A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
FilosofíaLiteraturaBiografía

Bonilla y San Martín, Adolfo (1875-1926).

Profesor universitario y erudito español nacido en Madrid el 27 de septiembre de 1875 y fallecido en Madrid el 17 de enero de 1926. Siguió con excepcional brillantez los estudios de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad Central, materias en las que llegó a alcanzar el título de Doctor. Ganó por oposición la cátedra de Derecho Mercantil en la Universidad de Valencia, que desempeñó hasta 1905; en marzo de ese año, pasó a la Central, de Madrid, para enseñar Historia de la Filosofía.

Las excepcionales condiciones con que la naturaleza dotó a Menéndez Pelayo hicieron que éste tuviera muy pocos discípulos. En efecto, aparte de los relativamente escasos años que estuvo en su cátedra (sólo veinte), los métodos de don Marcelino “estaban hechos a su medida, y difícilmente podrían ser practicados por quienes no estuvieran dotados de las mismas cualidades excepcionales con que a él le dotó la naturaleza”. El propio don Marcelino recordaba con especial predilección a Menéndez Pidal y a Bonilla y San Martín. Indudablemente, estos fueron sus más importantes discípulos, los únicos con una importancia capital, tanto por sus condiciones naturales como por su obra. Sin embargo, es casi imposible encontrar dos personas tan dispares como Menéndez Pelayo y Menéndez Pidal.

Excepto su genialidad, de distinta naturaleza en uno y otro caso, difícilmente podríamos encontrar un paralelo. Ni en la vida pública, ni en la privada se parecían. El paciente trabajo de Menéndez Pidal, su lenta acumulación de ficheros, su gusto por el trabajo en equipo y los, en cierto modo, reducidos límites de su actividad intelectual contrastaban vivamente con la genial rapidez, los inmensos límites de su saber, la prodigiosa memoria (como no ha habido otra) y tantas otras cualidades que adornaban a don Marcelino. Incluso, la vida privada de ambos era muy distinta: la de Menéndez Pidal fue ordenada, feliz, modelo de convivencia con la mujer querida; mientras, don Marcelino llevó una vida desorganizada, nunca encontró la felicidad, y, además, vivió cuarenta y tres años menos que su discípulo.

El único de los discípulos de Menéndez Pelayo que se acercó a las cualidades del maestro fue Adolfo Bonilla y San Martín, que, en algún aspecto, superó al maestro. Por ejemplo, fue más lejos en la gran variedad de su obra, que abarca muy diversos campos del saber, más amplios que los ya por sí amplísimos que tenía don Marcelino. Según Menéndez Pidal, “Sería preciso poseer una cultura tan amplia como heterogénea (hecho cada vez más raro en nuestros tiempos) para hablar como fuera conveniente de todos los aspectos en que se manifestó la vida espiritual de este llorado compañero; sería preciso, más bien, la reunión de varios especialistas para valorar con alguna exactitud las múltiples obras que produjo.” En efecto, sus actividades abarcaron los más diversos campos del saber: Filosofía, Derecho, Psicología, Historia, Arte, Literatura, Lingüística, Política…; además, fue novelista y poeta, tanto en español como en latín, lengua ésta de la que fue un profundísimo conocedor, lo que le llevó a escribir versos y prólogos de algunas obras.

Bonilla y San Martín perteneció a las Reales Academias de la Lengua, de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas. Fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, cargo que desempeñó hasta su muerte. Don Adolfo, si hemos de juzgar por una redondilla de unos de sus libros poéticos, debió de ser un español cabal y castizo. Dicen así sus versos:

"Cada cosa su destino
Tiene y su naturaleza:
Entre alemanes, cerveza,
Pero, entre españoles, vino
".

El 21 de febrero de 1925 se casó con María Luisa Terson de Pelaville y Espinosa. Poco después de contraer matrimonio enfermó de tal gravedad que ya no pudo recuperarse. Murió cuando sólo contaba cincuenta años, en la plenitud de su capacidad creadora, hecho que impidió ofrecernos los frutos de la madurez erudita. Incluso en esto último, una temprana muerte, se asemeja a Menéndez Pelayo, del que, como queda dicho, fue el más directo seguidor, el polígrafo que más se acercó a las dotes del maestro.

Sus dotes poligráficas, y la mencionada prematura muerte, impidieron que dejara obras pacientemente elaboradas. Según Valbuena Prat, “Fue un extenso polígrafo más que un meticuloso detallista. En sus ediciones, en sus monografías críticas, en sus valoraciones, lleva el sello de un hombre extraordinario. Sus amplias visiones de mitología, literatura y arte están cerca del sentido germánico de la síntesis y sistema cultural.”

Las primeras andanzas intelectuales de Bonilla fueron en el campo del Derecho, pero, poco a poco, la influencia de Menéndez Pelayo le fue atrayendo al terreno de la literatura.

Obra

Obras jurídicas

Entre sus diversas obras jurídicas hay que señalar las siguientes: Códigos de comercio españoles y extranjeros (1909, en colaboración); Derecho mercantil español (1904); La ficción en el Derecho (1912); Fuero de Usagre (texto editado en 1907); y Obras del maestro Jacobo de las Leyes, jurisconsulto del siglo XIII (1924, edición en colaboración).

Obras filosóficas

En el terreno de la filosofía dejó importantes aportaciones. Sobresalen sus estudios de los humanistas españoles del Renacimiento, en una serie de monografías que abarcan desde el primer florecer, en la persona de Fernando de Córdoba, hasta Luis Vives. También escribió una Historia de la filosofía española, que quedó incompleta, pues se detuvo en la Edad Media.

En esta materia, además, cabe mencionar las obras siguientes: Luis Vives y la filosofía del Renacimiento (1903); Historia de la filosofía española (1908- 1911, dos volúmenes); Fernando de Córdoba (¿1425- 1486?) y los orígenes del renacimiento filosófico en España (1911).

Estética, política, historia social y psicología

Los títulos más destacados en estos diferentes campos del saber son: Los gobiernos de partido (1898); El arte de la revolución (1907); La vida corporativa de los estudiantes españoles en sus relaciones con la historia de las universidades (1914); Elogio de la guerra (1915); Programa de Psicología Superior (1916); El Greco y Velázquez (1917); y Mitos religiosos de la América precolombina (1917).

Poesía y novela

Dentro de su actividad puramente literaria destacan títulos como: Prometeo y Arlequín (Poema dramático); Ester (Poema dramático), ambos textos publicados en 1908.

En Rimas varias (1908) se incluyen poemas escritos tanto en latín como en español. De esta obra es el siguiente “dístico”, en el que puede verse que don Adolfo, aún siendo un profundo pensador e infatigable erudito, tenía tiempo y ánimo para escribir versos suavemente eróticos:

"Es tu hechicera boca como la fresa:
Pequeña, colorada, blandita y fresca“.

Otras obras dignas de mención son: La historia de Cantillana. Novela del tiempo de Felipe IV (1902), escrita en colaboración con el erudito Julio Puyol, Prometeo o el Devenir, un profundo diálogo filosófico escrito a la manera de los de Platón (1914)

Además, fruto de una larga temporada en el extranjero, escribió Viaje a los Estados Unidos de América y al Oriente, que vio la luz en 1926, y que sólo es un adelanto del extenso libro de viajes que su prematura muerte le impidió escribir.

Crítica literaria

Dentro de su amplia labor crítica destacan los títulos siguientes: Clarorvm hispaniensivm epistolae ineditae ad hvmaniorvm litterarvm historiam pertinentes (1901, con prólogo de Bonilla escrito en latín); Anales de la literatura española (1904, recopilación de diversos de sus artículos); Don Quijote y el pensamiento español (1905); Antecedentes del tipo celestinesco en la literatura latina (1906); El mito de Psychis (1908); Las leyendas de Wagner en la literatura española, con un apéndice sobre el Santo Grial en el “Lanzarote del Lago” castellano (1913); Fernán López de Yanguas y el Bachiller de la Pradilla (1915); Cervantes y su obra (1916); De crítica cervantina (1917); Una comedia latina de la Edad Media (El “Liber Pamphilus”) (1917); Las Bacantes o del origen del teatro (1921); y El teatro escolar en el Renacimiento español y un fragmento inédito del toledano Juan Pérez (1925).

En colaboración con Serrano y Sanz, editó en 1902 El cavallero venturoso, novela del siglo XVII. Ese mismo año, publicó una edición comentada de El Diablo Cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, en la que respetó escrupulosamente la ortografía de la edición príncipe. Por último, en 1904 editó el Libro de los engaños et los assayamientos de las mujeres.

Ediciones de libros de caballerías

En 1912, publicó el Libro del esforçado cavallero don Tristán de Leonís y de sus grandes fechos en armas. Pero lo más importante, con diferencia, fue la publicación de los dos tomos de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles dedicados a los libros de caballerías: el primero contiene obras del ciclo artúrico y del carolingio; el segundo, los Palmerines y las obras caballerescas extravagantes.
En colaboración con Rudolf Schevill, publicó una de las mejores ediciones, quizás la mejor, de las Obras Completas de Cervantes.
Asimismo, en 1912, publicó una bibliografía y biografía de Menéndez Pelayo, basada esta última fundamentalmente en recuerdos propios y en la correspondencia de don Marcelino con Gumersindo Laverde.

Bibliografía

  • MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: “Don Adolfo Bonilla y San Martín”, en B.R.A.E., XIII (1926), pp. 5-10.

  • PUYOL, Julio: Adolfo Bonilla y San Martín (1875- 1926). Su vida sus obras. Madrid, 1927.

VAF

Autor

  • 0012 VAF