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Ocio y entretenimientoBiografía

Benjumea Durán, Pedro (1945-2000).

Matador de toros español, nacido en Herrera (Sevilla) el 29 de noviembre de 1945 y muerto en San Sebastián de los Reyes (Madrid) en 2000. Su afición a los toros arranca desde su más tierna infancia, ya que su padre era el mayoral de la ganadería de doña Enriqueta de la Cova. Se crió, por ello, Pedro Benjumea rodeado de toros bravos y gentes estrechamente vinculadas al mundillo taurino, lo que muy pronto le animó a tentar becerros y le facilitó el curtirse en el duro oficio de aspirante a matador de toros. Así, el día 12 de septiembre de 1965, todavía en calidad de novillero, hizo el paseíllo por vez primera en las arenas del ruedo madrileño, para presentar ante la afición más exigente del mundo las credenciales de su todavía incipiente -pero ya jalonada de meritorios éxitos- andadura novilleril. El público venteño andaba deseoso de conocer a ese intrépido muchacho cuyo desmesurado valor le había reportado, entre triunfo y triunfo, una elevada cantidad de cornadas.

Dos años después, el 27 de febrero de 1967, Pedro Benjumea Durán compareció en la plaza de toros de Castellón de la Plana, dispuesto a tomar la alternativa que había de cederle su padrino, el diestro madrileño Julio Aparicio Martínez; el cual, en presencia del coletudo jiennense Sebastián Palomo Martínez (“Palomo Linares”), que hacía las veces de testigo, le cedió la pañosa y el estoque con los que el toricantano había de acometes la lidia y muerte del toro Saleroso, perteneciente a la ganadería de don Antonio Pérez de San Fernando.

Pocos meses más tarde, Pedro Benjumea decidió confirmar ante la afición de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid) su reciente título de doctor en tauromaquia. Y así, el día 19 de mayo de aquella temporada de 1967, en el transcurso de la solemne Feria de San Isidro, compareció en dicho coso apadrinado por el mismo espada que le había concedido la alternativa en la plaza castellonense. Fue en aquella ocasión testigo de tan emotiva ceremonia el matador salmantino Santiago Martín Sánchez (“El Viti”), quien contempló cómo Pedro Benjumea confirmaba su inclusión en el escalafón de los matadores de toros midiéndose a un astado que había pastado en las dehesas de don Baltasar Ibán.

La toma y confirmación de alternativa en una misma campaña pronto revelaron la decisión y entrega del joven diestro sevillano, cuya ilusión por abrirse un hueco entre las primera figuras del toreo de su tiempo venía acompañada de un valor fehacientemente acreditado en su etapa novilleril. Las esperanzas que los aficionados habían depositado en Benjumea parecieron confirmarse durante esta feliz temporada de 1967, en la que el nuevo matador de toros llegó a intervenir en ochenta y cuatro festejos. Sin embargo, durante los años siguientes descendió de manera considerable el número de contratos que se le ofrecían, hasta el punto de provocar en el espada sevillano un malestar que desembocó en un penoso incidente.

En efecto, abatido por falta de oportunidades y deseoso de llamar la atención sobre sus facultades como matador de toros, en 1974 Pedro Benjumea se tiró de espontáneo en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Este desesperado grito de protesta le costó una sanción que, durante dos años, le impidió ejercer su profesión en cualquier plaza española. Reaparecido, finalmente, en 1976, Benjumea Durán acusó la falta de sitio que le había reportado su alocada conducta, lo que quedó bien patente en el escasísimo número de festejos en los que hizo el paseíllo.

Tras torear tan sólo un festejo en 1979, otro en 1982 y otro en 1983, se vio obligado a abandonar el ejercicio activo de la profesión al término de esta última campaña. No obstante, volvió a vestir el terno de luces el día 3 de agosto de 1986, en la plaza de toros de Mallorca. Durante dicha temporada sólo firmó tres contratos, por lo que optó por emprender otra retirada que, a la postre, resultó ser definitiva. En los últimos años de la década de los noventa volvió a vincularse al mundo taurino para seguir de cerca la vocación de su hijo Javier, decidido a seguir sus pasos en los ruedos.

El 21 de noviembre de 2000, la policía descubrió su cadáver colgado de una estructura metálica en el paraje Poblado del Race, en el término municipal de la madrileña localidad de San Sebastián de los Reyes.

Autor

  • JR. 0011 (a.ISC).