Álvaro, Conde de Urgel (ca. 1241-1268).
Conde de Urgel, nacido en Burgos hacia 1241 y muerto en Foix (Francia) en marzo de 1268. Adoptó el nombre de Rodrigo en Castilla y en Cataluña se hizo llamar Álvaro. Hijo de Ponce Gerau de Cabrera y de María Gonzalbo, fue hermano de Armengol IX y heredó el condado de Urgel a su muerte en 1243.
Pasó su infancia en Burgos y con 14 años viajó a Balaguer para hacerse cargo de sus obligaciones condales. Su primer tutor, Rodrigo Fernández de Castro, murió en 1252, por lo que durante su minoría se hizo cargo del condado Jaime de Cervera, que ya se había ocupado de Urgel durante el gobierno en minoría de edad de Armengol IX. A su llegada a Cataluña se casó precipitadamente con Constanza de Montcada, sobrina de Jaime I el Conquistador, a pesar de su voluntad de desposarse con Cecilia de Foix y de las intrigas de los principales magnates de Urgel, sobre todo Jaime de Cervera, que deseaban verle casado con Sibila, hija de Berenguer de Anglesola.
El conde, obligado a contraer ese matrimonio con Constanza, en 1256 declaró que sólo cumpliría las cláusulas matrimoniales si se le pagaban los seis mil ducados de la dote de su esposa, lo cual no ocurrió, por lo que Álvaro contrajo nuevas nupcias con Cecilia, hija de Roger Bernat, que aportó como dote treinta mil sueldos melgareses. Esta boda solucionó las diferencias internas que existían entre Urgel, Foix y Castellbó, relativas a la posesión de ciertos castillos. Ya en 1257 el obispo Esteban, delegado del papa, declaró válido el matrimonio con Constanza, con quien Álvaro tenía ya una hija, Leonor, e invalidó el posterior matrimonio con doña Cecilia. Con la de Foix tuvo don Álvaro dos hijos: Armengol, que heredó el condado a su muerte y Álvaro, que fue vizconde de Ager.
Hacia 1256 don Álvaro se hizo cargo personalmente del condado de Urgel y tres años después Jaime I el Conquistador, para asegurarse el cumplimiento de la sentencia que el obispo de Huesca había dado sobre el matrimonio del conde, le exigió la entrega de los castillos de Balaguer, Agramunt, Liñola y Oliana; Álvaro abandonó entonces la obediencia al rey con el apoyo de muchos nobles y caballeros, bien por considerar que tenía la razón frente al rey, bien por motivos de parentesco. El conde manifestó que recuperaría sus castillos por la fuerza y pasó a residir en Lérida, donde permaneció hasta finales de 1259. El 10 de marzo del año siguiente se firmó la paz en Barcelona entre don Álvaro y el rey.
El conde se negó a reconocer la sentencia del obispo de Huesca y la situación empeoró hasta tal punto que San Raimundo de Penyafort escribió al papa para solicitar que se ocupase personalmente del caso. La sentencia pontificia volvió a declarar como legítimo el matrimonio con doña Constanza y de nuevo don Álvaro desobedeció la orden papal, lo que hizo caer sobre sus estados el entredicho y pesados tributos durante años. El rey se apoyó en el fallo papal con el fin de apoderándose de los estados del conde y éste, debilitado en su salud por su azarosa vida, se retiró a Foix, donde murió de una afección pulmonar.
Como sus antecesores, el conde Álvaro concedió diversas franquezas y privilegios al monasterio de Bellpuig, según quedó escrito en documento de diciembre de 1256. Su testamento indica que deseó ser enterrado en la iglesia de dicho monasterio.
Bibliografía
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