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LiteraturaPeriodismoBiografía

Allende, Isabel (1942-VVVV).

Isabel Allende

Narradora, dramaturga y periodista chilena, nacida en Lima (Perú) el 2 de agosto de 1942. Sobrina del que fuera presidente de Chile Salvador Allende (1908-1973), es autora de una variada y desigual producción literaria que, caracterizada en sus mejores obras por su singular acercamiento a la estela del realismo mágico, la sitúa -en opinión de una parte de la crítica y de su populosa legión de admiradores- entre las mejores voces femeninas del denominado "Boom" de la narrativa hispanoamericana.

Vida y obra

Hija de un diplomático chileno que desempeñaba sus funciones legatarias en la embajada de Lima, vino al mundo en la capital peruana, donde pronto dio muestras de una acusada inclinación hacia el cultivo de la creación literaria. Tras haber recibido una esmerada formación académica en diferentes centros privados, cursó estudios superiores de periodismo y, a su regreso a Chile, fue invitada a colaborar en la revista femenina Paula, donde pronto adquirió un merecido prestigio por sus artículos humorísticos, sus entrevistas y sus reportajes (fueron muy celebrados sus comentarios jocosos sobre el hombre chileno, al que calificó en estos trabajos periodísticos como "mi troglodita"). Corría, a la sazón, el año de 1962, fecha en la que contrajo nupcias con Miguel Frías, del que habría de divorciarse al cabo de cinco lustros (1987), después de haber tenido dos hijos: Paula -que falleció, víctima del cáncer, en 1992- y Nicolás.

Poco antes de haberse instalado en su Chile, Isabel Allende había recorrido gran parte de los países hispanoamericanos, con lo que adquirió una vasta experiencia cosmopolita que, mucho antes de quedar plasmada en su producción artística, le sirvió para trabajar durante un cierto período de tiempo dentro de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dependiente de las Naciones Unidas. Pero su decidida intención de ganarse la vida por medio de la escritura la impulsó a volcarse en el ejercicio del periodismo, actividad en la que pronto se hizo notar por su audaz tratamiento de los asuntos más incisivos y polémicos de la actualidad chilena de la década de los años sesenta. Al margen de su trabajo en la citada revista Paula, dirigió la revista infantil Mampato y se atrevió a realizar un programa televisivo de difusión semanal en el que abordaba, desde su peculiar sentido del humor, los temas más espinosos del movimiento feminista contemporáneo, labor por la que vio acrecentarse considerablemente su popularidad dentro de las fronteras chilenas.

Su irrupción en el panorama literario del país andino tuvo lugar, a comienzos de los años setenta, dentro del ámbito genérico de la literatura dramática, a la que se incorporó sin demasiado éxito de crítica y público con algunas piezas menores como El embajador (1970), Balada de medio pelo (1972) y la obra musical Los siete espejos (1973). Poco después, tras los sangrientos sucesos acaecidos en Chile en 1973 (que culminaron con el golpe de estado del general Augusto Pinochet y el asesinato del tío de la escritora, el presidente socialista Allende), comenzó a verse seriamente amenazada por las nuevas autoridades políticas y militares que habían asumido el poder, lo que no le impidió seguir adelante con su proyecto de reeditar sus mejores artículos humorísticos de la década anterior en un volumen recopilatorio titulado Civilice a su troglodita (Santiago de Chile: Ed. Lord Cochrane, 1974). Unos meses antes de la publicación de esta selección de escritos periodísticos, Isabel Allende había dado a la imprenta su primer libro de relatos, Lauchas y lauchones, ratas y ratones (1974), al que pronto habría de sumarse, en el transcurso de aquel mismo año, otra colección de cuentos titulada La abuela Panchita (1974).

Aunque la situación política chilena se estaba tornando insoportable para la amenazada escritora, aún tuvo tiempo de ver editada en su país su ya mencionada obra dramática musical, presentada ahora bajo el título de La casa de los siete espejos (1975); pero a los pocos días hubo de resignarse a abandonar el territorio chileno -donde sabía que su vida corría un serio peligro- para buscar refugio en Caracas, ciudad en la que fue acogida con respeto y admiración por parte de los lectores venezolanos, que comenzaron a degustar su extraordinaria ironía en los artículos humorísticos que Isabel Allende difundió entre las páginas del cotidiano El Nacional, en el que estampó su firma durante un decenio (1975-1985). Entretanto, iban llegando hasta este su exilio venezolano las terribles noticias de los efectos devastadores producidos por la sangrienta dictadura militar en Chile, donde a los miles de compatriotas asesinados durante los primeros días del golpe de estado se sumaban ya más de dos mil quinientos desaparecidos, sin contar los millares de chilenos demócratas que habían sido encarcelados y torturados, y los cientos de miles que se habían visto forzados a tomar el rumbo del exilo. Estas penosas circunstancias hacían imposible el regreso de Isabel Allende y su familia a su lugar de origen, por lo que la escritora hubo de acostumbrarse a vivir en un permanente extrañamiento que desde Venezuela la condujo hasta México, en donde permaneció hasta finales de los años ochenta, alternando su estancia en territorio azteca con frecuentes desplazamientos a Europa y Estados Unidos. Finalmente, en 1988 el dictador chileno levantó la prohibición de regresar al país andino que seguía pesando sobre numerosos exiliados, lo que propició el retorno de Isabel Allende a Santiago, donde sus primeras declaraciones públicas fueron: "Tengo derecho a vivir en mi país". Años después, tras su divorcio y su unión en segundas nupcias con el ciudadano estadounidense William Gordon, se afincó en el estado norteamericano de California, en el que reside desde los años noventa. El largo y prolongado exilio le había costado la vida a su hermana Beatriz (que, abatida por la lejanía y la soledad, se suicidó en Cuba en 1977) y a su tía Laura (militante socialista que, enferma de cáncer, puso también término a su vida ante sus infructuosos intentos de regresar a Chile). El padre de la escritora había fallecido el mismo día del golpe de estado (11 de septiembre de 1973), pues se encontraba en el Palacio de la Moneda cuando fue asaltado por las tropas militares sublevadas.

Fueron precisamente el ambiente y los sucesos previos que condujeron al golpe militar los materiales narrativos que dieron forma a su primera gran novela, La casa de los espíritus (Barcelona: Plaza & Janés, 1982), con la que se consagró definitivamente como una de las grandes escritoras hispanoamericanas de todos los tiempos. Recibida como un brillante epígono en la estela del "Boom" iniciado en los años sesenta, y comparada -tal vez con demasiada precipitación- con Cien años de soledad, de García Márquez, esta primera narración extensa de la autora chilena se convirtió de inmediato en un best-seller en numerosos países del subcontinente americano (a pesar de que su publicación había sido rechazada por varias editoriales de Hispanoamérica), en España y en otras naciones de Europa, a cuyas lenguas vernáculas había sido prontamente traducida. Once años después de su primera salida a la calle, el éxito de la historia pergeñada por Isabel Allende recibió un poderoso impulso de proyección internacional merced a la adaptación cinematográfica realizada por el cineasta sueco Bille August(The house of the spirits, 1993), quien contó con la colaboración de la propia autora para elaborar el guión, y con un prestigioso elenco de intérpretes en el que figuraban Meryl Streep, Glenn Close, Jeremy Irons, Winona Ryder, Antonio Banderas y Vanessa Redgrave.

Basada en los recuerdos de infancia y juventud de la propia escritora, La casa de los espíritus narra las peripecias de la saga familiar de los Trueba a lo largo de cuatro generaciones. Allende rememora y convierte en substancia narrativa las vivencias en la vieja casona familiar habitada por sus abuelos y sus excéntricos tíos, una mansión rodeada por una fecunda atmósfera liberal e intelectual que despertó su feraz imaginación y le inculcó el gusto por la lectura y la narración de historias. Al hilo de las peripecias de las mujeres que componen este núcleo familiar (auténticas protagonistas de la trama), la desbordada fantasía de la autora se va enhebrando con el repaso de los principales acontecimientos políticos de la historia reciente de Chile, hasta situar al lector en los primeros y dramáticos compases de la sangrienta dictadura militar.

Transcurridos dos años desde la publicación de La casa de los espíritus, la escritora chilena volvió a los anaqueles de las librerías con otra espléndida novela que mezclaba de nuevo la enrarecida situación política de su patria (en este caso, los asesinatos de los "desaparecidos" durante la dictadura de Pinochet) con otros materiales literarios procedentes de la poderosa imaginación de la autora (concretados, aquí, en una historia de amor). Se trata de la obra titulada De amor y de sombra (Barcelona: Plaza & Janés, 1984), recibida también con grandes elogios por parte de la crítica y los lectores, y considerada -por parte de los numerosos admiradores con que contaba ya la escritora chilena- como el hito que venía a señalar, en la todavía breve trayectoria literaria de Isabel Allende, que el éxito internacional de La casa de los espíritus no había sido fruto de la casualidad ni respondía a caprichos pasajeros en los gustos literarios del momento. La historia aquí relatada arranca con el hallazgo, en una explotación minera del norte de Chile, de una tumba clandestina en la que yacen sepultados los restos mortales de numerosos campesinos asesinados por los servicios de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet. La relación amorosa de dos jóvenes sirve de hilo conductor para el seguimiento de los hechos, que al cabo de los meses pone de manifiesto la horrorosa constatación de los crímenes cometidos por los golpistas, delatados por la aparición de otros muchos cementerios clandestinos.

La tercera incursión de Allende en la narrativa extensa quedó plasmada en Eva Luna (Barcelona: Plaza & Janés, 1987), una novela donde volvía a quedar patente la libérrima capacidad fabuladora de la autora nacida en Lima, ahora ambientada en el ámbito caribeño. La protagonista de esta historia -cuyo nombre da título a la novela- es una mujer que vive inmersa en la exuberancia de su hábitat natural, rodeada de acontecimientos mágicos y emplazada siempre en escenarios tan peregrinos y excéntricos como la casa de un embalsamador o un oasis árabe emplazado en las entrañas de la selva tropical. El interés suscitado por esta nueva narración propició, al cabo de tres años, la reaparición de algunos de sus personajes, temas y motivos en una colección de relatos titulada Cuentos de Eva Luna (Buenos Aires: Sudamericana, 1990), obra que, junto a la anterior, se aparta de la anterior producción literaria de Isabel Allende en un aspecto substancial dentro de su evolución temática: por vez primera, no aparecen en ellas el reflejo de los acontecimientos relacionados con la dictadura chilena.

A comienzos de los años noventa salió de los tórculos la cuarta entrega novelesca de Isabel Allende, publicada bajo el título de El plan infinito (1991). De nuevo la experiencia autobiográfica cobra en la prosa de la escritora un papel relevante, pues la obra está basada en la andadura vital de William Gordon, quien, tras confiar sus secretos a la autora, acabaría convirtiéndose en su segundo esposo. Poco después, la devastadora enfermedad que acabó con la vida de su hija mayor sumió a Isabel Allende en un largo silencio narrativo del que no habría de salir hasta finales del siglo XX, cuando dio a la imprenta su quinta novela, titulada Hija de la fortuna (1999). En el ínterin, publicó dos libros ajenos al ámbito de la ficción: en el primero, que puede incluirse dentro de la categoría genérica de las memorias, reflejó el doloroso proceso canceroso que acabó con la vida de su hija y sus dramáticas repercusiones dentro del círculo de familiares y allegados (Paula, 1994); en el segundo -fruto de su desesperado intento por recuperar, tras aquella desgracia irreparable, la ilusión por seguir viviendo y escribiendo (no en vano fue presentado por la autora con estas palabras: "escribo porque soy una comunicadora; al comienzo fui periodista, necesito contar mis historias, necesito de la otra parte de mis libros, de ustedes, los lectores, sin los cuales mi obra no estaría completa")-, Allende sorprendió a sus lectores con una amena e imaginativa colección de recetas pretendidamente afrodisíacas (Afrodita, 1998).

Pero su definitivo reencuentro con la escritora de raza que había cautivado en todo el mundo a una copiosa legión de seguidores no se produjo hasta la aparición de la ya citada Hija de la fortuna (1999), otra espléndida novela que volvía a poner de manifiesto las dotes de Isabel Allende para la prosa de ficción, de la que no se ocupaba desde hacía ocho años. En ella cuenta los avatares de una joven chilena que, a mediados del siglo XIX, protagoniza una auténtica odisea al trasladarse desde la ciudad portuaria de Valparaíso hasta el estado norteamericano de California, atraída por la fiebre del oro que se había apoderado de los pobladores de la costa oeste de los Estados Unidos. En palabras dirigidas por la propia autora al público congregado en Madrid durante la presentación de este libro, Eliza, la protagonista, "es una muchacha joven, muy joven, que nace en Valparaíso y se va a California detrás de un amor y, como le pasó a los aventureros que buscaban oro, encontró otra cosa"; y, aunque la novela pretende reflejar la rara combinación de ambición e idealismo que se vivió durante la ese período dominado por la fiebre del oro ("una época -siguiendo con el testimonio de la escritora- llena de violencia, excesos, crueldad, codicia y, al mismo tiempo, utopía"), lo cierto es que Allende se propuso, en el fondo, con esta narración ofrecer una lectura más profunda, oculta tras "una especie de viaje iniciático que simboliza lo que ha ocurrido con las mujeres de mi generación".

Del último año del siglo XX data Retrato en sepia (2000), concebida como una libre continuación de algunas de las historias relatadas ya en La casa de los espíritus e Hija de la fortuna (de hecho, una parte de la crítica estima que estas tres novelas constituyen una trilogía narrativa en el conjunto de la producción literaria de la autora chilena). En ella, el lector puede seguir los pasos de Aurora del Valle, una mujer de finales del siglo XIX que, recién cumplida la treintena, decide ir en busca de su pasado familiar, después de haber crecido felizmente en San Francisco. Su carácter dulce y anodino se irá fortaleciendo paso a paso en contacto con las mujeres que vaya conociendo, hasta llegar a convertirla en una firme defensora de los derechos de la población femenina, en un mundo hostil sujeto al férreo control de los hombres.

El siguiente proyecto literario de la autora fue la trilogía "Memorias del águila y el jaguar", en la que abordó por primera vez historias centradas en el mundo adolescente; los protagonistas son los jóvenes aventureros Nadia y Alexander, y la abuela de éste, Kate. En la primera de las entregas, La Ciudad de las Bestias (2002), la "excusa" argumental elegida fue la propuesta que una abuela hace a su nieto para abandonar California y viajar al Amazonas en busca de una criatura gigante que desprende un olor paralizante. Un año más tarde, Allende recuperó los personajes de la obra para dar a la imprenta la segunda entrega de la trilogía, El reino del dragón de oro, cuya acción se desarrolla en los valles del Himalaya. Finalmente, la autora completó la trilogía con El bosque de los pigmeos (2004), donde los tres protagonistas viajan al mismo corazón de África para ayudar al pueblo pigmeo y adentrarse en un mundo lleno de misterios. Cada una de estas tres novelas de aventuras, que la autora reconoció haber escrito para sus nietos, se centran, respectivamente, en la ecología, la espiritualidad y la paz.

En 2003 publicó el libro de memorias Mi país inventado. En sus páginas, la autora chilena realiza "un baile con la memoria" donde se entrecruzan lo íntimo y lo histórico, la nostálgica descripción de su infancia y su personal visión de su país, afectada irremediablemente por el exilio. La obra también permite conocer todas las fuentes de inspiración de sus obras.

En líneas generales, la prosa de Isabel Allende se caracteriza por una extrema sencillez expresiva que facilita su llegada directa a un amplio número de lectores, lo que no obstaculiza en ningún caso la permanente y torrencial irrupción de elementos fantásticos que aportan una enorme riqueza exuberante y colorista a la aparente simplicidad de su lenguaje literario. Rodeada, en su propia andadura vital, de numerosas manías y excentricidades heredadas de su familia (confiesa que escribe rodeada de velas encendidas, y que comienza todas sus novelas el día 8 de enero, porque en tal fecha del año 1981 recibió una llamada en la que se le comunicaba la muerte de su abuelo, y se puso de inmediato a escribirle una carta que acabó convirtiéndose en La casa de los espíritus), ha sabido adaptar a los complejos gustos literarios de su variada gama de lectores ese universo mágico que, de no haber sido encauzado a través de un estilo sobrio y llano, no habría alcanzado esa masiva recepción de que gozan los libros de la autora desde comienzos de los años ochenta (por citar uno de los ejemplos más recientes de esta asombrosa difusión de su obra, valga decir que La hija de la fortuna ha sido traducida a veintisiete idiomas). Esta exaltación de la imaginación fabuladora, junto a la valoración constante de una perspectiva femenina en el enfoque de los hechos narrados, constituyen las principales señas de identidad de la narrativa de Isabel Allende, también caracterizada por su hábil dosificación de ambientes, personajes y situaciones que apelan a los sentimientos más hondos del ser humano (como el amor, el dolor, el miedo y la ternura).

La suma de todos estos aciertos literarios ha granjeado a la autora chilena un copioso aluvión de premios, honores y distinciones en numerosos lugares del mundo. Entre los galardones que se le han concedido, destacan el Premio a la Mejor Novela del Año (Chile, 1983); el "Panorama Literario" (Chile 1983); la elección como "Autora del año" (Alemania, 1984); el "Libro del año" (Alemania, 1984); el "Grand Prix d'Evasion" (Francia, 1984); el premio de la Radio Televisión Belga "Point de Mire" (Bélgica, 1985); el "Premio Literario Colima" (México, 1986); el "XV Premio Internazionale I Migliori Dell'Anno" (Italia, 1987); el premio "Mulheres" a la mejor novela extranjera (Portugal, 1987); el premio "Quimera Libros" (Chile, 1987); el "Libro del año" (Suiza, 1987); el "Library Journal's Best Book" (Estados Unidos, 1988); el "Before Columbus Foundation Award" (Estados Unidos, 1988); el premio a la Mejor Novela (México, 1985); el "Autora del año" (Alemania, 1986); el "Freedom to Write Pen Club" (Estados Unidos, 1991); el "XLI Premio Bancarella" (Italia, 1993); el "Independent Foreign Fiction" (Reino Unido, 1993); el "Brandeis University Major Book Collection" (Estados Unidos, 1993); el "Critics' Choice" (Estados Unidos, 1996); el "Books to Remember" de la American Library Assoc. (Estados Unidos, 1996); el "Books to Remember" de The New York Public Library (Estados Unidos, 1997); el premio "Malaparte" concedido por los Amici di Capri (Italia, 1998); el "Donna Citta Di Roma" (Italia, 1998); el "Dorothy and Lillian Gish" (Estados Unidos, 1998); el premio de la "Sara Lee Foundation" (Estados Unidos, 1998) y -entre otros muchos- el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso (Chile, 2003).

Además, Isabel Allende ha sido honrada con su elección como miembro de número de la Academia de la Lengua de Chile (1989); miembro de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico (1995); como "Honorary Citizen" of the City of Austin (Estados Unidos, 1995); como "Feminist of the Year" Award (The Feminist); y como miembro de la Majority Foundation (Estados Unidos, 1994); y distinguida con los títulos y condecoraciones de "Chevalier dans l'Ordre des Arts et des Lettres" (Francia, 1994); "Condecoración Gabriela Mistral" (Chile, 1994); "Profesor de Literatura Honoris Causa por la Universidad de Chile (Chile, 1991); "Doctor of Letters" por la New York State University (Estados Unidos, 1991); "Doctor of Humane Letters" por la Florida Atlantic University (Estados Unidos, 1996); y "Doctor of Letters" por el Columbia College Chicago (Estados Unidos, 1996).

Enlaces de Internet

http://www.isabelallende.com ; Web oficial de la escritora.

Bibliografía

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  • CODDOU, M. [comp.] Los libros tienen sus propios espíritus (Xalapa [México]: Universidad Veracruzana, 1986).

  • CODDOU, M. Para leer a Isabel Allende (Concepción: Ediciones LAR, 1988).

  • CORTÍNEZ, V. "Polifonía: Isabel Allende y Antonio Skármeta", en Plaza (Cambridge, Massachusetts [U.S.A.]), ns. 14-15 (1988), págs. 73-80.

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  • HART, P. Narrative Magic in the Fiction of Isabel Allende (Londres/Toronto: Associated University Presses, 1989).

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  • STAVANS, I. "Apuntes para una biografía literaria. Entrevista con Isabel Allende", en Imagen (Caracas), nº 100 (1986), págs. 7-9.

  • TEITELBOIM, V. "Isabel Allende delinea su concepción de la novela", en Plural (México), XXIX, nº 210 (marzo de 1989), págs. 29-33.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.