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HistoriaBiografía

Béthencourt, Jean IV de (1362-1425).

Aventurero y explorador de la Normandía francesa, nacido en el castillo paterno de Grainville-la-Teintuière en 1362 y muerto en el mismo lugar en 1425. Fue chambelán de Carlos V de Francia, pero sobre todo, por lo que su persona es recordada es por haber sido el conquistador de las islas Canarias en 1402, al servicio de Enrique III de Castilla.

Su infancia y juventud

Como hijo de Jean III de Béthencourt y de Marie de Braquemont, perteneció a una de las familias más antiguas y extendidas de Francia. Tras la muerte de su padre, en 1364, pasó su infancia en el arruinado castillo familiar de Grainville bajo la tutela de su madre y el cuidado del segundo marido de su abuela, Mathieu de Braquemont. Años después su madre, Marie, contrajo segundas nupcias con Rogert Suhart.

Con motivo de los disturbios ocasionados en Normandía por Carlos II El Malo, rey de Navarra, Carlos V ordenó la destrucción de todas las fortalezas y castillos de la región que o bien hubieran pertenecido a los partidarios de Carlos II de Navarra o bien, aquellos cuyos señores no pudieran asegurar su defensa. La fortaleza de los Béthencourt, Grainville, cumplía ambos preceptos, ya que su señor legal era Jean IV, menor de edad, y por otro lado, el señor de hecho era Mathieu de Braquemont, partidario acérrimo de Carlos II de Navarra. Por ambos motivos, en 1365 se derribó Grainville.

Aparte de estos vínculos familiares, poco más se sabe de su infancia, y todos los supuestos datos biográficos que se han conservado no son más que leyendas inventadas a posteriori con intenciones románticas, pero carentes de rigor histórico. Algunas de dichas leyendas aseguran que Jean IV de Béthencourt fue educado en la corte del rey de Francia y que actuó como padrino de Carlos VI. Incluso muchos de los datos de su biografía posterior ofrecen, hoy día, serias dudas entre los investigadores de este personaje, así, frecuentemente se ha afirmado que poseía unos amplios conocimientos de náutica procedentes de los años de su juventud que pasó bajo las órdenes de Jean de Vienne, almirante de Francia; dichos conocimientos se supone que le sirvieron para su expedición a las islas Canarias. Esta afirmación en la actualidad es seriamente cuestionada, ya que no existe ningún dato que pueda confirmarla, y parece más lógico atribuir el mérito del tal navegación al anónimo piloto que dirigía las naves y a Béthencourt reconocerle sus méritos militares, más frecuentes entre la nobleza de la época que los conocimientos de náutica. En lo referente a su educación sólo es seguro el hecho de que sabía leer y escribir.

La primera referencia que existe de la juventud de Jean IV de Béthencourt data del 9 de noviembre de 1375, cuando su madre le concedió unas rentas y unas pequeñas tierras para su propio sostenimiento. No está claro como Jean de Béthencourt o, quizá su familia, lograron que el duque de Anjou, Luis, hermano del monarca francés Carlos V, mostrase interés por introducir al joven Jean en su séquito, pero de un modo u otro, el duque de Anjou, que por aquellos años era lugarteniente del rey en el Languedoc, envió en mayo de 1377 la cantidad de 30 francos al joven Béthencourt para que éste se reuniese con él en su corte. Rápidamente Jean se ganó la confianza del duque de Anjou, el cual ese mismo año recompensó sus servicios entregándole 20 francos. Sabemos que el oficio que Jean ocupó en la corte del Languedoc por aquellos tiempos fue el de encargado de la despensa del príncipe, un oficio sin duda modesto, pero que tal y como era costumbre en la época, eran los destinados a los jóvenes nobles que servían en la corte de grandes príncipes.

Durante su juventud Béthencourt era lo suficientemente rico como para permitirse una vida acomodada, pero sus rentas no eran tan elevadas como para que el joven Jean pudiera hacerse ilusiones sobre la posibilidad de alcanzar puestos elevados en la corte. Con motivo de aumentar las rentas de sus territorios patrimoniales, Jean de Béthencourt realizó una serie de gestiones, en 1381, para obtener el permiso del rey Carlos VI para establecer un mercado semanal en su feudo.

Durante estos primeros años de su vida, parece que Jean de Béthencourt se interesó más por la vida cortesana de Normandía que por la carrera militar, así en 1385, con 25 años de edad, aún continuaba siendo escudero. Su condición de escudero explica el motivo por el cual las crónicas de la época no hablan de su presencia en las grandes operaciones militares realizadas por el duque de Anjou en estos años, en concreto, en la desastrosa expedición a Italia.

Grainville, su feudo

En 1387 Jean de Béthencourt logró permiso del rey Carlos VI, para reedificar el castillo familiar, el mismo que había sido derribado años atrás por orden de Carlos V. El señorío de Grainville se encontraba enfeudado al poder del condado de Logueville, condado que había sido entregado por Carlos V a Bertrand Du Guesclin en 1364, por sus buenos servicios en el enfrentamiento contra Carlos II de Navarra. Desde Grainville, Béthencourt ejercía sus derechos de señorío sobre un total de siete parroquias y la totalidad de las mercancías que atravesaban sus dominios; al tiempo que debía atender a sus deberes como feudatario del conde de Logueville, Olivier Du Guesclin, hijo del gran capitán francés.

El 27 de junio de 1392 Jean IV de Béthencourt compró a Molène de Flandes, condesa de Bar y viuda de Bertrand Du Guesclin, los derechos que esta tenía sobre el feudo de Grainville. No obstante, en 1391 Olivier Du Guesclin había vendido los derechos del condado de Longueville al rey de Francia, por lo que Jean IV de Béthencourt tuvo que prestar vasallaje directo al rey de Francia. Posteriormente, al ser conquistada Normandía por las tropas inglesas, Jean IV de Béthencourt tuvo que rendir vasallaje al nuevo señor, Enrique V, rey de Inglaterra, hecho que ocurrió el 16 de mayo de 1419.

Aparte de sus posesiones en Grainville, Jean IV era además propietario del pequeño feudo patrimonial de Béthencourt y de los de Saint-Martin-le-Gaillard, Franville y Saint-Aubin-sur-Mer, de los que sólo se conoce su nombre.

La expedición a África y el matrimonio

Hacia 1387, tras más de diez años de prestar sus servicios al duque de Anjou, rey de Nápoles por estas fechas, entró al servicio de Luis de Valois, duque de Touraines hasta 1391, fecha en la que pasó a ser duque de Orleáns. No está claro el motivo por el cual Jean IV de Béthencourt abandonó el servicio de su antiguo mentor, pero si es seguro que a partir de 1390, Jean se encuentra de forma definitiva al servicio de Luis de Valois, ocupando una serie de cargos honoríficos.

En 1390 los comerciantes genoveses solicitaron al rey de Francia su ayuda para frenar el avance de la piratería berberisca. Por esos tiempos Francia se encontraba en un período de paz con Inglaterra, dentro de la inmensa Guerra de los Cien Años, pero esto no suponía un respiro para el reino, ya que la nobleza, levantisca y acostumbrada a la guerra como forma de vida, planteaba al monarca tantos problemas como los ataques ingleses; por este motivo, el rey de Francia aceptó la petición de ayuda de los genoveses y se dispuso a organizar y armar una expedición para limpiar las aguas del Mediterráneo. Al frente de la expedición se situó el duque de Borbón y como objetivo se estipuló arrasar la ciudad marítima de El Mehadieh, en las cercanías de Túnez. El duque de Touraine fue desde un principio uno de los más fervientes partidarios de la expedición, pero ante la imposibilidad de ir él mismo, ayudó a la organización de la misma con una importante contribución económica y gran cantidad de soldados, entre los que se encontraba Jean IV de Béthencourt.

La expedición fue un fracaso debido a la mala organización de los caballeros franceses. Ante la cercanía del invierno los expedicionarios regresaron, en noviembre de 1390, vía Génova y Saboya. La expedición fue importante en la vida de Jean por dos motivos, por un lado supuso la primera participación de Béthencourt en una gran campaña militar, y por otro, es bastante probable que durante su estancia en Génova entrase en contacto, a través de los marinos de la ciudad, con la idea de las islas Canarias, bien conocidas ya por los genoveses; de igual modo, es bastante probable que Béthencourt empezase en estos momentos a concebir la idea de conquistar el archipiélago como medio de debilitar al enemigo musulmán al establecer una base cristiana frente a sus costas más occidentales, empresa esta que según los informes de los marineros sería relativamente sencilla por el profundo atraso militar de los habitantes canarios.

A su regreso de la expedición africana, en 1391, Jean de Béthencourt decidió contraer matrimonio, y eligió por esposa a Jeanne de Fayel, hija de Guillaume du Fayel el Tartamudo, vizconde de Breteuil e importante personaje de la Francia de finales del siglo XIV, el cual también estaba relacionado con el duque de Orleáns. Guillaume du Fayel había logrado fama y prestigio bajo las órdenes de Du Guesclin en 1367. El matrimonio se celebró en parís, el 27 de enero de 1392.

Los investigadores han discutido mucho sobre los motivos de dicho matrimonio, del cual se han barajado todo tipo de hipótesis. Si es seguro que ambos novios no estaban enamorados, pero por otro lado, parece que tampoco correspondía a un enlace por interés ya que Jean de Béthencourt, que aún no había realizado ninguna acción digna de interés, que no había ocupado cargos importantes, que no debía de tener una fortuna considerable y que no se había significado de forma especial en la expedición africana, poco tenía que ofrecer a un hombre de la posición social de Guillaume du Fayel; al mismo tiempo, la dote de Jeanne de Fayel fue más bien pequeña, lo fundamental de la misma era el señorío de Saclas, en la región de Beauce, muy lejos de los dominios de Béthencourt en Grainville.

Independientemente del motivo de la boda, esta se realizó; pero pronto quedó claro que Béthencourt no estaba interesado en la dote de su esposa, ya que el 26 de mayo de 1395 se procedió a la venta del señorío de Saclas y de las rentas heredadas por Jeanne de Fayel. Ésta, que parece que fue obligada por su marido a realizar la venta, nunca se lo perdonó, por lo que se puede decir que desde ese momento empezaron los conflictos matrimoniales entre ambos que finalizaron con la separación definitiva tras el regreso de Béthencourt de Canarias.

Problemas legales y económicos

Durante su matrimonio con Jeanne de Fayel, Béthencourt mantuvo su posición en la corte del duque de Orleáns, e incluso parece que en estos años empezó a gozar de una creciente confianza por parte de su protector, que le realizó numerosos y costosos regalos. Por estas mismas fechas, un período que iría de 1390 hasta 1402, Béthencourt comenzó a adquirir grandes deudas debido a que su nivel de vida se encontraba muy por encima de sus crecientes pero limitadas posibilidades económicas; desde este momento y hasta su muerte, los problemas económicos serán una constante, así como también lo serán sus peculiares medios para obtener dinero con el que pagar a sus acreedores, en estos tiempos, vendiéndoles los regalos que le hacía el duque de Orleáns.

Pese al creciente endeudamiento, Jean de Béthencourt comenzó a ser un personaje de cierta relevancia en la corte parisina, asistía con frecuencia a las celebraciones cortesanas del duque de Orleáns, e incluso a las del sobrino de éste, el rey. Al mismo tiempo comenzaron sus problemas con la justicia, pleiteó con los herederos de Guillaume de Grainville por los derechos de uso del apellido; a esto siguieron un sin fin de pleitos, por los más variados motivos, durante los años siguientes.

En 1399 Jean de Béthencourt atravesó uno de los momentos más complicados de sus difíciles relaciones con la justicia. Debido de que unos hombres identificados como servidores suyos, y que probablemente actuaron siguiendo sus órdenes, atacaron el convento de Barville, cercano a Grainville, se vio obligado a pagar la fabulosa cantidad de mil doscientas libras, como multa a dicho convento. La cantidad era en verdad enorme, suponía dos años de las rentas de sus feudos de Béthencourt y Grainville, y más de la mitad de lo obtenido por la venta de Saclas. Se ignora si Jean de Béthencourt logró el perdón real de su multa o encontró otro medio de evitar el pago, si hay constancia de que nunca llegó a hacer frente a su deuda.

La expedición a Canarias

En los primeros años del siglo XV Jean de Béthencourt, junto con Gadifer de la Salle, que fue reclutado como su capitán, iniciaron los preparativos para la expedición a las Canarias. No se conoce ningún documento o testimonio sobre el motivo por el cual Jean de Béthencourt decidió emprender semejante aventura, máxime cuando hasta esos momentos no había dado muestras de un espíritu especialmente aventurero o guerrero. Son múltiples las hipótesis que se han propuesto, pero ninguna se ha podido confirmar con evidencias históricas, no obstante la que goza de más éxito es la ya mencionada sobre su estancia en Génova; no podemos olvidar que el ideal de cruzada era algo muy vivo aún en estos tiempos.

Debido a la abundancia de sus enemigos y de sus deudas, y con el objeto de no dejar nada tras de si de lo que estos pudieran aprovecharse o quizá con el fin de acabar de obtener el dinero necesario para la expedición, el 22 de diciembre de 1401 procedió a la venta de todos sus bienes a Hugues de Donquerre y de sus feudos a su primo Robin de Braquemont. Esta venta presentaba una profunda irregularidad, ya que al efectuarse Béthencourt dejaba sin sustento a su esposa, a la cual ya había obligado a vender sus propios bienes. Cuando Béthencourt partió, su esposa quedó sola y sin dinero en Francia, con lo que empezó un nuevo pleito entre ambos. En 1403 Jeanne du Fayel marchó a la Península Ibérica en pos de su marido para pedirle cuentas de sus actos, éste aceptó negociar y le concedió a su esposa un cuarto de las rentas de sus posesiones de Francia, pero por aquel entonces a Jean de Béthencourt no le quedaba absolutamente ninguna y desde luego que Robin de Braquemont no estaba dispuesto a compartir las rentas que legítimimamente eran ya suyas. Finalmente tuvo que ser el parlamento de París, presionado por el padre de Jeanne, el que arreglase el engaño de Béthencourt y obligase a Braquemont a compartir sus rentas con la desdichada Jeanne. Teniendo en cuenta la participación de Robin de Braquemont en el proyecto de la conquista, la venta de las posesiones de Béthencourt a éste personaje cobra una nueva importancia (véase: Historia de las Islas Canarias).

El abandono del Señorío de Canarias y los últimos años de Béthencourt

Según la crónica de la conquista, Le Canarien, Béthencourt emprendió el regreso el 15 de diciembre de 1405 y llegó a Grainville el 19 de abril de 1406, como Señor de Canarias. Estudios actuales ponen en duda la fecha de 1406, ya que según se desprende de la lectura de la propia crónica, para alcanzar Grainville en dicha fecha y antes haber pasado por todos los lugares por los que los cronistas le hacen pasar, Béthencourt se tendría que haber desplazado a una velocidad totalmente imposible para la época. En realidad, toda la parte final de Le Canarien, pertenece a la imaginación de sus autores y está sembrada de ridículos errores, tales como una supuesta visita de Béthencourt a Inocencio VII en Roma cuando el pontífice no se encontraba en la ciudad en ese tiempo.

Por todo lo anterior, no se puede asegurar a ciencia cierta la fecha de regreso de Béthencourt, pero si está demostrado que tal hecho ocurrió con anterioridad a 1412, fecha en la que está documentada su presencia en Toledo. En estas fecha Béthencourt prestó vasallaje en Valladolid a la reina viuda Catalina de Lancaster, tutora de Juan II, la cual le reconoció sus derechos sobre el señorío de Canarias. Debido a que 1412 fue el año en el que Béthencourt enfeudó los territorios recién conquistados al monarca, es más que probable que la conquista de Canarias hubiese finalizado muy poco tiempo antes.

Tras la ceremonia del homenaje de Béthencourt a Juan II y su tutora, la figura del conquistador de Canarias se pierde una vez más, quizá pasó algún tiempo en Sevilla. La hipótesis de su estancia en Sevilla se fundamenta sobre el hecho de que años después fuese nombrado vecino de tal ciudad y sobre todo debido a que para iniciar la explotación económica de los territorios conquistados el mejor lugar sería Sevilla, desde donde pudo establecer los circuitos comerciales necesarios entre Canarias y la Península. De igual modo, una vez asentado dichas relaciones, marcharía a Normandía para establecer allí el comercio de la orchilla.

De una forma o de otra, es seguro que a partir de 1415 Béthencourt se encuentra de regreso en Grainville. En estos momentos Francia e Inglaterra se encontraban de nuevo en guerra, y aunque está confirmado que en un primer momento Béthencourt acudió al llamamiento del rey de Francia, también lo está que no participó en el desastre de Azincourt del 25 de octubre de 1415. Una nueva incógnita aparece ahora en la biografía del conquistador de Canarias, por estas fechas se sabe que no sólo estaba en Grainville sino que se titulaba señor de dicho castillo, lo cual contradice la venta del mismo que hizo con anterioridad a emprender la expedición de conquista. Algunos investigadores han apuntado la idea de que Béthencourt pagaría la deuda que mantenía con su primo y que le daba a éste los derechos de Grainville, con el dinero obtenido en la conquista.

A partir de finales de 1415 parece que sus negocios en Canarias empezaron a funcionar de forma satisfactoria y Béthencourt pudo vivir de forma acomodada de las rentas obtenidas. Jean había dejado en Canarias a un supuesto sobrino, Maciot de Béthencourt, en calidad de gobernador, el cual dirigía los negocios familiares en las islas y mandaba las mercancías a su tío.

Un documento fechado en 1417, que confirmaba uno dado anteriormente, confería en nombre de Jean de Béthencourt, todo tipo de poderes sobre las islas a Maciot, hasta el punto de que le daba autoridad para venderlas o cederlas en caso de emergencia a quien fuese necesario. Maciot hizo uso de sus poderes el 15 de noviembre de 1418, cuando donó, en nombre de Jean, todas las islas Canarias a Enrique de Guzmán, conde de Niebla. Esta inexplicable cesión, justo cuando los negocios canarios empezaban a dar algún fruto, puede explicarse por los acontecimientos internacionales que desde 1415 sacudían Europa. Desde la derrota de los franceses en Azincourt, las tropas de Inglaterra se habían adueñado de amplios territorios de Francia. El avance inglés preocupó en Castilla, ya que Béthencourt como noble normando debería de prestar vasallaje en breve al rey de Inglaterra, pero la corona castellana no estaba dispuesta a admitir que dicho vasallaje se extendiera a Canarias, por lo que resulta lógico que forzase la entrega del señorío a un noble castellano como el conde de Niebla. De hecho, parece que este fue el objeto del enigmático viaje de Pedro Barba de Campos a Lanzarote, el cual instó a Maciot a que se presentase en Sevilla, donde se llevó a cabo la cesión de las islas. Efectivamente, el 16 de mayo de 1419 Jean de Béthencourt se vio obligado a prestar homenaje al rey de Inglaterra. Fuera como fuese lo cierto es que a partir de 1418 las islas pasaron a poder del conde de Niebla, el cual, curiosamente, respetó el cargo de Maciot como gobernador de Canarias.

Debido al acto de vasallaje al rey inglés, Jean pudo conservar los dos feudos que aún retenía: Béthencourt y Grainville. Los últimos años de su vida transcurrieron en el castillo de Grainville. El 11 de mayo de 1421 cedió a su hermano Morelet todas sus posesiones, con la condición de que le mantuviese mientras viviera, una vez más el señor de Béthencourt se encontraba en la ruina. El último documento en el que aparece Béthencourt con vida data del 17 de agosto de 1425, y entre este momento y el 24 de enero de 1426, cuando su hermano empezó a usar el título de señor de Béthencourt, se debe situar la fecha de su muerte. Tradicionalmente se ha situado su enterramiento en Grainville, en la iglesia del pueblo, donde hay una lápida, carente de inscripción alguna, a él atribuida.

Bibliografía

  • CIORANESCU, ALEJANDRO: Juan de Béthencourt, Santa Cruz de Tenerife. Aula de cultura de Tenerife. 1982.

  • MARTÍN, JOSÉ LUIS: La España medieval vol II, en Manual de Historia de España, Madrid. Historia 16. 1993.

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez