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HistoriaPolíticaBiografía

Argüelles Álvarez, Agustín (1776-1843).

Político español nacido en Ribadesella (Asturias) el 28 de agosto de 1776 y fallecido en Madrid el 26 de marzo de 1843.

Estudió en su villa natal y más tarde la carrera de Derecho en la Universidad de Oviedo; aunque obtuvo el título de abogado, nunca llegó a ejercer. Fue secretario del obispo de Barcelona hasta que en 1800 se trasladó a Madrid, en donde tuvo un primer cargo en la Secretaría de interpretación de Lenguas, a cuyo mando se encontraba Leandro Fernández de Moratín. En 1805 se trasladó a la oficina de consolidación de Vales reales y su jefe en la misma, Manuel Sixto Espinosa, le encomendó la misión secreta de viajar a Inglaterra para procurarse la alianza de este país contra Francia. Partió hacia las islas británicas desde Madrid el 4 de octubre de 1806 y no regresó a Asturias hasta el 7 de diciembre de 1808, tras haber jurado a Fernando VII en Londres el 11 de junio de este último año.

A mediados de 1809 se trasladó a Sevilla y allí fue secretario de la Junta que se formó para preparar la reunión de las Cortes. El 24 de enero de 1810 fue nombrado diputado en las Cortes, primero como suplente y más tarde en propiedad. Supo imponerse en ellas por su talento y su habilidad oratoria, capacidades que le valieron el apelativo de El Divino. Fue uno de los principales redactores de la Constitución de 1812 y autor de su discurso preliminar, que se publicó sin embargo anónimo. Tras haberse promulgado la Constitución, se retiró a descansar a Chiclana de la Frontera, en donde se vio envuelto en la supuesta conspiración de Oudinot, acusado de republicanismo.

Envuelto con los demás patriotas en la proscripción de 1814, fue encarcelado en Madrid y, un año más tarde, se le trasladó a Alcudia, Mallorca. Permaneció privado de libertad hasta el triunfo de la Constitución en Marzo de 1820, hecho que dio comienzo al llamado Trienio Liberal. El 3 de abril de ese año fue nombrado ministro de Gobernación de la Península y empleó sistemáticamente su autoridad en deshacer la propia revolución a la que había debido su encumbramiento. Las circunstancias eran distintas a las que se habían vivido en Cádiz años atrás; entonces el pueblo era necesario para luchar contra Napoleón, pero ahora había que eliminarlo lo antes posible de toda veleidad democrática, aunque estuviera consignada en la Constitución. La burguesía quería gobernar sola y disfrutar sola de los derechos políticos; en todo caso, si había que compartirlos, la opción no ofrecía duda: la burguesía se aliaría no con el pueblo, que recordaba demasiado a la Revolución Francesa, sino con las clases del Antiguo Régimen, la Monarquía, la Aristocracia e, incluso, la Iglesia, aunque sin renunciar por ello a la desamortización. Así, Argüelles empleó a fondo en las Cortes su gran categoría oratoria y obtuvo la derrota de la revolución, de Riego y del propio sistema liberal. En los sectores progresistas del país llegó a ser tal vez el personaje más aborrecido, acaso también por sus modales de guante blanco; algunos recoradaron entonces su avaricia, cómo se había cobrado los sueldos atrasados desde 1814, 36.000 duros según se dijo, calculados sobre la base de que de no haber caído la Constitución él habría sido ministro.

El 1 de marzo de 1821, Argüelles dejó de ser ministro y se trasladó a Asturias. Entre 1822 y 1823 volvió a ser diputado por Asturias en las Cortes, pero al final del Trienio, ante las victorias francesas en España, partió rumbo a Inglaterra (el 26 de octubre de ese último año), de donde no regresó hasta después de la muerte de Fernando VII. En 1834 y 1835 se publicaron en Londres sus dos libros fundamentales: Apéndice a la sentencia, publicado más tarde como De 1820 a 1824, y Examen histórico de la reforma constitucional que hicieron las Cortes generales y extraordinarias. En 1837 fue elegido de nuevo diputado y de nuevo tuvo un relevante papel en la redacción de la Constitución de 1837. Siguió siendo diputado sin interrupción hasta su muerte, labor que hizo compatible con su designación como tutor de las princesas.

Autor

  • A. Gil Novales.