Barnes, Djuna (1892-1980).
Poetisa, narradora, dramaturga y pintora estadounidense, nacida en Cornawll-on-the-Hudson (Nueva York) en 1892, y fallecida en Nueva York en 1980. Artista polifacética y genial, dotada de una vasta cultura y una sensibilidad extraordinaria para expresarse en cualquier modalidad genérica, se convirtió en una de las musas míticas de los círculos vanguardistas neoyorkinos y parisienses durante el primer tercio del siglo XX.
Aunque nació y murió en la cosmopolita urbe norteamericana, Djuna Barnes residió durante gran parte de su vida en la capital francesa, donde completó su formación artística y académica y trabó contacto con los principales representantes de los movimientos vanguardistas que, por aquel entonces, estaban conmoviendo los cimientos de todas las disciplinas creativas. En su faceta de artista plástica, pintó algunas obras que pronto se situaron entre las piezas de culto de la vanguardia norteamericana de entreguerras, hasta el extremo de quedar expuestas de forma permanente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Sin embargo, Djuna Barnes aún fue más celebrada como escritora, y muy particularmente en su faceta de narradora. Se dio a conocer con la publicación de una serie de obras que, aunque menores, ya anunciaban su asombrosa versatilidad (cuentos, poemas y dramas), al tiempo que mostraban una especial predilección por la recuperación de antiguas resonancias de la literatura inglesa de los siglos XVI y XVII. En cualquier caso, estas publicaciones primerizas deslumbraron a críticos y lectores por el asombroso despliegue de imaginación de que hacía gala su autora, mujer dotada de una poderosa inventiva que, en su rareza fascinante, se presentaba como uno de los mejores recipientes para asimilar las innovadoras propuestas de los pujantes movimientos de vanguardia.
Entre sus narraciones más celebradas, resulta obligado recordar la novela titulada Nightwood (El bosque de la noche, 1936), un alucinante relato que, sirviéndose de un barroquismo extremo en el lenguaje, logra crear un espeluznante clima de misterio y terror. La desquiciada esfera psíquica en que se sitúan sus personajes contribuye también a presentar un mundo onírico que, en clara deuda con los postulados surrealistas, se carga de imágenes nocturnas, plasmaciones de las fuerzas del mal y, en general, múltiples referencias sobrenaturales.
A partir de 1939, Djuna Barnes abandonó París para refugiarse en su aislada mansión neoyorquina de Greenwich Village, donde vivió durante cerca de dos decenios sin salir del letargo creativo en el que la habían sumido los excesos de las ya desgastadas vanguardias. Pero en 1958 rompió este silencio literario con la publicación de The antiphon (La antífona), un extraordinario drama poético que vino a confirmar su valía como escritora, independientemente del favor o el desprecio de las corrientes literarias más o menos pasajeras. Esta valía se hizo aún más patente con la aparición de las Obras escogidas (1962).
