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DeportesBiografía

Becerra Schmidt, Óscar Daniel (1958-VVVV).

Baloncestista brasileño, nacido en Río Grande do Sur el 16 de febrero de 1958. Para muchos expertos del deporte de la canasta, se trata del mejor alero anotador de la historia del baloncesto excluidos los profesionales de la NBA, aunque no faltan quienes también incluyen a éstos en tan rotunda afirmación. Con sus 206 centímetros de altura y 110 kilos de peso, Óscar ha paseado por ambos lados del Atlántico su facilidad para el fundamento técnico por antonomasia del baloncesto: el tiro. Óscar representó en el planeta básket la quintaesencia del tirador, con una efectividad letal en todas las distancias y en todas las situaciones: en carrera tras bloqueos, en estático y, de manera general, después de realizar una fenomenal y peculiar finta, basada en un falso primer paso que amenazaba penetración, para retroceder y dejar al defensor clavado el tiempo suficiente para armar el brazo y lanzar a canasta.

En octubre del año 2001, con 43 años de edad y aún en activo, Óscar superó el récord de otro legendario y longevo profesional, Kareem Abdul-Jabbar, como el jugador que más puntos había conseguido en la historia del baloncesto. Los 46.723 puntos de Kareem fueron rebasados por el alero brasileño, encumbrándole tal vez en el lugar que más merecía, por ser inquilino habitual del número uno de las clasificaciones de máximos anotadores de los campeonatos en que participó, tanto con sus equipos como con su selección.

Carrera en Brasil (1977-1982)

Nacido en el seno de una familia de militares brasileños sin prácticamente antecedentes deportivos en la alta competición, al poco tiempo de nacer se trasladó a la capital del estado, Brasilia, donde tomó primero contacto con el deporte rey del país carioca, el fútbol. Sin embargo, en la pubertad cambió esta orientación debido, en primer lugar, a su alta estatura (con 14 años ya medía dos metros) y, en segundo lugar, al contacto con Myrura, un entrenador japonés que daba clases de baloncesto en el Unidade de Brasilia, un centro deportivo al que Óscar llegó de la mano de su progenitor para que hiciese deporte en sus ratos libres. El entrenador Myrura, al que Óscar siempre ha mostrado una devoción especial, enseñó al futuro astro brasileño los primeros fundamentos del baloncesto, haciendo especial hincapié en la sensibilidad de las yemas de los dedos sobre el balón a la hora del lanzamiento a canasta. A juzgar por los resultados posteriores, los consejos de Myrura no fueron en balde, pues Óscar, con apenas 16 años, fue fichado por el Palmeiras Sport Club, un pujante equipo profesional, con el que debutó en el campeonato paulista en la temporada 1975-76. Allí coincidió con el que sería su segundo gran maestro, el legendario pívot zurdo Maciel Ubiratán, que había regresado a Brasil después de una breve pero exitosa carrera profesional en el baloncesto italiano. Después de haber ganado varios campeonatos paulistas y dos ligas brasileñas (1975-1977), en este último año Óscar se incorporó a la selección brasileña que ganó la medalla de oro en el Campeonato Sudamericano de Valdivia, lo que representó su primer gran triunfo a nivel continental.

Tras sumar una nueva liga con el Palmeiras en la temporada 1977-78, el más poderoso club brasileño, el Sirio de Sao Paulo, se hizo con sus servicios justo después de que, con Óscar de jugador destacado (fue elegido en el cinco ideal del campeonato), la selección carioca consiguiese la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de Manila '78, en el que sólo los dos colosos europeos, Yugoslavia y la URSS, estuvieron por encima de Brasil. Su primer año en el Sirio fue absolutamente espectacular, liderando los triunfos de su equipo en la liga paulista, en el campeonato brasileño absoluto y, en especial, en la Copa Mundial de Clubes (trofeo Willie Jones), a lo que hay que sumar, con la selección, la medalla de plata del Campeonato Sudamericano de Selecciones de Bahía Blanca '79, y la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de San Juan '79, en la que los tiros de Óscar enviaron a casa a una bisoña selección universitaria de Estados Unidos entrenada por Bobby Knight. El alero continuó militando en el Sirio de Sao Paulo hasta la temporada 1981-82, pero los resultados a nivel de club no fueron tan exitosos, ya que sólo consiguió sumar una nueva liga paulista en 1979-80. Tampoco con la selección le rodaron mejor las cosas, ya que de nuevo Brasil se tuvo que conformar con la plata en el Campeonato Sudamericano de Montevideo '81. No obstante, Óscar jugó sus primeros Juegos Olímpicos en Moscú '80, y allí, por encima del quinto puesto alcanzado por Brasil, fue donde los ojeadores europeos, principalmente italianos, comenzaron a seguir escrupulosamente las evoluciones de este alero, altísimo para la época, que las enchufaba desde todas partes. Los malos resultados obtenidos por el Sirio de Sao Paulo eran motivados, entre otras razones, por la grave crisis económica que sufría Brasil, lo que repercutía negativamente en los salarios de los deportistas. Por esta razón, tras jugar con la selección brasileña el Mundial de Colombia '82, en el que los canarinhos alcanzaron un honroso quinto puesto, Óscar decidió aceptar la oferta de un equipo italiano, el Pallacanestro Caserta, y emular a su ídolo Ubiratán en el baloncesto europeo. Allí iba a formar pareja con otro extraordinario tirador, el bosnio Mirza Delibasic, aunque la enfermedad de éste le hizo retirarse del baloncesto, con lo que los aficionados no pudieron disfrutar de la que, sin duda, hubiera sido una de las mejores parejas de la Historia de este deporte.

El salto a la Lega italiana (1983-1993)

En el club casertino, más conocido durante la década de los '80 del siglo XX por sus variadas denominaciones comerciales (Indesit, Mobilgirgi, Snaidero, Phonola...), Óscar conoció las mieles del triunfo y el reconocimiento de todo el mundo del baloncesto. Durante sus dos primeras temporadas se proclamó máximo encestador de la Lega, con medias de 29'9 y 28'1 puntos por partido respectivamente, y en el Campeonato Sudamericano de Sao Paulo '83 Óscar catapultó a los cariocas hacia la medalla de oro. Para entonces, era capaz de anotar 30 o 40 puntos por partido con una facilidad pasmosa, haciendo valer su envergadura ante defensores generalmente más bajos, pero también un juego en el poste bajo que finalizaba indefectiblemente con un tiro elevadísimo incapaz de defender por el rival. Óscar dio un recital anotador en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles '84, en los que el noveno puesto de Brasil no afectó un ápice al asombro con que los técnicos locales asistían a los partidos en que el alero actuaba. De esta forma, la mismísima liga profesional norteamericana, la NBA, que en aquellos tiempos apenas se fijaba en jugadores no estadounidenses, comenzó a seguir sus pasos hasta que uno de sus equipos, los New Jersey Nets, lo eligió en el draft de 1984 (quinta ronda, puesto 131). No obstante, Óscar no vio demasiado claro su futuro en la NBA y decidió continuar su carrera en Italia con el Pallacanestro Caserta, aunque durante todos los veranos su marcha a la NBA era una de las especulaciones más sonadas del mercado.

En la temporada 1984-85 comenzó a aplicarse en el reglamento FIBA una novedad importada de la NBA: la concesión de tres puntos para todas las canastas conseguidas desde más allá de una línea semicircular situada a 6'25 metros del aro. Ni que decir tiene que el fino tirador brasileño fue uno de los jugadores más beneficiados por esta nueva regla, llegando a conseguir una marca estratosférica de 66 puntos en un encuentro con el Indesit Caserta en la temporada 1984-85. Sin embargo, los títulos a nivel de club se le resistían, ya que el equipo casertino pretendía ser una alternativa en el sur de la península itálica al poder de los grandes clubes del norte (Varese, Milán y Cantú), aunque el nivel todavía estaba un peldaño por debajo. En la temporada 1985-86, el Mobilgirgi Caserta rozó la gloria continental jugando la final de la Copa Korac contra otro equipo italiano, el Banco di Roma, pero Óscar hubo de conformarse con el subcampeonato pues los romanos se impusieron en los dos encuentros (78-84 en Caserta y 73-72 en la capital italiana). No obstante, Óscar se desquitaba jugando en verano con la selección brasileña, a la que aupó a una nueva medalla de oro en el Campeonato Sudamericano de Medellín '85, el último disputado por el astro carioca, que desde entonces prefirió descansar en las citas continentales aunque sí jugaba en las grandes ocasiones mundiales y olímpicas. Precisamente en el Mundial de España '86, Óscar se convirtió en la gran pesadilla de la selección local, a la que apeó de los puestos de honor con una soberbia actuación en la fase previa, en la que Brasil derrotó a los locales por 72-86. Las grandes estrellas españolas que se alternaron en la defensa del brasileño, como Epi, Andrés Jiménez o Sibilio, no pudieron hacer nada para frenarle. Brasil fue derrotada en semifinales por la selección de Estados Unidos y también se plegaron en el partido por la medalla de bronce ante la potente selección de Yugoslavia, aunque por su juego tal vez merecieron mejor suerte los canarinhos que el cuarto puesto final. Además de Óscar, líder y capitán del equipo, el ogro brasileño lo integraban otros jugadores como Maury, Pipoça, Marcel de Souza, Israel, Gerson Victalino, Paulinho, Rolando Ferreira.. Todos ellos, dirigidos por Ari Ventura Vidal, conformaron una de las mejores selecciones de la historia del baloncesto, con un juego espectacular y efectivo que todavía es recordado por los acólitos del deporte de la canasta.

En la Lega italiana, Óscar continuaba con medias superiores a 30 puntos por encuentro, haciendo baldíos los esfuerzos de técnicos y jugadores rivales para frenar sus tiros, pero los títulos se le seguían resistiendo. Durante la temporada 1986-87, al interés de los New Jersey Nets por incorporarle a su plantilla se unió el de los dos grandes equipos españoles, Barcelona y, sobre todo, Real Madrid, que le tuvo prácticamente atado antes de que la continua demostración de cariño profesada hacia Óscar por los aficionados de Caserta le hiciese renunciar a las estelares cantidades económicas ofrecidas por los madridistas para continuar en su casa italiana. Y es que el equipo casertino, entrenado por el yugoslavo Bogdan Tanjevic, era, sin duda, uno de los clubes más peculiares del continente, primero por el nivel de cercanía social a sus aficionados y también por sus poco habituales contrataciones: era de los pocos equipos que no cubrían sus dos plazas de extranjeros con jugadores norteamericanos, sino que a Óscar se le unió otro de los más destacados jugadores sudamericanos, el escolta uruguayo Horacio Tato López, o incluso el pívot búlgaro Georghe Glouchkov, el primer europeo no formado en el baloncesto norteamericano que había jugado en la NBA (Phoenix Suns). La temporada 1986-87 continuó con los derroteros habituales para Óscar: 33'7 puntos de media en Caserta y ausencia de títulos; ahora bien: el desquite con la selección brasileña fue uno de los momentos estelares de su carrera: en el verano de 1987, Brasil se alzó con la medalla de oro de los Juegos Panamericanos de Indianápolis, derrotando en su propia pista a una potentísima selección de Estados Unidos plagada de futuros NBA, como David Robinson, Rex Chapman y Danny Manning. Óscar fue el mejor jugador del campeonato y en la final, con 46 puntos anotados, contribuyó profundamente a ese paulatino acercamiento del baloncesto del resto del planeta a las cotas marcadas por la NBA.

Durante la temporada 1987-88, en la que Óscar promedió la inalcanzable media de 37'2 puntos por encuentro en la Lega, por fin llegó el primer título para el Snaidero Caserta, que se proclamó campeón de la Copa de Italia. En el verano, compitió con la selección brasileña en sus terceras olimpíadas particulares, las de Seúl '88; aunque no consiguió subir del quinto puesto conseguido en la cita mundial, añadió una nueva muesca a su historial proclamándose máximo encestador de unos Juegos Olímpicos, con 338 puntos totales (42'5 por partido). Al año siguiente, Óscar volvió a repetir una media de puntos escalofriante (35'6) y de nuevo intentó guiar al equipo hacia las más altas cotas, ya que el Palacio de la Paz y la Amistad de Atenas vivió una de las finales continentales más espectaculares de la historia del baloncesto: el Snaidero Caserta de Óscar, Gheorge Glouchkov y Ferdinando Gentile, contra el Real Madrid de Drazen Petrovic, Fernando Martín y Chechu Biriukov. Los 40 minutos acabaron con victoria blanca por 117-113, aunque para el espectador aquella final de la Recopa de Europa (actual Copa Raimundo Saporta) siempre será recordada por el grandioso duelo anotador entre la máquina croata, Petrovic (63 puntos), y el tirador brasileño, Óscar (47 puntos). En la temporada 1989-90, la sustitución de la junta directiva del Pallacanestro Caserta y el relevo del entrenador Bogdan Tanjevic causaron cierto malestar en la plantilla, lo que, unido a la disminución presupuestaria del conjunto provocada por la entrada de un nuevo patrocinador (Phonola), hizo que fuese la última temporada de Óscar en Caserta... eso sí, con 32'7 puntos de media por encuentro.

La despedida de Óscar de Caserta no fue todo lo grata que sus años en el equipo y su extraordinario rendimiento hubieran merecido; incluso hubo quien le acusó de ser ya demasiado mayor para jugar al más alto nivel. Óscar, que contaba entonces con 32 años, volvió a dar una magistral lección de juego en los Mundiales de Argentina '90, proclamándose máximo anotador del torneo y protagonizando partidos memorables, como aquel en que endosó 50 puntos a la selección australiana. En Italia no se habían olvidado de él, por lo que un equipo modesto, el Fernet Branca de Pavía, le contrató para continuar jugando en la Lega. Aunque nunca Óscar se caracterizó por declaraciones altisonantes o por ser un jugador conflictivo, a buen seguro que su actuación en el equipo de Pavía hizo callar muchas de las voces que le acusaban de ser demasiado veterano: en la temporada 1990-91 se proclamó de nuevo máximo anotador de la Lega, con una media casi extraterrestre de 44 puntos por partido. El equipo de Pavía siguió gozando dos años más de las canastas del astro carioca (37'7 y 39'6 fueron sus promedios), antes de que, después de repetir con Brasil el quinto puesto olímpico en Barcelona '92, Óscar decidiese emigrar a la liga ACB española.

Tras una década en el baloncesto transalpino, la huella de Óscar es imborrable. Participante continuo en los All-Star de la Lega (desde Caserta '83 hasta Roma '93), fue nombrado mejor jugador de este Partido de las Estrellas en el celebrado en Roma '87, además de ganar el popular concurso de triples en cuatro ocasiones (Roma '87, Roma '88, Roma '89 y Roma '93). Precisamente en este último concurso de triples, en el que compitieron conjuntamente las estrellas de la Lega italiana y de la ACB española, Óscar hizo enloquecer a los 16.000 asistentes al evento en el Palaeur de Roma con una serie prácticamente impecable de 22 canastas triples sobre 25 posibles. De las diez temporadas jugadas en Italia, en cinco de ellas logró proclamarse máximo encestador (capo canioneri, como se conoce popularmente a este galardón) del campeonato: con el Pallacanestro Caserta en las temporadas 87-88 y 88-89, y sus tres últimas con el Fernet Branca Pavía. Pero tal vez el máximo reconocimiento de Óscar, además del cariño de toda la afición italiana al pallacanestro, haya sido el figurar en el número 1 de la lista de máximos anotadores absolutos de la Lega, con 13.957 puntos. Figuras del baloncesto azurro tan destacadas como los nacionales Antonello Riva, Dino Meneghin, Pierluigi Marzorati, Roberto Premier o Roberto Brunamonti, y también los extranjeros Manuel Raga, Bob Morse, Mike D'Antoni o Bob MacAdoo, jamás conseguirán rebasar una marca que se antoja inalcanzable para cualquiera: tal es legado que este auténtico fenómeno brasileño de los parqués dejó en el baloncesto italiano.

Óscar en la ACB (1993-1995)

El Fórum Filatélico de Valladolid, un club modesto de la liga española ACB pero también de los más clásicos, fue quien, tras haber disfrutado de las delicias de otras dos grandes estrellas europeas (los lituanos Arvidas Sabonis y Valdemaras Homicius), se decidió a contratar a Óscar para jugar en España, intento que, durante los años dorados del carioca en la Lega italiana ya habían realizado los dos clubes hispanos más poderosos económicamente, Real Madrid C. F. y F. C. Barcelona. Sin embargo, Óscar, al contrario que algunas pseudoestrellas del deporte profesional, siempre cumplió los contratos que firmaba, por lo que los cantos de sirena no hicieron efecto hasta que, rota su vinculación con el Pallacanestro Pavía, el equipo pucelano le incorporó a su filas.

En los años '90 del siglo XX, la ACB española había desbancado a la Lega italiana como la competición doméstica más fuerte del continente europeo. A pesar de que, para algunos periodistas y críticos, los 35 años de Óscar le acabarían pesando, el astro brasileño les volvió a demostrar cuán equivocados estaban. En su par de campañas acribillando los aros de la ACB, Óscar disputó 71 partidos y anotó 2.009 puntos (más de 28 por encuentro). En su primera temporada, formando trío de extranjeros con el ruso Andrei Fetissov y el norteamericano Melvin Robinson, Óscar se proclamó máximo encestador de la ACB, con 930 puntos totales (33'2 por partido). En su segunda temporada, de nuevo acompañado de Fetissov y del centroafricano Anicet Lavodrama, Óscar quedó segundo máximo encestador (911, 23'97 puntos de media), únicamente superado por el norteamericano Darrell Armstrong (que posteriormente jugaría en la NBA). Donde no tuvo rival en sus dos años en la ACB fue en los lanzamientos triples: con 132 (de 314 intentados) en la primera temporada, y 160 (de 330 intentados) en la segunda, Óscar culminó una presencia anotadora del más alto nivel en la ACB, donde todavía hoy ostenta el récord de más triples convertidos en un solo partido, 11 (de 19 intentos), endosados al Club Baloncesto Murcia el 19 de marzo de 1994.

El astro brasileño participó también con éxito en el All-Star de la ULEB (Unión de Ligas Europeas) celebrado en Valencia '94, y acaparó numerosas nominaciones durante su estancia en la liga ACB, como, por ejemplo, ser cuatro veces mejor jugador de la semana en la temporada 1993-94 y una vez en la temporada siguiente. Sin embargo, por encima de las estadísticas y de los trofeos, sin duda aspectos demasiados fríos para analizar la personalidad de un gran deportista como lo fue Óscar, uno de los momentos cumbres de su carrera en España tuvo lugar el 20 de noviembre de 1994, cuando el Fórum de Valladolid jugaba un partido en casa contra el todopoderoso F. C. Barcelona, uno de los mejores clubes europeos. En el encuentro, las canastas de Óscar se sucedían sin interrupción encarrilando a su equipo hacia una histórica victoria sobre tan prestigioso rival; sin embargo, la remontada de los blaugrana en la segunda parte hizo que, en el último segundo, una canasta triple de José Antonio Montero les diese el triunfo por 78-79. Paradójicamente, la imagen del encuentro no estuvo en la alegría de la piña de jugadores barcelonistas, sino en un Óscar llorando de rabia en el centro de la pista por haber perdido el partido. Con 36 años, curtido en mil batallas baloncestísticas, ganador de medallas de oro y de trofeos de todo tipo, al jugador brasileño todavía le dolía en el alma perder un mero partido de liga con su club. Este ejemplo da buena cuenta de por qué todos los analistas que pronosticaron su bajo rendimiento por causas de edad se equivocaron: cuando todavía se disfruta entrenando diariamente tras 20 años en la elite, cuando todavía duele de esa forma perder un encuentro, poco importa la edad que tenga el jugador.

Aunque la estancia de Óscar en tierras españolas fue tan solo de dos años, rápidamente se convirtió en un ídolo para la afición hispana, sobre todo la de Valladolid. Cuando se hizo oficial su retorno a Brasil tras la finalización de la campaña 1994-95, el Fórum Filatélico organizó una fiesta de despedida que abarrotó el pabellón del Pisuerga, donde disputa sus encuentros el club local. La entidad patrocinadora se sumó al evento recogiendo la vida de Óscar en un libro editado para la ocasión, y hasta la mismísima ACB, saltándose todas las reglas protocolarias porque "el jugador así lo merecía", condecoró a Óscar con la insignia de oro y brillantes del organismo, la más alta condecoración del baloncesto profesional español. A veces, no es tan complicado competir al máximo nivel y ser un caballero del deporte, como es el caso de Óscar, un caso ciertamente complejo de jugador que ha dejado tantos amigos como canastas en su devenir profesional.

Regreso a Brasil (1995-VVVV)

Después de 12 años alejado de su familia, Óscar retornó a Brasil pero no se retiró del baloncesto, sino que continuó jugando en la liga del país carioca. Aunque tradicionalmente esta competición no está considerada como muy competitiva, no se debe minusvalorar, ya que año tras año son legión los jóvenes talentos, sobre todo físicos, que la engrosan con intención precisamente de emular al ídolo brasileño y cruzar el charco en busca de un equipo europeo. En las temporadas 1995-96 y 1996-97 Óscar militó en uno de los más prestigiosos equipos canarinhos, el Corinthians de Sao Paulo, con el que se proclamó campeón de la Liga en la primera temporada y con el que batió el récord de puntuación en un encuentro, al registrar 74 puntos (40 llevaba ya al descanso) en un partido de la temporada 1996-97. A final de esta última temporada, concretamente el 18 de julio 1997, al deportista brasileño le cupo el honor de recibir la Orden Olímpica, de manos del COI, por su trayectoria completa en el deporte de la canasta. Óscar continuó dos temporadas más en el Corinthians antes de fichar, en la temporada 1999-00, por el Flamengo de Río de Janeiro, con el que se proclamó, por enésima vez, máximo encestador de la liga en la temporada 2000-01, con 999 puntos totales y 33'3 por partido... ¡a los 42 años!

Precisamente con el histórico club rojinegro conseguiría Óscar el hito más importante de su carrera: convertirse en el máximo anotador de la historia del baloncesto. Hubiera podido conseguirlo en la jornada anterior, en la que el Flamengo se deshizo con facilidad del C. B Comary por 129-83, pero Óscar, después de lograr 31 tantos en los tres primeros cuartos, quedándose a tan sólo 6 del récord, prefirió celebrarlo en el Pabellón del Flamengo, conocido como Maracanazinho, ante sus aficionados y su familia. De esta forma, el 27 de octubre de 2001, Óscar rebasó la anterior marca de 46.723, en posesión del NBA Kareem Abdul-Jabbar desde 1989, y la dejó en 46.727, aunque habrá que esperar hasta el final de la temporada en curso para saber en qué cantidad inalcanzable queda el nuevo listón. En cuanto superó el récord, el partido se detuvo y el Flamengo le hizo entrega de una placa conmemorativa de la ocasión. Óscar anunció su retirada para el final de esta temporada, y el club Flamengo aseguró que, en ese caso, el homenaje sería el habitual en el mundo de la canasta: retirar su dorsal, el sempiterno número 14, para que ningún otro jugador pueda usarlo. La emoción en el momento del récord embargó al astro brasileño, que, humildemente, agradeció a su familia, a todos sus compañeros de sus equipos y a todos sus entrenadores el haber podido llegar a ese momento.

La leyenda de Mano Santa

En Brasil, a Óscar se le conoce con un apodo ganado a pulso a través de multitud de partidos: Mano Santa. Y es que las canastas del artillero carioca han hecho amar el baloncesto a tres generaciones de espectadores de todo el mundo. Curiosamente, durante su carrera en Europa fue conocido como "Óscar Schmidt", a pesar de que con singular paciencia siempre se encargó de declarar en multitud de entrevistas que su primer apellido era "Becerra" y no "Schmidt". Fue en esa época cuando era capaz de asombrar a sus compañeros de equipo, por ejemplo, encestando 196 tiros libres consecutivos, 83 triples sin fallo o, incluso, 5 de 10 lanzamientos desde el centro del campo. Sus detractores decían de él que era lento, que no sabía botar ni pasar, que apenas saltaba y que nunca defendía. En efecto, no fue Óscar un portento físico, y con los años su aportación en rebotes se fue diluyendo. Por supuesto, tampoco defendía, pero con más de 30 puntos de media por partido durante 25 años, ¿de verdad le importaba a alguien que no defendiese? En lo que todo el mundo estaba de acuerdo era en asentar que no ha habido ningún jugador en el mundo, salvo el profesional de los Boston Celtics Larry Bird (un caso similar al de Óscar), con tanto talento para el lanzamiento exterior en el baloncesto. Con este don, más la entrega, la concentración y el amor por el deporte de la canasta, Óscar palió sus desventajas físicas con un saldo ampliamente positivo.

Óscar es uno de los dos posesores (el otro es el australiano Andrew Gaze) de otra marca que difícilmente será igualada: haber disputado cinco Juegos Olímpicos (de Moscú '80 a Atlanta '96; Los Ángeles '84 a Sydney '00 el aussie). El carioca, sin embargo, sí posee un registro en solitario de también difícil acercamiento: ser el máximo anotador de unos Juegos Olímpicos. De la selección brasileña, a priori, se retiró tras Barcelona '92, pero el mal resultado de los canarinhos en el Mundial de Canadá '94, hizo que la federación instase a Óscar a regresar al combinado para elevar el nivel de juego y, de camino, hacer que Óscar estableciera la marca de cinco Olimpíadas consecutivas. En total, el fenomenal alero brasileño disputó 326 partidos con su selección, en los que logró 7.693 puntos (más de 23 por partido), puntos que engrosaron el récord de anotación. Ningún mejor final para el más grande tirador de todos los tiempos, ejemplar deportista y ejemplar persona.

Enlaces en Internet

http://www.acb.com; Página web oficial de la liga ACB, con información de la carrera de Óscar

Autor

  • Óscar Perea Rodríguez.