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MedicinaBiografía

Alcázar, Andrés (ca. 1490-ca. 1585).

Médico español, nacido en Guadalajara hacia 1490, y fallecido en Salamanca hacia 1585. Cursó sus estudios universitarios en Salamanca y ejerció la profesión en su ciudad natal, y también en Ávila y Segovia. En 1567, al crearse la cátedra de cirugía en la Universidad salmantina, fue nombrado titular de la misma. En 1575 publicó reunida la producción literaria de toda su vida con el título de Chirurgiae libri sex. La parte más destacada de la obra de Alcázar es su primer tratado, consagrado a la cirugía craneal ("De vulneribus capitis"). Al parecer, fue reimpreso aisladamente siete años después de la edición original, lo que demuestra que fue también el más apreciado de su época. Recoge este texto muchas innovaciones relacionadas con el tema, que había ido introduciendo durante los cincuenta años anteriores. Sabemos, en efecto, que en 1514 había fabricado ya los instrumentos de su invención, y que a la difusión de los mismos en Italia y en Francia contribuyó el médico y humanista Luis Lucena y, más tarde, el protocirujano francés Louis Debourges, que vino a España acompañando a Francisco I en 1525. En los veinticinco capítulos de que consta esta parte de su libro, realiza Alcázar dos aportaciones fundamentales. La primera consiste en un detenido estudio diagnóstico de las heridas cefálicas. Es la más completa exposición sobre el tema publicada en la Europa del siglo XVI, superior incluso a la de los grandes tratados de Ambroise Paré y Andrea della Croce, que le aventajan, en cambio, en lo referente al instrumental. Alcázar estima que no basta la consideración externa de la herida y de los signos locales relativos a la profundidad de la fractura, la presencia de hemorragia intracraneana, colección de pus, punzamiento de la duramadre, etc. El aspecto más fértil de su estudio es el gran relieve que concede a los síntomas neurológicos y la fina valoración que hace de los mismos: vértigos, trastornos de la voz y de la visión, vómitos -con muy precisa distinción entre centrales y digestivos-, trastornos mentales, de la sensibilidad y el equilibrio, alteraciones de la micción, la defecación y el tono muscular, fiebre, escalofríos, etc. Ello le sirve para sentar la indicaciones de la trepanación, que limita a los cuadros cínicos en los que resulta evidente la hipertensión craneal, y la presencia de abscesos o de fragmentos óseos que desgarren o puncen las membranas cerebrales.

La segunda aportación consiste en el análisis de las condiciones que deben reunir los trépanos y el resto del instrumental operatorio, así como en la descripción de los que él había diseñado. Considera inadecuados los trépanos habituales en su ambiente, que eran las llamadas "trefina" o coronas de trépano accionadas directamente con la mano, mediante una especie de asa colocada en la parte superior del vástago que las sostiene. Alcázar denuncia sus peligros y propone, para superarlos, los trépanos de su invención. Consisten éstos, en primer lugar, en coronas de trépano insumergibles mediante un tope adecuado; como era habitual desde Celso, constan de una corona macho con un pivote central que garantiza la fijeza del instrumento al comenzar la operación, y otra corona hembra con la que se termina de perforar y que carece de dicha clave para evitar los consiguientes riesgos de punción. Las coronas no se hacen girar directamente con la mano, sino mediante un manubrio como el de los berbiquíes de los carpinteros. El catedrático salmantino solucionó el problema de disponer de un numeroso juego de coronas, de acuerdo con el espesor del hueso que había que trepanar, mediante un dispositivo en forma de tuerca que permitía alargarlas o acortarlas según la circunstancia. Para los casos especialmente delicados, inventó un segundo tipo de trépano, también con dos coronas, macho y hembra, pero desprovistas de dientes y con sólo un borde cortante y afilado; para hacerlas girar utilizaba un dispositivo semejante a la ballesta de tornero, que gira a impulsos de una correa o cuerda de un arco y que venía siendo utilizado para las "terebras" o trépanos perforativos desde la Antigüedad.

Los cinco "libros" restantes de la obra de Alcázar están dedicados a las heridas de los nervios y tendones, del tórax y del abdomen, a la sífilis y a la prevención y tratamiento de la peste. Sobresale la atención que dedica a la extracción de colecciones de pus en la cavidad torácica. Inventó para ello un instrumento que succionaba el pus, impidiendo al mismo tiempo la entrada de aire en el interior del tórax, y que servía también para inyectar medicamentos. Perfeccionó asimismo el "syringotomo", aparato ya descrito por Galeno, e ideó procedimientos originales para la sutura de los tendones, del peritoneo y de la pared abdominal.

La base doctrinal de la obra de Alcázar continúa en buena parte anclada en la sistematización del galenismo por Avicena, que combina con frecuentes referencias directas a textos galénicos o hipocráticos. En su estilo expositivo se refleja su condición de profesor universitario.

Bibliografía.

Fuentes.

Chirurgiae Libri Sex. In quibus multa antiquorum, et recentiorum subobscura loca hactenus non declarata interpretatur, Salamanticae, In aedibus Dominici a Portonariis, 1575.

Estudios.

GRANJEL, L. S.: "La obra de Andrés Alcázar", en Clínica y Laboratorio, 67, 1959, pp. 154-160.
LÓPEZ PIÑERO, J. M.-GARCÍA BALLESTER, L.: La obra de Andrés Alcázar sobre la trepanación, Valencia: Cátedra e Instituto de Historia de la Medicina, 1964.
SANTANDER, M. T.: "La creación de la cátedra de cirugía en la Universidad de Salamanca", en Cuadernos de Historia de la Medicina Española, 4, 1965, pp. 191-213.

Autor

  • José María López Piñero