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HistoriaPolíticaBiografía

Alencastre Noroña y Silva, Fernando de (1640-1717).

Administrador colonial español nacido en 1640 (se desconoce el lugar) y fallecido en la ciudad de México el 3 de junio de 1717. Fue duque de Linares, marqués de Valdefuentes, comendador de la Orden de Santiago y trigésimo quinto virrey de Nueva España (1711-16).

Fernando de Alencastre era hijo del segundo duque de Abrantes y Grande de España. Su apellido es la variante portuguesa del inglés "Lancaster", nombre de un hijo del rey de Inglaterra, que enlazó en tiempos de Eduardo III con la familia real de Portugal; Felipe II, a cuyo servicio entró su abuelo, había concedido el primer título de duque de Linares. Fernando casó en 1685 con su parienta Leonor de Silva con la que tuvo dos hijos que fallecieron pronto. Su nombramiento de virrey de Nueva España lo firmó Felipe V, como una muestra del afecto y la confianza que le profesaba, el 16 de mayo de 1710.

Llegó a Veracruz a mediados de octubre y días más tarde, el 7 de noviembre, fue recibido en San Cristóbal Ecatepec por el cabildo y el resto de las autoridades virreinales, que le acompañaron hasta la villa de Guadalupe y el palacio de Chapultepec. Tomó posesión el 13 de noviembre y entró con toda solemnidad en la ciudad de México dos días después.

Señalan los historiadores la extrema dureza con que se expresó el duque de Linares al describir la situación del virreinato en la relación que dejó a su sucesor años después. Según el virrey “la sociedad mexicana había llegado a la mayor corrupción de costumbres. Los principales sólo tratan de acaudalar tesoros y obtener caballería… la plebe es pusilánime pero mal inclinada, especialmente a robar. En cuanto a los eclesiásticos, embarazan la administración de la justicia con sus escandalosos amancebamientos… y los alcaldes mayores son plaga de las provincias”. Se dice que trató de acudir a la solución de todos estos males, aunque con escasos resultados. En los últimos párrafos de aquel testimonio añadía: “No le turbe a V.E. su gobierno: ánimo, aunque cada día se oiga levantar mil testimonios, porque a mí me ha servido de pasatiempo el oír contar muchas cosas que me dicen he mandado y dicho, sin que me haya pasado por la imaginación; y de versos y sátiras me río…”.

Según Orozco y Berra, su gobierno “fue blando y justo; dedicado a los ejercicios piadosos, dominado por los jesuitas, si no desplegó energía ni aun mucha capacidad, quiso sujetar sus acciones a los preceptos del cristianismo y se mostró afable y benévolo”. Durante su mandato se firmó el tratado de Utrecht y terminó la Guerra de Sucesión; la nueva casa reinante en España iba a cambiar profundamente la administración, las formas y el estilo de gobernar en América.

Muy pronto tuvo que atender a las necesidades más urgentes de la población, el día de toma de posesión cayó sobre la ciudad de México una terrible nevada y el 16 de agosto de 1711 se sintió en México un fuerte temblor de tierra, que produjo multitud de víctimas y el derrumbe de numerosos edificios. Se dice que acudió con su propio dinero en ayuda de los pobres y a la reconstrucción de las viviendas.

Pero la mayoría de los conflictos locales mantenían su vigencia. En las provincias del norte, especialmente las fronteras de Sonora y la península de California, proseguía la obra misionera de los jesuitas, a pesar de la muerte del padre Kino acaecida el 15 de marzo de 1711, gracias a la incorporación de nuevos sacerdotes, apoyados por las cédulas reales favorables a su actividad, aunque faltos de los recursos de la corona. En California los jesuitas habían establecido un sistema de gobierno que presidía el padre Salvatierra, a cuyo mando estaban sometidos los soldados y marineros del virreinato.

Por la parte de Texas, la presencia francesa en las orillas de Mississippi seguía siendo motivo de preocupación. Louis de Saint Denis, que había iniciado sus incursiones a principios de siglo, logró alcanzar en 1714 los establecimientos españoles del Río Grande, avanzando por una ruta paralela a la costa. En realidad, la ingenuidad del franciscano fray Francisco Hidalgo, que propuso a los franceses de la Luisiana su colaboración en la evangelización de Texas, fue el mejor pretexto que encontró el gobernador Cadillac para aprobar el proyecto de Saint Denis.

La respuesta española no se hizo esperar y el duque de Linares encargó al capitán Domingo Ramón la reocupación del territorio, partiendo del presidio de Río Grande, en compañía de los religiosos franciscanos dirigidos por fray Antonio Margil. Al comenzar el año 1716 se instalaron seis nuevas misiones con la pretensión de alcanzar el establecimiento francés en Natchitoches, lo que permitió comprobar la extensión del contrabando y el provechoso comercio que los franceses habían estado desarrollando con las tribus indias de la región. En el reino de Nuevo León se fundó una colonia que se llamó de San Felipe de Linares.

En Veracruz, como consecuencia de los tratados de Utrecht y la reanudación de relaciones con Inglaterra, al amparo de un nuevo “Asiento”, se instaló una factoría británica según el modelo francés, a la que se concedió el monopolio para la introducción de esclavos negros en territorio americano bajo dominio español. Aunque para la defensa del comercio con la metrópoli se estipuló la prohibición de vender mercaderías, los ingleses supieron sortearla, por lo que aumentó el contrabando y la introducción en el virreinato de todo tipo de bienes de consumo.

En las costas del sureste, que no aparecían mencionadas en los tratados de paz, la corona española se sintió libre para aplicar una política de contención frente a los ataques exteriores. En la laguna de Términos, adonde habían regresado los colonos británicos, continuaban los cortes de madera y su exportación a Jamaica. Como respuesta, el virrey hizo construir en la dársena de Coatzacoalcos cuatro barcos de navegación ligera, que reforzaron la Armada de Barlovento y permitieron una defensa más eficaz de los intereses españoles. Por otra parte, se ordenó el envío de pertrechos militares y la finalización de las obras del fuerte de Cumaná.
El 7 de diciembre de 1716 salió una escuadra española, preparada en Veracruz y Campeche, al mando del sargento mayor Alonso Felipe de Andrade, que sorprendió a los ingleses y los expulsó de la laguna, donde se habían fortificado. Cuando trataron de reconquistarla en julio de 1717 volvieron a ser derrotados, por lo que la isla y la laguna de Términos quedó definitivamente libre de colonos ingleses.

En política interior, prosiguieron las obras del desagüe, tan elogiadas por Humboldt, que las llegó a considerar “una de las obras hidráulicas más gigantescas que han ejecutado los hombres”. La opinión del científico ilustrado se recogía en el análisis crítico del llamado “tajo de Nochistongo”, lo que le permitió evaluar el esfuerzo de la corona y las autoridades virreinales a lo largo de tantos años. El marqués de Linares fundó la primera biblioteca pública y el primer museo de animales y plantas de Nueva España.

Para cumplir con su obligación de remitir a Madrid una aportación económica importante, trató de aumentar los ingresos de la corona, que estaban basados en los tributos, alcabalas, quintos, el asiento de pulque y el juego de naipes. Pero como por otra parte seguían creciendo los “situados” de fondos en las islas y otras plazas de ultramar, la hacienda virreinal se vio obligada a cobrar por adelantado alguno de esos tributos, lo que hizo que aumentara el endeudamiento "crónico" habitual.

Todavía en el ejercicio de su mando, intervino en las discusiones del Cabildo, que en junio de 1816 planteó la manera de pagar los enormes gastos que suponía la preparación de los festejos de bienvenida al nuevo virrey. Tenía que conceder su autorización para disponer de las pensiones de carnicerías, que se pagarían en el plazo de tres años, lo que hizo de buen grado. El 16 de julio recibió al marqués de Valero cuando éste llegó a la ciudad de México y tomó posesión de su cargo.

El marqués de Linares había llegado a México viudo, sin hijos y de bastante edad, con una salud precaria que se resintió gravemente en los últimos meses. Con la esperanza de que “el temperamento de México le curara de sus males”, permaneció en la capital, pero con el paso de los meses sus condiciones físicas empeoraron sensiblemente. El nuevo virrey trató de ayudarle, ordenando que se trajera la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, desde su santuario hasta la casa del duque, con la esperanza de que le sirviera de consuelo espiritual.
Incapaz de superar la enfermedad, el duque de Linares falleció en la ciudad de México el 3 de junio de1717. El Cabildo en cuerpo acordó asistir a su entierro en la iglesia de San Sebastián, del monasterio de carmelitas descalzos.

Bibliografía

  • OROZCO y BERRA M. Historia de la dominación española en México. México, 1938.

  • RIVA PALACIO, V. El Virreinato. Tomo II de México a través de los siglos, México, Compañía General de Ediciones, 1961.

  • RIVERA CAMBAS, M. El virrey Fernando de Alencastre Noroña y Silva. México, Editorial Citlaltépetl, 1962

  • RUBIO MAÑÉ, I. Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España. México, Ediciones Selectas, 1959 y México, UNAM, 1961.

  • DE LA TORRE VILLAR, E. Instrucciones y memorias de los virreyes novohispanos. México, Editorial Porrúa, 1991

M. Ortuño

Autor

  • 0110 M. Ortuño