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LiteraturaPeriodismoBiografía

Arlt, Roberto (1900-1942).

Novelista, periodista, dramaturgo y cuentista argentino, representante de lo que en las letras argentinas se ha llamado el grupo Boedo, entre 1920 y 1930.

Roberto Arlt es la contrafigura de Borges. Hijo de inmigrantes pobres, autodicacto, aficionado a la química, se ganó la vida escribiendo diariamente una crónica en el periódico El mundo de Buenos Aires, que Arlt tituló Aguafuertes Porteñas. Tras no pocos sinsabores y rechazos, publicó en 1926 su primera novela, El juguete rabioso. Tres años más tarde publicó, Los siete locos, que tuvo su continuación en 1931 con Los lanzallamas. Finalizó su ciclo novelesco en 1932 con El amor brujo. Escribió más tarde dos volúmenes de cuentos, género para el que demostró verdadero talento, como en el titulado El jorobadito (1933) o, después de sus experiencias periodísticas como corresponsal en España y el África española, El criador de gorilas (1941). En la década de 1932-42, escribió piezas para el teatro, de las que destacan especialmente cuatro: Saverio, el cruel, El fabricante de fantasmas, África y La fiesta del hierro.

Admirador de Flaubert, su maestro fue, sin embargo, Dostoievsky. Su arte puede clasificarse como expresionista, mientras su ideología participa de las corrientes del absurdo y del existencialismo, mucho antes de que éstas se pusieran de moda en Europa. Como su maestro ruso, Arlt se interesó por la realidad del submundo social, el lumpenproletariado, formado por seres marginados, fuera de la ley, desesperados, angustiados, alucinados, desplazados de cualquier clase social (rufianes, locos, perversos, prostitutas).

Pero, cualquier intento de interpretar la obra de Arlt exclusivamente en términos socio-políticos, sea como escritor militante, sea como traidor pequeño-burgués (como intenta definirlo Diana Guerrero en su obra Roberto Arlt, Bs.As.-1972), se estrella contra el hecho incontrovertible de que los personajes arltianos están obsesionados no por la necesidad de solidarizarse con el proletariado, ni por su compromiso con la revolución, sino por la angustia metafísica. En el fondo de la presentación de estos personajes está la búsqueda de alguna solución: darse a la religiosidad y al misticismo, hacerse comediante, con todo lo que eso implica, refugiarse en la locura o en el delirio revolucionario. Hasta el Rufián Melancólico de Los siete locos es un macró metafísico que se atormenta con problemas existenciales. Aún si aceptásemos que el origen de la angustia del hombre moderno ha de buscarse en el desmoronamiento de las bases de las ideologías y en la desintegración de esos sistemas de valores, faltaría demostrar que Arlt hubiera visto el problema en esos términos. Es decir, que, en, última instancia, las novelas de Arlt son más bien metafísicas y sus temas tienen que ver con la condición humana más que con la realidad social.

Hay unas frases de un artículo periodístico de Arlt que se podrían aplicar a todos sus protagonistas: "Estos individuos, canallas y tristes, viles y soñadores simultáneamente, están atados o ligados entre sí por la desesperación. La desesperación en ellos está originada, más que por pobreza material, por otro factor: la desorientación que después de la gran guerra ha revoIucionado Ia conciencia de los hombres, dejándoles vacíos de ideales y esperanzas." Casi como si hubiese escrito ayer mismo estas palabras (sólo haría falta cambiar “gran guerra” por “derrumbamiento del telón de acero”) Arlt se sobredimensiona más allá del tiempo, dejándonos su sabor amargo de voyeaur irredimible estampado en cada una de sus páginas.

Trece años despues de su muerte, su obra fue reivindicada por escritores de la talla de Marechal, Cortázar y Juan Carlos Onetti. Éste señaló que su obra sería mucho más importante a medida que pasara el tiempo. Hoy es considerado el escritor latinoamericano que ejerce una mayor atracción sobre Ias nuevas promociones de autores y lectores por la originalidad y fuerza de su obra.

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  • mfe