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PolíticaBiografía

Álvarez Resano, Julia (¿-1951).

Maestra, diputada y gobernadora civil española, nacida en Villafranca (Navarra) a finales del siglo XIX o comienzos de la siguiente centuria, y fallecida en México en 1951. Militante activa en la izquierda política española desde las filas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se significó por su enérgico carácter durante la Guerra Civil Española, después de haber alcanzado algunos de los cargos públicos más relevantes ocupados por las mujeres de su tiempo. Fue, en efecto, diputada en las Cortes republicanas y se convirtió en la primera mujer que presidía en España un Gobierno Civil. Además, desplegó una fecunda trayectoria como maestra y pedagoga, y ganó fama no sólo de firme y decida, sino también de mujer inteligente y preparada, dotada de una gran facilidad para las artes oratorias y capaz de competir con los mejores varones de su tiempo en el desempeño de cualquier actividad.

De su orgullo por los logros que, en su condición de mujer, había alcanzado con notable esfuerzo en un tiempo y una parcela dominados exclusivamente por el género masculino da buena cuenta el hecho de que la propia Julia Álvarez ocultara siempre sus antecedentes familiares: era, en su caso, una forma de pregonar que se había creado a sí misma, a base de tesón en el esfuerzo intelectual y firmeza y coraje en la lucha política. Se sabe, sí, que vino al mundo en el pequeño pueblo navarro citado al comienzo de esta semblanza bibliográfica; pero se ignora su fecha de nacimiento y la condición social de su familia, que no debía de andar muy limitada de recursos, pues pronto envió a la joven Julia a Pamplona para que perfeccionase en la capital de la provincia las primeras letras recibidas en su pueblo natal.

Cursó, pues, en la capital Navarra estudios superiores de magisterio, y comenzó por aquellos años a mostrar un vivo interés por las cuestiones políticas de su tiempo (y, muy especialmente, por las reivindicaciones de las capas sociales menos favorecidas). Durante algún tiempo, ejerció la docencia en su pueblo, animada por la viva pasión por enseñar que había sentido desde niña y por la necesidad de contribuir con sus saberes al progreso de los más necesitados. Sin embargo, su verdadera vocación fue la abogacía, y parece ser que, mientras estuvo en Pamplona, emprendió unos estudios universitarios de Derecho que, en la actualidad, parece ser que no llegó a concluir (a pesar de que, posteriormente, ejerció durante varios años como abogada).

Todas estas inquietudes socio-políticas de su juventud condujeron a Julia Álvarez Resano a formalizar su militancia en la citada agrupación socialista, donde pronto empezó a interesarse por los derechos de la mujer. Su trayectoria pública se inició en la misma ciudad de Pamplona, donde se hizo célebre por una serie de discursos ideológicos pronunciados en la Escuelas de San Francisco, en los que empezaron a quedar patentes algunas de las características que habrían de jalonar permanentemente su carrera política: su brillantez oratoria, su defensa de un encendido igualitarismo (concretado, en estos primeros pasos, en la necesidad de uniformar las ideas pedagógicas en España) y su constante alineamiento con las reivindicaciones sociales de la población oprimida durante siglos de historia.

Fue a su regreso a Villafranca cuando comenzó a ejercer como docente y, simultáneamente, a perfilar esa vocación política que se le había manifestado durante sus años estudiantiles en Pamplona. Elegida, en septiembre de 1932, representante de la Asamblea Provincial de Trabajadores de la Enseñanza de Navarra (APTEN), comenzó a significarse entonces por su encendida defensa de las reivindicaciones sindicales de los docentes (y, en especial, del colectivo de maestras), al tiempo que trabajaba con firmeza en la propuesta de implantación de un modelo de enseñanza laico, animado por un vigoroso espíritu revolucionario. La mayor parte de sus ideas quedó impresa en el semanario Trabajadores, de la agrupación sindical UGT, donde Julia Álvarez Resano publicó numerosos artículos que abogaban, entre otras valientes causas, por la creación de un frente único del Magisterio Primario y por el derecho de los maestros a intervenir de forma activa en la política de la época.

Durante 1931 y 1932, la impetuosa maestra fue secretaria del colectivo socialista de su pueblo natal, desde el cual contribuyó notablemente a la extensión de su ideario político por toda la provincia de Navarra (en la que se pasó, gracias en parte al trabajo de Álvarez Resano, de la existencia de dos agrupaciones socialistas en 1927, a veintiuna en 1936). En líneas generales, su misión en el PSOE consistió en promover la afiliación de mujeres a dicha formación, convencida como estaba de la necesidad de que la población femenina se incorporase a la política activa. Esta lucha, reforzada por el derecho reconocido por vez primera a las mujeres de participar en unas elecciones generales, la condujo en la convocatoria electoral de 1933 a presentar su candidatura como diputada al Congreso por la provincia de Navarra. Se convirtió, así, en una de las pioneras en la incorporación femenina a las listas oficiales de una formación política, aunque no salió elegida tras el sufragio de 1933, por lo que hubo de esperar tres años para poder acceder, en calidad de diputada, al hemiciclo de la madrileña Carrera de San Jerónimo.

Por aquel entonces, su progresión en la política nacional había llevado la candidatura de Julia Álvarez Resano hasta las listas de la provincia de Madrid, en donde salió elegida por cerca de cien votos (98,099), y a pesar de que, por delante de ella figuraban otros cinco candidatos (ocupó, en efecto, el sexto de los ocho escaños otorgados por el pueblo de Madrid al Partido Socialista Obrero Español en aquellas elecciones). No era el suyo, en modo alguno, un triunfo fácil, ya que, a la sazón, en las Cortes republicanas sólo había seis mujeres procedentes de las filas políticas de Julia Álvarez: Regina García, Veneranda Manzano, Matilde de la Torre, las escritoras María de la O Lejárraga y Margarita Nelken y la propia militante navarra. Aquel año de infausto recuerdo en la historia de España fue, paradójicamente, el de la auténtica consagración política de Julia Álvarez Resano, quien a partir de entonces reforzó aún más, si cabe, los vínculos que la unían con la causa feminista (el 8 de marzo -día de la mujer trabajadora- pronunció una vibrante soflama en un mitin celebrado en la madrileña plaza de toros Monumental de Las Ventas, en el transcurso del cual atribuyó directamente la victoria del Frente Popular en dichas elecciones de 1936 a la participación femenina).

Una vez en el Parlamento, la briosa activista navarra desplegó una intensa labor que se orientó, principalmente, hacia los comités de solidaridad internacional, como el que se pronunció contra la dictadura de Salazar ("Amigos de Portugal") o el que luchó por la democracia en Hispanoamérica ("Grupo de Amigos de América Latina"). Pero ni esta entrega a la política internacional ni el violento estallido de la Guerra Civil lograron apartarla de su constante interés por las cuestiones pedagógicas relacionadas con la administración pública de la época; y así, a comienzos de septiembre de 1936 estrenó su nuevo cargo de inspectora interina de Primera Enseñanza en la provincia de Madrid.

Por aquel entonces, Julia Álvarez Resano ya estaba casada con Amancio Muñoz Zafra, otro destacado socialista que, además de haber participado en esas mismas elecciones, había intervenido directamente en la política municipal de su tiempo desde su cargo de alcalde de Cartagena. A instancias del ministro Julián Zugazagoitia (miembro del gabinete denominado "gobierno Negrín"), la socialista navarra se convirtió, en 1937, en la primera gobernadora civil del Estado español, privilegio que mantuvo en exclusiva durante cerca de medio siglo (en 1982, la también socialista Rosa de Lima Manzano fue nombrada gobernadora civil de Palencia). Desde su cargo en la provincia de Ciudad Real, Julia Álvarez Resano hizo gala de una energía de carácter que, incrementada por los sangrientos episodios de la contienda fratricida, sorprendió incluso a quienes estaban acostumbrados a su proverbial firmeza (entre la población ciudadrealeña se extendió el rumor de que dormía con una pistola en la mesilla de noche); sin embargo, la concatenación de una penosa desgracia y una violenta desavenencia con algunos miembros de su partido la forzaron a presentar su dimisión a comienzos de 1938, cuando aún no se había cumplido un año desde su nombramiento como gobernadora. En efecto, por aquel tiempo se produjo, en el frente de Lérida, la caída mortal de su esposo, en la misma época en que sobre Julia Álvarez recaían graves acusaciones, lanzadas por sus propios compañeros socialistas, que le imputaban una estrecha colaboración con el Partido Comunista.

Desengañada de la militancia política (pero no de la lucha activa en defensa de las reivindicaciones sociales y la igualdad de la mujer), se integró entonces en la dirección del colectivo "Mujeres contra la guerra y el fascismo", al tiempo que aprovechaba el caos institucional de los últimos años de la Guerra Civil para acceder al puesto de juez interino de primera instancia en Alberique (Valencia), en el que estuvo hasta marzo de 1938. Además, con la ciudad de Barcelona declarada capital de la República, ocupó el cargo de magistrada interina del Tribunal Central de Espionaje y Alta Traición, creado el 4 de agosto de 1937.

La presencia de Julia Álvarez Resano en numerosos frentes de la confusa y contradictoria política española durante el período de guerra fue constante, como lo prueba su reaparición, en diciembre de 1938, en una reunión celebrada por la Diputación Permanente de las Cortes, presidida por Martínez Barrio y sostenida, entre otros, por la asistencia de Negrín, Dolores Ibárruri, Claudio Sánchez Albornoz y Fernández Clérigo. A esas alturas de la contienda, la legitimidad republicana se sabía ya francamente en desventaja: se había decretado la suspensión de una contraofensiva del ejército de la República contra las tropas sublevadas en Andalucía y se tenía noticia del inminente comienzo de la ofensiva franquista contra el territorio catalán. Ante la grave derrota que se avecinaba, Julia Álvarez Resano se vio obligada a emprender el rumbo del exilio, primero en dirección -como tantos otros españoles- a Francia, a donde llegó precipitadamente con la única intención de poner a salvo su vida, seriamente amenazada por las voces más intransigentes del franquismo; pero, una vez garantizada su seguridad, volvió a volcarse en la intensa actividad política que había venido manteniendo durante toda la década de los años treinta. Todavía en suelo francés, se integró en la Junta Suprema de Unión Nacional, dirigida por el general Riquelme, en la que desplegó una incesante labor en defensa de los derechos sociales y políticos de los exiliados españoles; entre estas acciones de Julia Álvarez en el exilio francés, destaca su trabajo al frente de la dirección de un centro de acogida infantil subvencionado por el gobierno de México, y destinado a cubrir las necesidades de alojamiento, manutención y educación de los niños republicanos evacuados durante la contienda bélica (los conocidos como "niños de la guerra").

A partir de 1945 vivió exiliada en México, donde, un año después de su llegada, recibió la comunicación que hacía efectiva su expulsión de PSOE por seguir fiel a la postura política de Juan Negrín. Esta expulsión de las filas políticas en las que había militado desde su temprana juventud amargó el resto de su vida, que se prolongó por espacio de seis años.

Bibliografía

  • DÍEZ DE URE, Ana y PINILLOS, Sonia, "Julia Álvarez Resano", en Ellas, las mujeres en la historia de Pamplona (Pamplona: Ayuntamiento de Pamplona, Concejalía de la Mujer, 1998).

  • DÍEZ DE URE, Ana, y RODA HERNÁNDEZ, Paco. "Álvarez Resano, Julia", en Mujeres en la Historia de España (Madrid: Planeta, 2000), pp. 390-393.

  • PEÑAFIEL RAMÓN, J. L. "Julia Álvarez, primera Gobernadora civil de España", en Cuadernos republicanos, nº 33 (1998).

  • UGALDE SORIANO, Mercedes. Mujeres y nacionalismo vasco (Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1993).

  • VÁZQUEZ I OSUNA, Frederic. "La dona i l'administració de justícia durante la II República (1931-1939)", en Món Jurídic (2000).

Autor

  • JR