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PinturaBiografía

Babarovic, Natalia (1966-VVVV).

Pintora chilena, nacida en Santiago en 1966, representante destacada de una generación de artistas de su país que desde la década de 1990 ha creado un estilo propio basado en la percepción subjetiva de la mirada, a través de la recuperación de la temática paisajística y la utilización de técnicas tradicionales.

Natalia Babarovic realizó estudios en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, centro donde recibió clases de Gonzalo Díaz y Adolfo Couve, siendo este último pintor quien más influyó en su arte, especialmente en lo que atañe a las técnicas de representación. En 1990 se licenció en artes plásticas con una mención en pintura, y en 1992 realizó su primera obra de relevancia, apoyado por el Fondo Regional para las Artes: un mural en la ciudad de Rancagua, en el que comienza a definir lo que será su pintura. Al año siguiente (1993) exhibió en la Galería Gabriela Mistral otra de sus obras capitales, El cautiverio feliz. En 1994 recibió el grado de Magister en Artes Visuales por la Escuela de Postgrado, y este mismo año ganó una beca del Fondo para el Desarrollo de la Cultura y las Artes (Fondart) con la que pudo continuar su actividad artística. En 1995 fue una de las artistas premiadas con el Premio Gunther en el transcurso de la III Bienal de Arte celebrada en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago.
Ya con cierta notoriedad en su país, en 1998 fue elegida como una de las participantes en el proyecto Puertas Abiertas a Chile, una iniciativa cultural organizada por la Embajada chilena en Francia con el fin de propiciar el intercambio de ideas artísticas entre pintores de ambas nacionalidades; en el marco de esta experiencia, Babarovic expuso en algunas de las más prestigiosas galerías de París.

Perteneciente a la que algunos autores han denominado "Generación Emergente de los Noventa", junto a figuras como Francisco Valdés, Victoria Polanco, Carolina Bassi, Voluspa Jarpa y Pablo Langlois, la obra de Natalia Babarovic se caracteriza por una vuelta al paisaje como motivo canalizador de la sensibilidad artística, si bien introdujo una óptica personal que va más allá del realismo academicista, aunque no por ello deja de ser deudora de éste. Así, la posición subjetiva frente a uno de sus paisajes es la de un viajero que reconstruye visualmente una intrascendente sucesión de imágenes; los campos labrados, una hilera de postes telegráficos, una laguna, etc., son percepciones fugaces, instantáneas, como fotogramas de un instante en el que el movimiento juega un papel fundamental y las coordenadas de espacio y tiempo adquieren una dimensión diferente. Siguiendo esta línea de expresión, cobran sentido recursos como la mezcla de planos o la descomposición conceptual del objeto; el emborronamiento o la extensión de la mancha de color, de lo que constituye un magnífico ejemplo Camino de Huentelauquén. Babarovic plantea así la eterna relación entre el artista y su postura ante la representación del objeto, el lenguaje de la plástica, en su caso más relacionada con la impresión que con el resultado de la contemplación u observación detenida, en la línea intimista influjo de su maestro Adolfo Couve. En El sitio de Rancagua, obra capital en su carrera, se acercó a la tradición del muralismo americano, pero haciendo mayor hincapié en la condensación de una idea histórica que en la propia épica del acontecimiento.

Autor

  • 0112 MAH