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LiteraturaBiografía

Ballagas, Emilio (1908-1958).

Poeta y ensayista cubano, nacido en Camagüey en 1908 y fallecido en La Habana en 1958. Autor de una notable producción lírica que, alimentada en un principio por los ecos vanguardistas procedentes de Europa, parte de los cánones estéticos de la poesía pura para acabar inscrita en la mejor tradición de la poesía negra indigenista, está considerado -junto a sus compatriotas Nicolás Guillén, Eugenio Florit y Mariano Brull, y al puertorriqueño Luis Palés Matos- como uno de los principales cultivadores de esta corriente poética específica de las Letras hispanoamericanas. No obstante, frente a la acusada intención social que alcanzan los poemas negristas de los citados autores, la poesía de Emilio Ballagas presenta la particularidad de acallar ese tono de agria denuncia para concentrarse en la mera contemplación estética del mundo negro y en la glosa entusiasta de sus costumbres y formas de vida.

Inclinado desde su temprana juventud hacia el conocimiento de los saberes humanísticos y el cultivo de la creación literaria, el poeta de Camagüey cursó estudios superiores de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, de donde egresó con un título que le permitió orientar su trayectoria laboral por el sendero de la docencia. En efecto, durante buena parte de su vida Emilio Ballagas se dedicó a impartir clases de literatura en diferentes centros escolares e instituciones de enseñanza, al tiempo que iba perfilando una brillante producción poética que se asomó por vez primera a las librerías de su isla antillana a comienzos de los años treinta, a través de una opera prima titulada Júbilo y fuga (La Habana: Ed. La Cooperativa, 1931). Previamente, Ballagas se había dado a conocer como poeta merced a algunas composiciones primerizas publicadas en la revista Antenas (1928-1929) y a su pertenencia al grupo poético "Avance", integrado por alguno de los jóvenes autores mencionados al comienzo de estas líneas. Tanto en este colectivo como en la citada publicación periódica y en el primer poemario impreso de Ballagas, el escritor de Camagüey manifestó su inicial preferencia por el cultivo de la poesía pura, en un juego de lúcido hedonismo que no lograba eclipsar, empero, el florecimiento de una creciente sensación de angustia.

La evolución de algunos de los miembros más destacados del grupo "Avance" hacia el cultivo de los ritmos y el tratamiento de los temas brindados por la tradición folclórica afro-cubana arrastró a Emilio Ballagas hasta el subgénero de la poesía negrista, al que dedicó, tres años después de la aparición de su primer libro de poemas, todo un volumen de versos que anunciaban su naturaleza e intención desde el propio título de la obra: Cuadernos de poesía negra (Santa Clara: Imprenta La Nueva, 1934). Como ya se ha indicado anteriormente, predomina, en estas composiciones afro-cubanas de Ballagas, la descripción fidedigna de diversos aspectos de la vida de los negros cubanos, dentro de un tono costumbrista que se recrea principalmente en ese colorido externo antepuesto a las pocas muestras de inquietudes sociales que ofrece el autor.

Posteriormente, Emilio Ballagas recordó su etapa de militancia entre las filas de los poetas puros y definió la concepción que entonces tenía de la poesía como una especie de estado hedonista en el que la exaltación gozosa de las sensaciones estaba muy por encima de los conceptos cristianos de culpa y pecado (véase hedonismo). Pero, a partir de esta constatación, abandonó definitivamente la poesía pura para ir evolucionando, a través de dos composiciones tan célebres en la historia de las Letras cubanas como "Elegía sin nombre" (1936) y "Nocturno y elegía" (1938), hasta una lírica mucho más íntima y recogida, alentada por un cierto impulso neorromántico que dejó huellas bien palpables en los versos amorosos del poemario Sabor eterno (La Habana: Ed. Héroe, 1939).

En esta nueva entrega poética de Emilio Ballagas, los poemas surgen como intentos de respuesta a una profunda crisis que se manifiesta en un doble plano: por un lado, en una inquietud ontológica y metafísica que le conduce a interrogarse sobre su propio ser; y, por otra parte, en una reflexión acerca de la materialización del sentimiento amoroso, tanto en su vertiente humana y carnal como en su dimensión espiritual y religiosa. Estas preocupaciones trascendentes confieren a Sabor eterno un carácter de obra reflexiva y conceptual que, combinado con esa plasmación de los anhelos amatorios del autor, acusa en ocasiones el influjo del mejor Cernuda.

En el último ciclo de la trayectoria poética de Emilio Ballagas triunfa plenamente esa inquietud religiosa apuntada en algunas composiciones de Sabor eterno, y enunciada ya de forma explícita en títulos como Nuestra Señora del Mar (La Habana, 1943) y Cielo en rehenes (La Habana, 1951), obra -esta última- galardonada en 1951 con el prestigioso Premio Nacional de Poesía. Dentro del retorno al estilo clasicista presente en estos dos puede encuadrarse también la siguiente entrega lírica del escritor de Camagüey, titulada Décimas por el júbilo martiano en el centenario del Apóstol José Martí (La Habana: Comisión Organizadora de los Actos y Ediciones del Centenario y del Monumento de Martí, 1953).

El resto de su corpus poético se completa con otros títulos como Sergio Lifar, el hombre del espacio (La Habana, 1938) y La herencia viva de Tagore (La Habana: Ed. Clavileño, 1941). El interés suscitado en todo momento en las Letras cubanas por la obra de Emilio Ballagas ha propiciado varias recopilaciones de sus versos, como las tituladas Obra poética de Emilio Ballagas (La Habana: Ucar García, 1955), que es una edición póstuma realizada por el propio autor poco antes de su muerte, y prologada por el crítico y poeta Cintio Vitier; Órbita poética de Emilio Ballagas (La Habana: Ediciones La Unión, 1965), con prólogo de Ángel Augier, y selección y notas de Rosario Antuña; y Obra poética (La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1984), a cargo de Osvaldo Navarro.

En su faceta de ensayista y crítico literario, el autor de Camagüey dio a la imprenta dos interesantes muestras antológicas de esa poesía afro-cubana que él mismo había cultivado: Antología de la poesía negra hispanoamericana (1935) y Mapa de la poesía negra americana (1936). La influencia de esta última obra en todo el ámbito geo-cultural del subcontinente americano dio pie, entre otros títulos, al poemario Tierra, son y tambor (1945), del escritor ecuatoriano Adalberto Ortiz Quiñónez. Además, Emilio Ballagas publicó el ensayo literario titulado Pasión y muerte del futurismo (1935).

Bibliografía

  • PRYOR RICE, Argyll: Emilio Ballagas: poeta o poesía, México: Ediciones de Andrea, 1966.

  • VITIER, Cintio: "La poesía de Emilo Ballagas", en Crítica cubana (La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1988).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • 0102 JR