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HistoriaReligiónBiografía

Benedicto XIII o Papa Luna (1394-1423).

Papa de Aviñón, nacido en Illueca (1328) y muerto en Peñíscola (1424). De ilustre familia aragonesa, su nombre de pila era Pedro Martínez de Luna. En su juventud se dedicó a las armas y al estudio del derecho canónigo. Se doctoró en la universidad de Montpellier. Por su gran saber y sus rígidas costumbres, se ganó la admiración de Gregorio XI, el cual en diciembre de 1375 lo nombró cardenal diácono de Santa María in Cosmendi. En 1377 acompañó a la corte pontificia de Aviñón en su regreso a Roma. Un año más tarde falleció Gregorio XI, y Benedicto contribuyó a la elección de su sucesor, Urbano VI, aunque posteriormente renegó del mismo y se unió a los cardenales disidentes en Anagni. Se convirtió, entonces, en ardiente defensor de la causa de Clemente VII. Regresó de nuevo el papado a Aviñón, y Pedro de Luna se convirtió en legado pontificio, con la misión de buscar apoyos entre los reinos cristianos para el nuevo Papa. En 1381 ganó para la causa la obediencia de Castilla, posteriormente, en 1387, la de Aragón, tres años después la de Navarra, y en 1393 las de Francia, Brabante, Escocia, Inglaterra e Irlanda.

Tras la muerte de Clemente en 1394, fue ordenado sacerdote, consagrado obispo y elegido para sucederlo, bajo el nombre de Benedicto XIII, fundamentalmente por el apoyo de los cardenales aviñonenses, y por su idea de acabar con el Cisma de Occidente mediante su renuncia a la tiara a través de la via cessionis. Pero una vez alcanzada la dignidad pontificia, cambió de idea y promulgó la via iustitiae, por la cual proponía reunirse con el papa de Roma, Bonifacio IX, y decidir entre ellos cuál sería el que renunciase.

Tanto Francia como Castilla se opusieron a esta solución y en 1398 le retiraron su obediencia. El rey de Francia, a través de Juan le Meingre, puso sitio a su fortaleza y Benedicto se vio obligado a capitular. Aragón le mantuvo su apoyo y en 1403, con la ayuda del duque de Orleans y el condestable de Cataluña Jaume de Prades, consiguió huir a Marsella. En 1403, gracias a las predicaciones de Vicente Ferrer, Castilla y Francia volvieron a someterse a la obediencia hacia Benedicto.

Tras la muerte de Bonifacio IX en 1404, los cardenales de Roma eligieron rápidamente a Inocencio VIIcomo sucesor, debido a la presión de Benedicto, que intentaba invadir Italia. Al mismo tiempo su situación en Francia volvía a deteriorarse a consecuencia de los formidables gastos que la corte pontificia suponía. Por ello, a la muerte de Luis de Orleans, Francia adoptó una posición de neutralidad ante el conflicto de los dos papas. Esta situación provocó que se convocara el Concilio de Pisa en 1409, para intentar así poner fin al conflicto. Pero lejos de darle solución, se procedió a elegir un tercer pontífice, Alejandro V, que murió al año siguiente y fue sucedido por Juan XXIII.

La situación era insostenible, por lo que en 1414 se convocó el Concilio de Constanza en el cual tanto Juan XXIII como Inocencio VII decidieron abdicar; quedó solo Benedicto XIII que, al negarse a la abdicación, fue abandonado por todos los países que lo habían apoyado.

Completamente solo, en 1417 se refugió en sus posesiones de Peñíscola, donde mantuvo con tesón sus derechos hasta el momento de su muerte, ocurrida en 1424, rodeado de algunos cardenales que aún le eran fieles. Tras su muerte, su villa natal le tributó honores de santo.

Castillo de Benedicto XIII en Peñíscola (Castellón).

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez