A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
GeografíaBiografía

Bellingshausen, Fabian Gottlieb Von (1779-1852).

Marino y explorador ruso, nacido en Hohenheide en 1779 y fallecido en Kronstdadt en 1852, siendo vicealmirante.

En su juventud inició la carrera naval y con sólo 10 años comenzó como cadete; se graduó ocho años después en la Academia Naval de Kronstdadt y tomó parte en la expedición rusa que pretendía dar la vuelta al mundo. Ya con 40 años emprendió una nueva expedición, ahora encargada de explorar la región polar del Antártico. Fue gobernador de Kronstdadt y dejó escritas las obras Dos expediciones al océano Glacial y viaje alrededor del mundo (1831) y El modo de hacer la puntería en el mar.

Tras el fallecimiento de James Cook, todo el continente europeo se percató de las pocas exploraciones que se habían realizado en busca del continente austral. Así, Alejandro I, Zar de Rusia decidió organizar una expedición encargada de explorar la región polar y eligió a Fabian Gottlieb Von Bellingshausen para dirigirla. Éste se encargó de la corbeta Vostok y de una tripulación aproximada de 177 hombres, acompañados de otra embarcación, la Mirny, con otros 72 tripulantes al mando del teniente Lazarew.

Ambas embarcaciones zarparon de Kronstdadt el 3 de julio de 1819 con dirección a Portsmouth, donde Bellingshausen se entrevistó con Joseph Banks; tras reconocer las islas Georgia y Tavernay se dirigió hacia el S, alcanzado los 70º de latitud S y atravesando el Círculo Polar el 26 de enero de 1820.

El Vostok entró en Sydney el 11 de abril de 1820 y empezó a descender hacia el S, después de que le comunicaran la presencia de las islas Shetland del Sur hacia los 60º. Siguió dicho rumbo y superó los 70º de latitud S el 9 de enero de 1821. Durante esta travesía descubrieron una isla a la que denominaron "Pedro I", así como otras 17 en las aguas del Pacífico. Sobre el descubrimiento de dicha isla Bellingshausen tomó diversas anotaciones en su diario de viaje:

"A las 3 de la tarde divisamos hacia adelante, en dirección E-NE, una mancha obscura que destacaba sobre el blanco fondo helado. Todos miramos con el catalejo. No cabía duda, era tierra lo que teníamos delante. Los oficiales dirigieron también sus anteojos a la mancha. Todavía las opiniones no eran unánimes cuando un rayo de sol, desgarrando las nubes, nos mostró claramente que frente a nosotros había tierra, sobre la cual destacaban escollos y rocas de hielo y nieve. Imposible resulta describir la alegría que se apoderó de nosotros. Allí teníamos aquella tierra por la que tan frecuentemente habíamos suspirado durante las últimas semanas, que nuestra mirada había escrutado con tanto afán y de cuya proximidad habíamos dudado constantemente por no haber aparecido una señal de ella: las algas flotantes que, hasta entonces, habían sido las mensajeras de la tierra, hasta el punto de habernos habituado a ellas en todas nuestras correrías por el mar Antártico como por Georgia del Sur, por las islas Sandwich como, últimamente, en la de Macquarie. Pero aquí, en este desierto de hielo, no podía ciertamente prosperar una flora, por inferior que fuese. Cuando nos hubimos aproximado lo bastante para efectuar un buen diseño de la costa, gritamos todos, en los dos barcos, un triple hurra por nuestro emperador y procedimos luego a un intercambio de las impresiones entre los oficiales de ambas corbetas. He dado a la isla el nombre de Pedro I, en recuerdo del gran fundador de la flota rusa. Luego me dispongo a proseguir la ruta sin pérdida de tiempo, pues tengo gran confianza en otros descubrimientos, ya que no puedo imaginar que la isla de Pedro I esté aislada, sin otras próximas."

Bellingshausen circunnavegó el Polo mucho más al S de lo que lo hiciera Cook. Cuando buscaba un lugar donde pasar el invierno, encontró tierra, hecho que le hizo reclamar ser el primero en avistar el continente antártico:

"¡El 17 de enero de 1821 a las 2 de la mañana vimos tierra! Una elevada punta se proyectaba hacia el N, separada por otras montañas de relieves más bajos. El día era soberbio en todo el curso de nuestra ruta por el extremo S no habíamos tenido otro tan claro y hermoso. El hielo hacía imposible acercarse más a la tierra; pronto tuvimos que abandonar una tentativa efectuada en tal sentido. Di a esta tierra el nombre de nuestro grande y bondadoso soberano, Tierra de Alejandro I, que nos había enviado. Designo este descubrimiento como una tierra y no como una isla, porque divisamos en ella cumbres no nevadas hacia el fondo, lo cual hace presumir que hacia el S, más allá de donde alcanzan nuestras miradas, se extiende un vasto territorio probablemente cubierto de hielo y nieve en su mayor parte."

Tras 25 meses de navegación, regresaron a Kronstdadt, tras realizar un recorrido cuya longitud equivalía al doble de la circunferencia terrestre.

Bibliografía

  • TREUE, W. La conquista de la Tierra. Barcelona, Ed. Labor, 1948.

Autor

  • Elena Escobar Blanco