A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaMedicinaBiografía

Alfonso, Pedro (1062-1140).

Escritor, médico y astrónomo español nacido en Huesca en 1062 y fallecido en 1140. Pionero de la apologética conversa en la literatura medieval española, es recordado fundamentalmente por su aportación capital a la transmisión de la cuentística oriental a la cultura europea del siglo XII.

Vida y obra

Nacido en el seno de una familia judía, recibió en su niñez la fe de sus mayores y el nombre judaico de Mosé Sefardí, que conservó durante más de cuarenta años, hasta que en 1106 se convirtió al cristianismo y adoptó el apelativo por el que se le sigue conociendo actualmente. Hombre de vastas inquietudes intelectuales, Pedro Alfonso destacó en el estudio y la práctica de varias disciplinas científicas (como la medicina y la astronomía) y en el cultivo de las Letras (en el que adquirió una gran reputación intelectual entre los mayores escritores europeos de su tiempo). Como científico, ejerció la medicina y parece que llegó a ser el galeno personal del rey Alfonso I el Batallador, quien fue su protector y le apadrinó personalmente en su conversión al cristianismo, y del monarca inglés Enrique I, aunque este último extremo no ha podido ser confirmado por la historiografía moderna (se ha comprobado que, en efecto, Pedro Alfonso viajó por Europa y residió durante algún tiempo en Inglaterra; pero no se ha podido demostrar su designación como médico oficial del soberano).

Diálogo contra los judíos

Con ánimo de justificar su conversión, Pedro Alfonso escribió su célebre Diálogo contra los judíos, obra de gran valor dentro de la apologética hebraica, pues no sólo repasa los motivos personales que llevaron al autor oscense a renegar de la fe de sus mayores, sino todos los argumentos vigentes en una época caracterizada por grandes cambios históricos y no menos notables evoluciones en la mentalidad colectiva. Tras haber conocido tres reinados diferentes -el de Sancho Ramírez I, el de Pedro I y el ya citado de Alfonso I el Batallador-, Pedro Alfonso quedó impregnado de la cultura excepcional de su tiempo, una de cuyas características más significativas era el intenso intercambio de saberes, ritos y creencias entre los mundos cristiano, judío y musulmán. A mediados del siglo XI, Zaragoza se había convertido en uno de los principales refugios de los más prestigiosos intelectuales de Al-Andalus; con ellos trabó contacto Pedro Alfonso, y se alimentó de sus saberes para acabar convirtiéndose en el mejor transmisor a Europa de la cultura hispanomusulmana.

El prólogo autobiográfico del Diálogo contra los judíos es una de la mejores fuentes para conocer la peripecia vital de Pedro Alfonso: por él sabemos que se bautizó a los cuarenta y cuatro años de edad (1106), con Alfonso I como padrino; que viajó a Inglaterra en calidad de magister en artes liberales y, sobre todo, en astronomía, donde tuvo por discípulo al prior del monasterio de Malvern, quien aprendió con él el sistema de graduación astronómica árabe. Se cree que ya estaba de nuevo en Zaragoza hacia 1121, y que posteriormente pudo fijar su residencia en Tudela. Curiosamente, frente a los escasos datos biográficos de Pedro Alfonso que han llegado hasta nuestros días, contrasta la transmisión de su imagen física, recogida en el Liber Chronicarum cum figuris (1493), un incunable que presenta una galería de ilustres filósofos, reyes, santos, poetas y sabios de la Edad Media.

La erudición moderna ha supuesto que el Diálogo contra los judíos fue la respuesta del propio Pedro Alfonso al clamor que se levantó, entre la comunidad hebraica hispana, a raíz de su conversión al cristianismo, por lo que da por hecho que su redacción tuvo lugar después de 1106. El erudito oscense se sirvió de sus amplios conocimientos de la Biblia hebrea y la literatura judía para presentarse como el primer intelectual que atacaba a sus antiguos compañeros de fe con sus propios argumentos, extraídos de la literatura tradicional hebrea y de los comentarios de los exegetas contemporáneos.

Obras científicas

En lo que se refiere a sus trabajos de investigación científica, son pocas las obras de Pedro Alfonso que han llegado hasta nuestros días, y las escasas que se conservan están en estado fragmentario. Gracias a los testimonios de los sabios ingleses que fueron discípulos suyos -como Adelardo de Barh y el susodicho Walcher de Malvern-, sabemos que era conocido y respetado en su época como el mayor conocedor de la cultura oriental, y que escribió un tratado titulado De Dracone que, al parecer, versaba sobre el cálculo de los movimientos de los astros; también introdujo en Occidente los conocimientos astronómicos de árabes y persas en un volumen titulado De Astronomía, en el que dejó reflejadas unas tablas astronómicas basadas en los calendarios de dichos pueblos, así como en el calendario latino; según los mencionados discípulos de Pedro Alfonso, merced a estas tablas y con la única ayuda de un astrolabio se podía averiguar -con una exactitud hasta entonces desconocida por la Ciencia europea- las posiciones del sol, de la luna y de los cinco planetas conocidos, así como los ascendientes y descendientes.

Otro texto científico suyo que ha llegado hasta nuestros días es la "Carta a los estudios franceses", escrita para servir de prólogo a sus ya famosas tablas astronómicas. En este escrito, Pedro Alfonso subraya la importancia de los conocimientos aritméticos, especialmente útiles para otras ramas del saber y la creatividad como la geometría, la música, la medicina y la astronomía; y demuestra que, a pesar de su condición de sabio, estaba atento también a las inquietudes cotidianas de su tiempo, pues destaca asimismo el provecho de la aritmética aplicada a los "negocios del siglo". Gracias a la "Carta", Pedro Alfonso se convirtió en la figura española más representativa del denominado "Renacimiento del siglo XII", caracterizado por el declive del canon medieval y el auge de las investigaciones científicas, en un dilatado proceso intelectual que, poco a poco, irá destruyendo las barreras entre las artes liberales y los conocimientos técnicos. En medio de dicho proceso, el erudito innovador que fue Pedro Alfonso contribuyó poderosamente al descubrimiento en Europa de la cultura griega a través del legado de los árabes, descubrimiento que introdujo modificaciones radicales en las clasificaciones clásicas del saber occidental.

Disciplina clericalis

Sin duda alguna, la mayor aportación del erudito oscense a la cultura europea del siglo XII fue la publicación de su obra titulada Disciplina clericalis, una brillante recopilación de treinta y tres relatos escritos en latín, pero tomados de la tradición cuentística árabe, y procedentes a su vez de la narrativa popular de Persia, la India y otras remotas culturas orientales. El arabista español Ángel González Palencia, uno de los mejores conocedores de la obra de Pedro Alfonso, puso de manifiesto la sorprendente difusión de esta colección de cuentos por la Europa occidental: "La Disciplina clericalis [...] puso en circulación por el mundo cristiano, desde principios del siglo XII, una gran cantidad de cuentos que el propio coleccionador dice haber recogido de proverbios y 'castigos' árabes. Más de 63 manuscritos conservados y tenidos presentes por Söderhielm y Hilka en su edición de Helsingfords, 1911, son clara muestra del interés que despertó en la Edad Media; las versiones hebreas, francesa, alemana, catalana, italiana y española difundieron los cuentos por los más diversos países; sus asuntos, repetidos por más de 60 autores o libros de la Edad Media y del Renacimiento, como Beauvais, don Juan Manuel, Boccaccio, Bozón, Chaucer, Fabliau, Gidaldi, Guicciardini, Minnesinger, Novellino, Scala caeli, Straparola, Timoneda, Tamariz y el propio Cervantes, indican la vitalidad de tales cuentos, que perduran a través de tantos siglos en las naciones de más variadas aficiones, muestra inequívoca del alto sentido humano que los informa" (Moros y cristianos en España medieval, 1945, págs. 35-36). En su extensa relación de autores y textos deudores de la Disciplina clericalis, González Palencia no cita la obra que ofrece el mejor testimonio de la difusión y el aprovechamiento de la tradición oriental recogida por Pedro Alfonso: el Libro de los exemplos por A.B.C., del archidiácono de Valderas (León) Clemente Sánchez de Vercial, una extensa colección de cuentos -integrada por más de quinientas piezas diferentes- ordenados por orden alfabético según las primeras letras de las citas latinas que los encabezan, y tomados de los Gesta Romanorum, de los Hechos y dichos memorables de Valerio Máximo, de los Diálogos de San Gregorio y, por supuesto, de la Disciplina clericalis.

Pedro Alfonso no sólo fue el primero en verter al latín -de donde pasaron a otros muchas colecciones latinas y a numerosas recopilaciones vernáculas- las narraciones y los proverbios de la tradición oriental, sino que también quedó, a la postre, como el autor que estableció una serie de modelos didácticos pronto utilizados por los grandes moralistas de la cultura medieval europea. Para la redacción de su obra, utilizó tres fuentes básicas: las sentencias y enseñanzas de los filósofos orientales, los proverbios y consejos árabes, y las fábulas en prosa y verso procedentes de Oriente (con especial atención a las que comparaban las actitudes humanas con los comportamientos animales). Reunidos estos materiales, el erudito oscense los organizó en unas narraciones que reproducen siempre el mismo esquema estructural: un prólogo que insiste en la necesidad de observar de contino el "temor de Dios"; tres partes que reflejan los vicios y las virtudes del ser humano, la relación del hombre con sus semejantes, la relación de Dios con sus criaturas y la fugacidad de las cosas terrenas; y una parte final que recupera el concepto del prólogo sobre el "temor de Dios" y termina con un epílogo en el que siempre aparece una invocación al Ser Supremo.

En resumen, cabe insistir en la importancia de Pedro Alfonso dentro de cada uno de los campos del saber que abarcó en su obra. Como científico y astrónomo no aportó ningún descubrimiento decisivo, pero inició a los sabios occidentales en el cálculo del movimiento de los astros; como apologeta, fue el primero en atacar el judaísmo sirviéndose de su propia tradición, y dejó un valioso diálogo que fue muy utilizado por los teólogos y los polemistas medievales, incluidos los predicadores que alentaron las Cruzadas; y en su condición de literato y filólogo, introdujo en la Europa occidental un material narrativo que habría de tener un rendimiento asombroso durante toda la Edad Media y buena parte de los Siglos de Oro.

Bibliografía

  • AINAUD DE LASARTE, J. "Una versión catalana desconocida de los Dialogi de Pedro Alfonso", en Sefarad (Madrid), nº 3 (1943), págs. 359-376.

  • ALFONSO, P. Disciplina clericalis. Madrid: Instituto Miguel Asín [CSIC], 1948, ed. y trad. del texto latino por Ángel González Palencia.

  • --------------. Disciplina clericalis. Zaragoza: Guera, 1980, ed. de María Jesús Lacarra, y trad. de Esperanza Fucay.

  • ARAGÜÉS ALDAZ, J. "Fallacia dicta: narración, palabra y experiencia en Disciplina clericalis", en Estudios sobre Pedro Alfonso de Huesca. Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1996, págs. 235-259.

  • FRADEJAS, J. "De Pedro Alfonso a Espinel", en Revista de Literatura. Madrid, nº 9 (1956), págs. 154-156.

  • GARCÍA SOLALINDE, A. "Una fuente de Las Partidas: La Disciplina clericalis de Pedro Alfonso", en Hispanic Review. Filadelfia (EEUU), nº 2 (1934), págs. 241-242.

  • JONES, J. R. [ed.] y KELLER, J. E. The Scholar's Guide: A Translation of the Twelfth-Centry "Disciplina Clericalis" of Pedro Alfonso. Toronto, Pontifical Institute of Mediaeval Studies, 1969.

  • LACARRA DUCAY, M. J. "La renovación de las artes liberales en Pedro Alfonso: el papel innovador de un judío converso en el siglo XII", en De Toledo a Huesca. Sociedades medievales en transición a finales del siglo XI (1080-1100). Zaragoza: Institución Fernando el Católico [CSIC], 1998, págs. 131-138.

  • -------------- [coord.]. Estudios sobre Pedro Alfonso de Huesca. Huesca: Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1996.

  • --------------. "La composición de la Disciplina clericalis", en I Curso sobre Lengua y Literatura en Aragón (Edad Media). Zaragoza: Instituto Fernando el Católico, CSIC, 1991, págs. 159-170.

  • --------------. Pedro Alfonso. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1991.

  • LABOUDERIE, J. Petrus Alfhonsi, Disciplina Clericalis. París, 1824.

  • MENÉNDEZ PIDAL, R. España, eslabón entre la Cristiandad y el Islam. Madrid, 1956, págs. 20-26.

  • --------------. "La aportación astronómica de Pedro Alfonso", en Sefarad. Madrid, nº 3 (1943), págs. 65-105.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.