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MúsicaBiografía

Bartoli, Cecilia (1966-VVVV).

Cantante mezzosoprano italiana nacida en Roma el 4 de junio de 1966. Ha triunfado en todo el mundo con la interpretación de papeles de Mozart (1765-1791) y Rossini (1792-1868), autores que, junto con los compositores barrocos peor conocidos, constituyen la base más sólida de su repertorio.

Considerada como una de las intérpretes de ópera más destacadas de finales del siglo XX y comienzos de la siguiente centuria -como queda bien patente en las elevadas ventas de sus discos y en su constante aparición en los principales escenarios operísticos de todo el mundo-, en su persona y trayectoria profesional se da una circunstancia que la convierte en una cantante singular dentro de su profesión: se consolidó como una excelente mezzosoprano a muy temprana edad (cuando contaba alrededor de veinte años), sin necesidad de haber ido cimentando su éxito en una progresiva cadena de actuaciones prolongada durante muchos años (como suele ser pauta habitual entre sus colegas).

En buena medida, en esta precocidad de la intérprete italiana influyó, de forma decisiva, la dedicación laboral de sus padres, ambos dedicados profesionalmente al bel canto. Ellos le dieron sus primeras lecciones de canto, y la animaron a familiarizarse con los escenarios a muy temprana edad, hasta el extremo de hacerla debutar a los nueve años, interpretando a un pastorcillo de Tosca, de Puccini (1858-1924), sobre las tablas del Teatro de la Ópera de Roma.

Ya en plena juventud, Cecilia Bartoli perfeccionó, en el prestigioso conservatorio romano de Santa Cecilia, las técnicas que le habían enseñado sus padres. Y así, con tan sólo diecinueve años de edad se presentó a un aplaudido show televisivo de la RAI, cuyo presentador, Riccardo Muti, supo advertir el talento de la joven y propició su presentación en una audición que habría de celebrarse en la famosa Scala de Milán. Bartoli -que, junto a otras jóvenes promesas de la música italiana, como Katia Ricciarelli y Leo Nucci, se había proclamado vencedora del citado concurso televisivo- supo estar a la altura de las circunstancias en esa prueba celebrada en la catedral operística milanesa, por lo que, a partir de entonces, su nombre comenzó a figurar en los repartos de diferentes montajes.

Uno de los primeros descubridores del talento de Cecilia Bartoli fue el célebre director de orquesta Herbert von Karajan (1908-1989), quien, consciente de las enormes posibilidades que atesoraba en sus cuerdas vocales, la invitó a participar en el Festival de Salzburgo de 1990. Pero la muerte del maestro austríaco, sobrevenida en 1989, impidió que Bartoli pudiera tomar parte en esa relevante cita musical.

Poco después, su meteórica carrera recibió un impulso decisivo merced a la intervención del afamado pianista y director de orquesta israelí Daniel Barenboim (1942- ), quien, tras haber asistido a una actuación de Bartoli en el curso de una gala de homenaje a la gran diva Maria Callas (1923-1977) -retransmitida por la televisión francesa-, quedó fascinado por la tesitura de la voz de la intérprete romana y le ofreció la oportunidad de presentarse en la Sala Pleyel de París.

A partir de entonces, trabajando bajo la batuta del susodicho Barenboim y, en otras ocasiones, a las órdenes de Nikolaus Harnoncourt, Cecilia Bartoli comenzó a ser conocida en los escenarios de todo el mundo -ha actuado, entre otros lugares, en el Maggio de Florencia, en la Ópera Bastille de París, en el Liceo de Barcelona, en el Metropolitan de Nueva York y en la Scala de Milán-, y a ser celebrada por su maestría en la interpretación de partituras compuestas por Mozart. Precisamente de la mano del genial compositor austríaco hizo su debut, en 1996, en el famoso Metropolitan de Nueva York, donde cautivó al público y a la crítica con su magistral encarnación del personaje de Despina en Così fan tutte.

Al año siguiente, la mezzosoprano italiana volvió a fascinar a los neoyorquinos del Metropolitan con su actuación en La Cenerentola (La Cenicienta), de Rossini. En su repertorio -que no es excesivamente amplio, dada las limitadas posibilidades de su bellísima voz "cavernosa"-, figuran otras óperas de este compositor, como El barbero de Sevilla (donde la Bartoli borda el papel de Rosina), así como su impresionante composición religiosa Stabat mater (1842), que, en la garganta de la cantante italiana, se convierte en una de las piezas cumbres de la música religiosa de todos los tiempos.

De su otro compositor favorito, Wolfgang Amadeus Mozart, ha interpretado no sólo el Così fan tutte, sino también otras obras tan relevantes como Don Giovanni, Las bodas de Fígaro y el Réquiem. Además, dentro de su reducido repertorio, la Bartoli incluye composiciones de grandes maestros del Barroco como Vivaldi (1678-1741), Haydn (1732-1809), Salieri (1750-1825) y Glück (1714-1787). Precisamente con una ópera de este último compositor, la Eurídice, obtuvo un éxito clamoroso en Viena en 1995.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.