Brinkmann, Rolf Dieter (1940-1975).
Escritor alemán, nacido en Vechta en 1940 y muerto en Londres en 1975. Tras la temprana muerte de su madre, Brinkmann abandonó sus estudios de bachillerato y comenzó a trabajar como aprendiz en una librería en Essen en 1959. En 1962 se trasladó a Colonia, donde comenzó los estudios de Pedagogía. Desde muy pronto, Brinkmann escribió poemas y textos breves, en los cuales se reflejaba su oposición a la presión de la restauración de los años de posguerra en el pequeño enclave católico de Vechta, así como a una concepción de la literatura en los años 50, a su modo de ver tremendamente represiva. Formó parte del joven grupo neorealista de Colonia, formado en torno a Dieter Wellershoff. Después de un breve periodo en el que publicó en revistas y pequeñas editoriales (Ihr nennt es Sprache, Lo llamáis lenguaje, poemas, 1962; In der Grube, En la cueva, ensayo, 1962), se dedicó por completo a la literatura.
Sus textos provocativos, que intentaban desmontar todo tipo de prejuicios y clichés, fueron rechazados desde un principio por los críticos (Keiner wußte mehr, Nadie sabía más, novela, 1968). Brinkmann consiguió reunir textos e imágenes en unidades artísticas que debían transmitir nuevas sensaciones (así por ejemplo las colecciones de poemas Piloten (Pilotos, 1968) y Standphotos (Fotos de pie, 1969). También rodó algunos cortometrajes. Tras disiparse los últimos ecos de las revueltas estudiantiles, Brinkmann dejó de lado todos sus intentos de innovación. A partir de entonces vivió de becas y algunos trabajos para la radio. En 1972 se le concedió una beca de la Villa Massimo en Roma. En su obra Rom, Blicke (Roma, impresiones), publicada póstumamente en 1979, se recogen sus impresiones sobre Italia. En ellas analiza las deformaciones del individuo en la sociedad de masas, donde intenta encontrar su esencia inmerso en la progresiva pérdida de su identidad.
En 1974 fue invitado a Austin (Texas) por un periodo de un año. El libro de poemas Westwärts 1 & 2 (Hacia el oeste 1 & 2, 1975) recoge la experiencia de vivir entre el viejo y el nuevo mundo. Esta obra se convirtió en uno de los textos líricos más leídos de los años 70, después de que Brinkmann hubiera sido hasta entonces rechazado por la crítica, e incluso hubiera pasado inadvertido. En 1975 se le concedió póstumamente el primer Premio Petrarca.
