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GeografíaBiografía

Amundsen, Roald Engebrecht (1872-1928).

Oficial de marina y explorador noruego que fue el primer hombre en franquear el Paso del Noroeste y en alcanzar el Polo Sur, además de fijar el Polo Norte magnético. Nació el 16 de junio del año 1872, en Borge, perteneciente al archipiélago Hvaleöyar, en la orilla oriental del fiordo de Oslo (Noruega), y murió el 31 de agosto del año 1928, a bordo del avión Latham, en tierras del Ártico, mientras se encontraba en plena acción de rescate del dirigible Italia, pilotado por Umberto Nobile. Los restos del aeroplano fueron encontrados cerca de Tromso (Noruega).

Roald Engebrecht Amundsen.

Sus inicios: la llamada del mar

Hijo de un pequeño armador, Amundsen creció en un ambiente ideal para forjar la que sería su verdadera vocación, ya que desde su más tierna infancia conoció el frío de los mares norteños y efectuó multitud de viajes por las costas nórdicas. Aún así, cursó la carrera de Medicina por deseo expreso de sus progenitores, pero, cuando éstos murieron en 1892, abandonó sus estudios y se enroló en un pesquero de focas por los mares polares. Tras dos años en dicha actividad, Amundsen ingresó en la marina noruega, si bien no fue aceptada su solicitud de ingresar en la expedición que el famoso naturalista noruego Fridtjof Nansen se proponía realizar por el Polo Norte. A pesar de semejante revés, Amundsen no se desalentó lo más mínimo, y se preparó a conciencia, sabedor de que estaba destinado, según él mismo creía, a ser el sucesor de las proezas de Nansen.

En 1897 participó en su primera expedición como timonel del buque Bélgica, barco cuyo misión era descubrir el Polo magnético meridional. De regreso a Noruega en 1899, Amundsen siguió perfeccionando sus conocimientos marinos y científicos en Hamburgo, mientras maduraba y concretaba las que serían sus dos conquistas más espectaculares: el ansiado Paso del Noroeste y la llegada al Polo Sur.

La primera proeza: el Paso del Noroeste

Estimulado por algunos científicos alemanes en Hamburgo, Amundsen elaboró un detallado y meticuloso plan para abordar la gesta de cruzar el Paso del Noroeste, empresa en la que antes habían fracasado experimentados marinos; una ruta que debía cruzar desde la bahía de Hudson hasta el estrecho de Bering, atravesando los hielos árticos.
(Para más información véase el artículo Ruta del Noroeste).

En junio del año 1903, Amundsen zarpó de Groenlandia a bordo del Gjöa, acompañado de seis hombres, diez toneladas de petróleo, víveres para una larga temporada, más seis perros cuya eficacia en los largos desplazamientos sobre el hielo iba a comprobar por primera vez. Durante los largos meses que permaneció en los hielos, la expedición entabló buenas relaciones con los esquimales, se hicieron numerosos desplazamientos por trineo y, lo más importante, descubrió el desplazamiento del polo magnético. Por fin, bordeando el norte del Canadá, Amundsen y sus hombres llegaron, en agosto del año 1905, a la isla de Herschel, en el Yukón. Un mes más tarde, navegando por el mar de Beaufort, se encontraron con un ballenero de San Francisco que, tras haber pasado el estrecho de Bering, costeaba ahora el litoral norte de Alaska. Informados por el ballenero de que el paso estaba cerrado por los hielos, Amundsen decidió esperar todo el verano en King Port antes de arriesgarse a que su aventura acabara en desastre estando tan cerca del final.

En agosto de 1906, el Gjöa quedó libre del hielo para poder completar la hazaña, llegando a la rada de Nome (Alaska), el 15 de julio del año 1907. Amundsen había vencido al Paso del Noroeste. Desde allí emprendió el regreso a Europa, donde fue condecorado por la Sociedad Geográfica de París y recibió un sin fin de homenajes y premios.

La conquista del Polo Sur

Amundsen aprovechó su fama para proyectar su nueva expedición, financiada por completo por la Sociedad Geográfica Noruega. El plan, llevado en el más absoluto secreto, consistía en doblar América del Sur por el cabo de Hornos, y ascender por el Pacífico hasta llegar a punta Barrow, en el Ártico, y desde allí, emprender una travesía terrestre hasta alcanzar el Polo Norte. Pero, mientras se hacían los preparativos, Amundsen se encontró con la noticia de que el estadounidense Robert Peary había llegado al Polo Norte el 6 de septiembre del año 1909. La desilusión de Amundsen ante la noticia fue tremenda, pero volvió a demostrar su gran coraje y determinación cambiando diametralmente su objetivo: aún quedaba un polo por conquistar, el Polo Sur, objetivo sobre el que Amundsen basó todos sus esfuerzos desde ese momento.

Amundsen escogió a propósito el Fram ('Adelante'), embarcación que utilizó anteriormente el explorador Nansen, precisamente en el viaje en el que fue rechazado. Al igual que en la expedición de 1903, Amundsen volvió a desplegar su espíritu previsor y ordenado. Todas las provisiones se embalaron con cuidado, tanto las destinadas para los miembros de la expedición, como para la de los más de cien perros que tenía previsto llevarse, así como el equipo de esquí y los diversos aparatos científicos.

Amundsen no quiso revelar a la tripulación el verdadero destino de la expedición hasta que el Fram no se encontró en alta mar. Aún así, ninguno quiso abandonar la expedición, y menos todavía cuando supieron que estaban disputando una carrera por la conquista del Polo Sur con la expedición británica comandada por el capitán Robert Scott. Tras cruzar el Pacífico Sur el 14 de enero del 1911, el Fram arribó en las costas de la Antártida, concretamente en bahía de Whales (bahía de las Ballenas), en donde Amundsen estableció su campamento base, llamado "Framhein", 96 kilómetros más al sur que el de Scott. Desde allí, Amundsen y sus hombres se adentraron en el interior de tan vasto continente sin más dilación. Cada 10 kilómetros los expedicionarios fueron dejando depósitos de carne fresca para alimentarse al regreso, repitiendo la operación durante los 2.400 kilómetros que anduvieron hasta alcanzar el objetivo. El 14 de diciembre del año 1911, Amundsen y cuatro compañeros más (Bjacland, Hansen, Hassel y Wisting) alcanzaron el Polo Sur, a cuya meseta bautizaron con el nombre de Rey Haakon VII.

La expedición de Amundsen al Polo Sur.

Los exploradores izaron la bandera noruega y levantaron una pequeña tienda en cuyo interior dejaron algunos alimentos y una carta escrita por el propio Amundsen para el capitán Scott, que decía: "Mi querido capitán Scott, probablemente será usted el primero que alcance el polo después de nosotros. Le ruego acepte mis sinceros deseos de un feliz retorno". Por desgracia, los deseos del noruego no se cumplieron. Scott alcanzó la meta un mes y medio más tarde, pero toda la expedición pereció en el regreso al campamento base.

Amundsen y sus cuatro compañeros tardaron noventa y nueve días en regresar a la base de bahía de Whales, gracias sobre todo a la impagable ayuda de sus perros y a la medida previsora de apostar alimento cada 10 kilómetros. Sin duda alguna, la meticulosa planificación de Amundsen y sus conocimientos científicos y tecnológicos contrastaron con la del capitán Scott, poco preparado en lo material y psicológico para llevar a buen puerto una empresa tan dura como era la conquista del Polo Sur, como demostró al obstinarse en utilizar ponies en vez de perros para tirar de los trineos, medida que acabó obligando a sus hombres a tirar de los mismos hasta acabar agotados del todo.

El trágico final de un héroe

Gracias al renombre que consiguió con la hazaña, a su regreso Amundsen creó una compañía de navegación con la que, en el año 1918, realizó una expedición al Polo Norte con el objetivo de romper el hielo con su barco, el ya mítico Fram, y dejarse llevar por la corriente en dirección este. La empresa no llegó a su fin por culpa de los cambios de las corrientes marítimas en aquellas latitudes. Cuatro años más tarde, en 1922, Amundsen se propuso, también infructuosamente, llegar al Ártico por barco y aeroplano a la vez, propósito que se convirtió en una auténtica obsesión para el mítico explorador. En el año 1925, intentó sobrevolar el Polo Norte a bordo de un avión y en compañía del estadounidense Lincoln Ellsworth, pero la aventura volvió a truncarse cuando apenas estaban a 125 kilómetros del objetivo, debido al mal tiempo y a las continuas averías sufridas por el aparato.

Los continuos fracasos a la hora de volar el polo redoblaron el deseo del aventurero. Así pues, el 11 de mayo del año 1926, junto con el ingeniero aeronáutico Umberto Nobile, a bordo del dirigible Nobile, diseñado por el italiano, Amundsen, por fin, consiguió su sueño, permaneciendo durante hora y media a ciento ochenta metros de altura sobre el Polo Norte. El recorrido, de más de 4.300 kilómetros, se hizo en tan sólo tres días, desde la bahía King hasta Teller (Alaska).

Tras la triunfal travesía, Nobile y Amundsen se enzarzaron en una agria polémica en la que cada uno reclamaba para su país el mérito de la hazaña. Dos años después, Nobile quiso repetir la aventura en solitario para resarcirse de la disputa. Para la ocasión, el italiano utilizó el dirigible Italia, con el que logró llegar al centro del Polo Norte. Pero, a su regreso, Nobile y sus compañeros quedaron presos en los hielos cuando se les desprendió la barquilla de la nave. Los supervivientes enviaron mensajes de socorro a todos los países fronterizos con el Ártico. Ante la petición, Amundsen salió inmediatamente de Tromso en busca de Nobile, el 28 de junio, a bordo del avión Latham, desapareciendo para siempre en la helada inmensidad de aquellos parajes tan inhóspitos. Aunque los restos del avión fueron encontrados en agosto de ese mismo año, el cuerpo de Amundsen nunca se encontró. Paradójicamente, la que había sido su primera y soñada meta, el Polo Norte, se convirtió en su tumba.

Famoso conferenciante y colaborado habitual de las mejores revistas científicas y geográficas del momento, Amundsen escribió un buen número de obras, entre las que podemos destacar las siguientes: El paso del Noroeste (1907), El Polo Sur (1912), Nuestro vuelo polar (1925) y Primer cruce del Mar Polar (1927), ambos en colaboración con Lincoln Ellsworth, y Mi vida como explorador (1927).

Bibliografía

  • BRYAN, C.D.B. The National Geographic Society: 100 años de aventuras y descubrimientos. (Barcelona: Ed. Folio. 1988).

  • CORTÁZAR, Ángel. Grandes exploradores. (Barcelona: Ed. Salvat. 1997).

  • HERRMANN, Paul. Audacia y heroísmo de los descubrimientos modernos: de Colón al siglo XX. (Barcelona: Ed. Labor. 1958).

  • PORTE, Eliot. Antarctic. (Londres: Ed. Hutchinson. 1978).

  • TRENE, Wilhelm. La conquista de la Tierra: tras las huellas de los grandes descubridores. (Barcelona: Ed. Labor. 1964).

Carlos Herráiz García.

Autor

  • Carlos Herráiz García