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LiteraturaHistoriaBiografía

Aubigné, Théodore-Agrippa d' (1552-1630).

Poeta, narrador e historiador francés, nacido en Pons (en la comarca occidental de Saintonge) en 1552 y fallecido en Ginebra (Suiza) en 1630. Autor de una excelente producción poética en la que sobresalen sus sonetos amorosos, en la actualidad es fundamentalmente celebrado por su poema titulado Les tragiques (Las trágicas), una extensa composición, conformada por siete libros, en cuya redacción invirtió más de siete lustros (1575-1611). Además, Théodore-Agrippa d'Aubigné es recordado por haber sido abuelo de Francisca de Aubigné, Marquesa de Maintenon (1635-?), esposa del célebre poeta y dramaturgo Scarron (1610-1660) y dama de extraordinaria -y perniciosa- influencia en la corte de Luis XIV (1638-1715).

Nacido en el seno de una familia aristocrática que profesaba el creo hugonote, recibió desde su niñez una intensa formación religiosa orientada a potenciar, extender y consolidar la confesión de sus mayores, misión a la que, ya en su edad adulta, consagró la mayor parte de sus afanes. Fruto de su educación cortesana fue su entrada al servicio del rey Enrique IV de Francia y III de Navarra (1553-1610), a quien acompañó a lo largo de todas sus campañas militares en calidad de escudero, sobresaliendo siempre por su valor en la confrontación armada y su irreprochable fidelidad. Pero en 1572, a raíz de la Matanza del día de San Bartolomé (en la noche del 23 al 24 de agosto) y la forzosa abjuración del protestantismo impuesta a Enrique IV, d'Aubigné, profundamente decepcionado, se alejó de la corte y se retiró a sus predios señoriales, en los que desplegó una intensa labor de creación literaria hasta que se afincó en Ginebra, ciudad en la que perdió la vida al poco tiempo de haber llegado.

En su faceta de escritor, Théodore-Agrippa d'Aubigné fue muy aplaudido en su tiempo por la hondura lírica y la calidad literaria de sus sonetos amorosos, dedicados a la dama Diane de Talcy y compuestos según los patrones formales y temáticos de la corriente petrarquista. Consagrado, además, a dejar un testimonio histórico de las luchas sostenidas por los protestantes en defensa de la libertad de culto, escribió una valiosa y bien documentada Histoire universelle (Historia universal) que, centrada fundamentalmente en dichas contiendas religiosas, no fue publicada hasta un siglo y medio después de su muerte (1776). En la misma línea de defensa de sus creencias y condena a quienes las perseguían cabe ubicar su brillante panfleto en prosa titulado Les aventures du baron de Foeneste (Aventuras del barón de Foeneste, 1617-1630), en el que, por medio de la acumulación de diálogos punzantes y anécdotas singularmente cáusticas, se mofa de las costumbres y las ideas espirituales de los católicos.

Paradójicamente, la obra de Théodore-Agrippa d'Aubigné que goza de mayor fama en nuestros días no mereció apenas la atención de sus coetáneos, y siguió pasando prácticamente inadvertida durante la segunda mitad del XVII y todo el sigo XVIII hasta que, ya en el XIX, primero Victor Hugo (1802-1885) y después Baudelaire (1812-1867) la señalaron como una de las composiciones cimeras de la poesía francesa del Barroco. Se trata -como ya se ha apuntado al comienzo de estas líneas- de Les tragiques (Las trágicas, 1575-1611), cuya larguísima extensión da cabida a los lamentos de d'Aubigné por las calamidades que cayeron sobre Francia durante aquel período de luchas políticas y religiosas intestinas, al tiempo que se convierte en vehículo eficaz de la expresión del odio furibundo que el poeta de Pons había acumulado contra la dinastía de los Valois, a cuyos miembros del siglo XVI responsabilizaba de todos los males que se habían cernido sobre Francia. A la postre, los siete libros de Las trágicas sirven también para mostrar la entereza, firmeza y convicción de un fanático religioso -su propio autor, claro está- que cree ciegamente en la supremacía de sus ideas espirituales y confía en el triunfo aplastante de la Iglesia reformada sobre el catolicismo. Al margen de estas creencias religiosas -bien es verdad que también sociales y políticas- de Théodore-Agrippa d'Aubigné, lo cierto es que su extensa composición poética posee una serie de méritos formales que bastan para dar por válida la aprobación de Hugo y Baudelaire, entre los que conviene destacar su asombrosa combinación de los más variados registros genéricos y estilísticos (que van desde la epopeya hasta la tragedia, pasando por el realismo, el idealismo, la sátira y la mera efusión lírica). Además, d'Aubigné hunde sus raíces en la mejor tradición bíblica para revestirse de un vigoroso aliento visionario -y, en ocasiones, llevado por la grandiosidad del lenguaje altisonante que emplea, ciertamente apocalíptico- que le permite plasmar con inusitado vigor ese mundo "trastornado" que pretende reflejar, así como su constante esperanza en una pronta regeneración de los tejidos espirituales de la sociedad.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.