en reconocimiento a su participación en la lucha contra los insurgentes. Sin embargo, la historia de Calleja, al igual que la de otros líderes del periodo colonial, se vio marcada por una reinterpretación controversial. Si bien fue reconocido por su lealtad al rey y por sus victorias militares en la guerra de independencia, su figura fue objeto de críticas tanto en la época de la independencia como en los años posteriores. En especial, su reputación como represor lo hizo impopular en las naciones independientes de América Latina, que veían en él uno de los principales símbolos del autoritarismo colonial.

A lo largo del tiempo, los estudios históricos han presentado a Calleja como un hombre del régimen antiguo, cuya visión del orden colonial y del absolutismo no pudo adaptarse a los cambios que traía consigo la Revolución. Para muchos, fue un hombre que luchó por mantener un sistema que, al final, resultó insostenible frente al creciente sentimiento de independencia en las colonias. Sin embargo, también se reconoce que su carrera militar fue fundamental para las fuerzas realistas, y que su capacidad para sofocar revueltas y mantener la estructura colonial fue notable en ciertos momentos de la historia de la Nueva España.

Influencias duraderas en generaciones futuras o en su campo

La figura de Calleja, a pesar de la controversia que generó, dejó una marca indeleble en la historia militar de México y en la lucha por la independencia. En términos de estrategias militares, Calleja destacó por su habilidad para organizar campañas complejas y por su conocimiento del terreno en las regiones fronterizas y en las zonas afectadas por los insurgentes. Sus tácticas de contención y la represión de los movimientos rebeldes se estudiaron, en su momento, como ejemplos de cómo mantener la estabilidad en territorios en guerra, aunque las mismas tácticas fueron muy criticadas por la violencia que conllevaron.

En cuanto a su legado en la independencia de México, es indudable que su papel en la lucha contra los insurgentes prolongó la guerra y permitió que los realistas mantuvieran el control durante una época crítica. Su influencia perduró en la medida en que los realistas continuaron combatiendo hasta 1821, aunque sin alcanzar la victoria definitiva.

Cierre narrativo

La figura de Félix María Calleja del Rey se mantuvo durante su vida en una posición ambigua: por un lado, un ferviente defensor del orden colonial y un general brillante en los campos de batalla; por otro, un hombre cuya brutalidad en la guerra lo transformó en un símbolo de la represión. Hoy, Calleja es recordado tanto por sus logros militares como por su feroz resistencia a los cambios que se gestaban en las colonias americanas. En última instancia, su vida refleja la lucha de un imperio por mantener su control sobre un vasto territorio, enfrentado a una revolución que cambiaría para siempre el curso de la historia de México.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Félix María Calleja del Rey, Conde de Calderón (1753–1828): El General de Hierro que Luchó por el Orden Colonial". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/calleja-del-rey-felix-maria-conde-de-calderon [consulta: 27 de septiembre de 2025].