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PeriodismoLiteraturaBiografía

Argüello, Agenor (1902-1962).

Poeta, narrador, ensayista y periodista nicaragüense, nacido en León en 1902 y fallecido en su ciudad natal en 1962.

Miembro de la dinastía de escritores más prolífica de las Letras nicaragüenses -en la que figuran, entre otros, Santiago Argüello, Rodolfo Argüello, Leonardo Argüello Barreto, Solón Argüello, Rosendo Argüello, Lino Argüello, Alfonso Argüello y Jorge Eduardo Argüello-, recibió una esmerada formación humanística en su ciudad natal, donde muy pronto dio muestras de estar llamado a prolongar esa tradición literaria que era pauta común entre los suyos.

Sus primeros escritos vieron la luz entre las páginas de El Eco Nacional, un rotativo de la ciudad de León en el que habían colaborado otros miembros de su familia. Alrededor de este periódico surgió un interesante grupo de escritores que, conscientes de la necesidad de abandonar el ámbito local en busca de mejore oportunidades, pronto se diseminaron por el resto del país y por diversos lugares de Centroamérica. Entre los que salieron fuera estaba el joven Agenor, quien, por la experiencia acumulada por algunos ilustres autores de su familia -v. gr., el malogrado Solón Argüello, asesinado en México después de haber vivido en El Salvador y Guatemala-, sabía positivamente que en muchas naciones de la América de habla hispana se recibía con los brazos abiertos a los poetas nicaragüenses -sin duda alguna, merced a la estela que había dejado a su paso el gran Rubén Darío.

Marchó, pues, a El Salvador, donde empezó a ganarse la vida ejerciendo el periodismo y la enseñanza (oficios que también había desempeñado allí el citado Solón). Instalado en la ciudad de Ahuachapán (capital del departamento homónimo), habría de residir allí durante un largo período de veintitrés años, en el transcurso de los cuales se integró a la perfección en la vida social, política y cultural de la nación salvadoreña, aunque no dejó de mantener estrechos vínculos con la intelectualidad nicaragüense ni con otros creadores y pensadores del ámbito cultural centroamericano.

Tras esa prolongada estancia en El Salvador, Agenor Argüello regresó a su Nicaragua natal en 1947 e incrementó allí su prestigio intelectual, ora mediante la publicación de sus nuevos trabajos literarios, ora por su fecunda labor periodística, que le llevó a dirigir el diario Novedades y a trabajar como jefe de redacción en la publicación Liberal Nacionalista, órgano portavoz del Partido Liberal Nacionalista. En esta formación política, controlada por el dictador Anastasio Somoza García, militó durante muchos años el escritor de León.

Obra

Con poco más de veinte años de edad, Agenor Argüello dio a la imprenta su primera colección de versos, publicada bajo el título de Cantos de otoño en primavera (Tegucigalpa, 1923). A pesar de los claros ecos rubenianos que reproduce este epígrafe, la opera prima del escritor de León no se adscribía en modo alguno a la corriente modernista que, por aquel tiempo, todavía estaba vigente en numerosas literaturas americanas; antes bien, los versos primerizos del por aquel entonces joven autor revelaban una notable asimilación de las tendencias más novedosas procedentes de Europa, con especial atención a ciertas líneas rupturistas y transgresoras que convertían a Agenor Argüello en uno de los primeros representantes de la Vanguardia en las Letras nicaragüenses.

Sin embargo, en posteriores entregas poéticas Argüello habría de retornar, en una trayectoria poética ciertamente paradójica, a los cánones de ese Modernismo que en su juventud parecía haber dejado atrás. Ello queda bien patente en sus poemarios titulados Luminarias sombrías (Ahuachapán, 1931) y Tierra conmovida (Managua, 1948), y, en menor grado, en algunas de las composiciones de El jardín de Liliana (Managua, 1961), una curiosa colección de poemas infantiles que el escritor de León compuso en los postreros años de su vida.

En su faceta de prosista, Agenor Argüello brilló como narrador con una colección de relatos titulada Vidas difuntas: cuentos y narraciones (Ahuachapán, 1927), así como con la novela de madurez La cobra (Managua, 1958), que le sitúa entre las voces más significativas de la novelística nicaragüense de mediados del siglo XX. Y sobresalió también por sus ensayos de carácter político y temática cívico-social, como los titulados La garra yanqui (Ahuachapán, 1934) y El libro del adolescente (1942); pero fue sobre todo su excelente estudio crítico Los precursores de la poesía en Nicaragua (Managua, 1963) la obra que, una vez muerto el escritor de León, le reservó un lugar cimero entre los ensayistas de su nación.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.