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PolíticaLiteraturaMúsicaBiografía

Álvarez Castro, Miguel (1795-1855).

Poeta, músico y político salvadoreño, nacido en una hacienda próxima a la ciudad de San Miguel en 1795, y fallecido en otra hacienda del departamento homónimo en 1855. Destacado tanto por sus composiciones líricas como por su incesante actividad política, está considerado como el primer poeta salvadoreño con nombre conocido.

Nacido en el seno de una familia humilde, consiguió superar sus serias limitaciones económicas merced al firme tesón que puso en el intento de adquirir una formación cultural lo más completa posible. Así, logró ser admitido en el prestigioso Colegio de Infantes de la ciudad guatemalteca de Antigua Guatemala, donde cursó unos estudios humanísticos (centrados en el aprendizaje del latín, las matemáticas y la filosofía) que hubo de interrumpir precipitadamente a causa del repentino fallecimiento de sus progenitores. Este luctuoso acontecimiento obligó a Miguel Álvarez Castro a retornar a su lugar de origen para hacerse cargo de su casa y familia, lo que no fue óbice para que olvidara su empeño de convertirse en un ciudadano destacado en su entorno.

Así las cosas, medró al lado del general hondureño independentista Francisco Morazán hasta llegar a convertirse en uno de sus más valiosos hombres de confianza. El talento de que hacía gala Álvarez Castro fue decisivo a la hora de dirigir las acciones políticas de Morazán, quien, bajo su mandato presidencial de la Federación Centroamericana, promovió al escritor hasta los puestos de diputado y, posteriormente, Ministro de Relaciones Exteriores. Por su parte, Miguel Álvarez Castro mostró una fidelidad extrema hacia el líder independentista, a quien acompañó en un largo viaje hasta el Perú y en su exilio político en Costa Rica. Allí, el poeta formó parte del grupo de extrañados denominado coquimbo, y asistió al juicio y fusilamiento de su amigo y jefe de filas.

Tras el fracaso de este segundo intento de poner en marcha la Federación Centroamericana, Miguel Álvarez Castro retornó a El Salvador, donde sus constantes inquietudes socio-políticas le llevaron a enfrentarse directamente con el régimen autoritario del general Francisco Malespín, que había sido elegido Presidente de la República Salvadoreña en 1844. Acosado por el dictador, se vio forzado a buscar exilio en Nicaragua, donde muy pronto se integró en otro grupo de conspiradores: los que, abanderados por el antiguo dirigente hondureño Joaquín Rivera, pretendían derribar el gobierno nicaragüense y pasar, desde allí, a enfrentarse con el susodicho Malespín. Cuando su situación parecía más comprometida que nunca (pues las tropas salvadoreñas habían invadido Nicaragua), cayó en El Salvador Francisco Malespín, derribado por la acción de Joaquín Eufrasio Guzmán. El giro positivo que, en las vivencias políticas de Álvarez Castro, provocaron estos acontecimientos le permitió regresar a su lugar de origen, donde se instaló plácidamente y abandonó cualquier actividad pública, para dedicarse por entero a la creación literaria y la interpretación musical.
Comenzó a sobresalir entonces por su maestría en el tañer de la guitarra, virtud por la que fue solicitado su concurso en cuantas fiestas y serenatas se ofrecían en su entorno. Al mismo tiempo, sus poemas comenzaron a circular en los primeros círculos literarios salvadoreños, en los que se hicieron célebres dos largas composiciones épicas de Miguel Álvarez Castro (a quien llamaron sus contemporáneos "el TIñoso", por el gorro blanco que lucía constantemente): la oda "Al ciudadano José Cecilio del Valle" y la elegía "A la muerte del coronel Pierzon". Ambas piezas constituyen una buena muestra del relieve que adquirió la actividad política en la vida -y, consecuentemente, en la obra literaria- del primer poeta salvadoreño: en la primera de ellas, Álvarez Castro exalta la figura del político, abogado y periodista, prócer de la independencia centroamericana, José Cecilio del Valle, que fue depuesto de la presidencia de la ya mencionada Federación Centroamericana; en la segunda, escrita hacia 1827, el poeta y músico salvadoreño lamenta el asesinato del coronel Pierzon, víctima de las intrigas de los políticos conservadores guatemaltecos.

A pesar de la importancia que, por su valor histórico y testimonial, alcanzaría después la obra literaria de Miguel Álvarez Castro, lo cierto es que durante su agitada existencia no le reportó beneficio alguno. Cada vez más acuciado por la pobreza, se retiró a una hacienda de su lugar de origen, donde cayó enfermo de tuberculosis y pasó sus últimos momentos amargado por el dolor, la miseria, la soledad (estaba soltero) y las penas del desamor (se había enamorado apasionadamente de una mujer que no le correspondió).

Bibliografía

  • CAÑAS-DINARTE, Carlos. Diccionario escolar de autores salvadoreños (San Salvador: Consejo Nacional para la Cultura y el Arte [CONCULTURA], Dirección de Publicaciones e Impresos, 1998).

  • MOYARGA RIVAS, Román. Guirnalda salvadoreña (1884).

  • URIARTE, Ramón. Galería poética centroamericana (1888).

Autor

  • JR.