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HistoriaPolíticaBiografía

Boccanegra, Simón (ca. 1301-1363).

Aristócrata italiano nacido en Génova hacia 1301 y fallecido en su ciudad natal el 14 de marzo de 1363. Primer dux de Génova, lo fue en dos ocasiones, destacando en su gestión por una brillante política exterior y en el orden interno por el arrinconamiento político de las familias nobiliarias.

Perteneciente a una importante familia genovesa de origen popular, Simón (Simone) fue hijo de Iacopo di Lanfranco y de Ginevra Saraceni, hija del señor de Rezenasco, en Toscana. Desde joven, conocido entonces como Simonino o Simoncino, siguió la tradición familiar, dedicándose al comercio. Todas las fuentes coinciden en que antes de 1339 no había desempeñado ningún cargo público, hasta que aquel año fue nombrado primer dux de Génova. El motivo que habían llevado a los genoveses a elegir un dux fue la gran inestabilidad política y social derivada de las luchas internas y externas; después de la signoria de Roberto de Anjou, en 1335 los gibelinos habían recuperado el poder, nombrando a dos capitani del popolo. Éstos, que fueron incapaces de resistir la presión de los nobles güelfos y de los catalanes sobre el mar, asumieron gradualmente todos los poderes y perdieron definitivamente el apoyo popular cuando se arrogaron el derecho de nombrar al abate del popolo, tradicionalmente elegido por el pueblo.

Cuando el 23 de septiembre se procedió a la elección del nuevo abate, la facción popular presentó la candidatura de Simón Boccanegra, pero éste rechazó la elección, alegando pertenecer a la clase noble, que precisamente no podía desempeñar el cargo de abate. Pero algunos partidarios suyos hicieron fuerza y lo aclamaron dux vitalicio de Génova, cargo que esta vez no rechazó Boccanegra y que fue confirmado al día siguiente por el pueblo reunido en Parlamento. La introducción en Génova del dogato, que en el nombre recordaba a la institución veneciana, correspondió perfectamente a la transformación contemporánea de los regímenes comunales en signorias, en toda la Italia central y septentrional. El nuevo dux (o dogo) asumió los poderes del capitano del popolo. Además fue instituido un consejo de quince miembros extraídos del pueblo, llamado de los Anciani, mientras que la administración de justicia permaneció en manos de un podestá, normalmente extranjero. Tres abati del popoli representaron los intereses de los habitantes de los tres valles de Génova. Por aquella época los güelfos fueron excluidos de los cargos públicos, a la vez que se prohibía que los nobles accediesen al dogato.

La situación que encontró Simón Boccanegra cuando se hizo cargo de los designios de Génova era muy desfavorables. Las arcas públicas estaban vacías y las gabelas hipotecadas en manos de prestamistas. El comercio se veía obstaculizado por la actividad de los corsarios y muchos territorios de la República contenían en sí el germen de la rebelión. El dux inició su gobierno con energía, asumiendo el mando de las fuerzas militares y, en el curso de su primer año de dogato, sometió a los feudatarios rebelados y recuperó las posesiones genovesas sobre las dos riveras. Pero su tendencia a acaparar cada vez más poder, mediante el nombramiento de sus fieles en los diferentes cargos públicos, le valió la enemistad de algunos sectores populares y aquel mismo 1339 fue abortada una conjura contra él.

Una vez consolidado su poder en el interior, Boccanegra se preocupó de construir una buena flota para hacer frente a las incursiones de los nobles, que expulsados de sus tierras se habían dado a la piratería y obstaculizaban el comercio, sobre todo con Provenza, de donde procedía el trigo que se consumía en Génova. Por esta causa Génova sufrió una gran carestía durante 1341. Boccanegra pidió además la ayuda de los pisanos, antiguos enemigos, por lo que el 24 de junio de 1341 se firmó una prórroga de la paz ya existente durante otros veinticinco años. En general, el dux trató de mantener buenas relaciones con los demás Estados de la península. Envió embajadas a Benedicto XII en Aviñón y respondió a la llamada de Clemente VI prometiéndole naves genovesas para la cruzada contra los turcos. A Alfonso XI, en guerra contra el sultán de Marruecos, le envió veinte galeras bajo el mando de su hermano Egidio, que fue nombrado almirante de la flota castellana e infligió una severa derrota a la armada marroquí que asediaba Algeciras.

Un aspecto muy importante bajo el gobierno de Simón Boccanegra fue el refuerzo de la estabilidad y la potencia de las colonias genovesas en Oriente. En 1341 decretó un préstamo forzoso para financiar la defensa de las colonias de Crimea, gravemente amenazadas por los turcos. También en 1341, después de largas tentativas, pudo firmar un acuerdo, particularmente favorable para Génova, con Ana de Saboya, viuda del emperador de Oriente Andrónico III y regente de Juan V. A partir de 1342 unió las fuerzas genovesas a la venecianas para combatir contra los tártaros, que aquel año habían asediado a los comerciantes italianos de Tana y en 1344 asediaron Caffa, la más importante colonia genovesa en el Mar Negro. Gracias a la ayuda de los venecianos, los tártaros levantaron el asedio y su emperador, Gianibek, envió a Génova una embajada para firmar la paz. Para concluir su actividad en favor de las colonias genovesas del Mar Negro, Boccanegra recogió en un único cuerpo, conocido como Liber Gazariae toda la legislación sobre el comercio y la navegación en ese mar. Como último episodio de la política colonial de Simón Boccanegra destaca la participación de Génova en la liga formada en 1344 entre Venecia y el Papado contra el emir de Aydin, al cual los cruzados, bajo el mando del genovés Martino Zaccaria, pudieron arrebatar Esmirna.

Pero a pesar de estos brillantes éxitos en política exterior, el dominio político de Simón Boccanegra terminó en 1344. La nobleza, que no había desistido de obstaculizar su labor, con el apoyo de algunos sectores del pueblo, le acusó de despilfarrar el dinero público en pagar las soldadas de los mercenarios encargados de reprimir las revueltas de los exiliados, pero sobre todo en los enormes gastos generados por la fastuosa corte de que se rodeó el dux. Para hacer frente a los crecientes gastos se habían impuesto tasas cada vez más gravosas, que recaían sobre la Comuna y sobre aquellas localidades que se habían mostrado hostiles. Perdido el apoyo del pueblo, a comienzos de diciembre de 1344 Simón Boccanegra trató de pactar la readmisión en el gobierno de la República de los exiliados, pero el pacto no fue aceptado, porque el dux se negó a expulsar de la ciudad a los mercenarios que estaban a su servicio. Después de ésto, el 23 de diciembre Boccanegra convocó al pueblo en parlamento y tras defender su gestión al frente de la República, abandonó voluntariamente el poder. Poco después embarcó hacia Pisa, ciudad elegida para el exilio por el origen toscano de la madre y por las buenas relaciones habidas en los años precedentes, además de que allí era capitano del popolo su hermano Nicolás (Niccolò).

A Simón Boccanegra le sucedió como dux Giovanni di Murta y mientras el primero permanecía en Pisa, Génova cayó después en poder de los milaneses (1353-1356). Parece ser que durante su destierro, Boccanegra había sostenido los intentos para dar el poder de Génova a los Visconti. Según el cronista milanés Pietro Azario, Boccanegra había ofrecido al arzobispo de Milán su ayuda para la conquista de Génova, a cambio de cuantiosas sumas que le sirvieron para pagar deudas contraídas durante su dogato genovés. En 1356 el sucesor del arzobispo Giovanni envió a Génova a Simón Boccanegra, que había sido mantenido como rehén en Milán, para que tratase de reconquistar el favor de la ciudad y facilitar el dominio milanés. Pero según llegó a su patria, Boccanegra se unió al pueblo y con su presencia contribuyó a encender la revuelta que terminó con el dominio visconteo sobre Génova (14 de noviembre de 1436). Al día siguiente Simón Boccanegra fue proclamado dux por segunda vez.

Su segundo dogato, como el primero, se caracterizó por una política antinobiliaria. En esta ocasión los nobles no sólo fueron excluidos de los cargos públicos, sino que incluso se les prohibió que comandasen naves comerciales o de guerra. Después de su elección debió reducir a la obediencia a las principales ciudades de la ribera occidental, que permanecían fieles a los Visconti. El enfrentamiento con los Visconti fue una constante de su gobierno. A finales de 1356 ganó la alianza de Juan II Paleólogo, marqués de Monferrato, contra Milán, con la que se firmó la paz el 8 de junio de 1358. El 22 de agosto del mismo año se acordó una alianza entre Milán y Génova para combatir a la compañías de aventureros, sin embargo ya en 1360 Génova se unió al papa para enfrentarse a los milaneses en la cuestión de Bolonia. La política antiviscontea no sólo tuvo causas políticas, sino que además se unieron motivos personales: Simón había dado en matrimonio a su propia hija, Maddalena, a Luchinetto Visconti, hijo de Luchino, que fue expulsado de Milán por sus parientes, Galeazzo y Bernabò, que no reconocieron su legitimidad y le negaron la participación en la herencia viscontea, a pesar del apoyo del papa y de su suegro. En 1362 el dux se puso al frente de las tropas genovesas que se unieron a los aventureros ingleses de Alberto Sterz con la intención de conquistar Milán, pero después de devastar Tortonese las tropas regresaron a Génova sin haberse acercado siquiera a Milán.

El mayor éxito de Simón Boccanegra durante este periodo lo constituyó la política en Córcega. Por mérito suyo, los genoveses, que al principio sólo ocupaban algunos castillos y algunas bases comerciales en la isla, se extendieron por todo su territorio, sostenidos de los aragoneses y pisanos. Cuando en 1358 los corsos, después de haber fracasado en una rebelión antinobliliaria, pidieron la ayuda del dux de Génova, éste envió a la isla a su hermano Juan (Giovanni) como gobernador. Se estableció en Córcega un gobierno comunal, aunque bajo la soberanía de Génova. Esto trajo problemas con Pedro IV de Aragón, pero fueron resueltos después de una año de negociaciones gracias al arbitrio del marqués de Monferrato en 1360.

Y aunque en Oriente continuaba la rivalidad comercial entre genoveses y venecianos, Boccanegra trató de allanar todas las divergencias con la Serenísima para poder unir la fuerza de ambas potencias contra los turcos. La muerte le impidió llevar a cabo este proyecto, que tenía el apoyo del emperador de Oriente y del papa.

Para hacer frente a esta vasta actividad exterior y para someter a los nobles rebeldes, Simón Boccanegra recurrió con frecuencia a préstamos forzosos a los ciudadanos, en cuyo favor hipotecó las gabelas y tasas del Estado. Por otra parte los nobles nunca cesaron de oponerse a él y el pueblo comenzaba a estar descontento por la dureza en reprimir la oposición y por el excesivo nepotismo. El dux, consciente del malhumor popular, expulsó de Génova a su consejero, Leonardo Montaldo, pero en noviembre de 1362 comenzaron a desarrollarse dos conjuras populares que llevarían al término de su segundo dogato.

Simón Boccanegra murió el 14 de marzo de 1363, después de haber participado el día precedente en un banquete en honor del rey de Chipre, en casa del genovés Pietro Marocello. Parece muy probable la hipótesis, ya manejada en su tiempo, de que hubiese sido envenenado.

Bibliografía

  • PEROSIO, G. Simone Boccanegra primo doge di Genova. Milán, 1881.

  • LEVATI, L. I dogi perpetui di Genova. Génova, 1928.

  • LÓPEZ, R. Storia delle colonie genovesi nel Mediterraneo. Bolonia, 1938.

  • VITALE, V. Breviario della storia de Genova. Génova, 1955.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero