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PolíticaReligiónBiografía

Alberoni, Julio (1664-1752).

Cardenal Julio Alberoni.

Cardenal y político italiano nacido en Firenzuola (Toscana) el 30 de mayo de 1664 y muerto en Piacenza (Emilia-Romaña) el 26 de junio de 1752. Hijo de un jardinero de escasos medios, trabajó en una granja y también como jardinero hasta los quince años de edad, y no aprendió a leer hasta los catorce gracias a las enseñanzas de los jesuitas de su pueblo natal. Luego trabajó como campanero en la catedral de Piacenza, hasta que el obispo, que lo apreciaba, lo ordenó sacerdote en 1690. Protegido de Ignacio Gardini y del conde Barni (luego arzobispo de Piacenza), en 1698 obtuvo una canonjía en Parma. En esta ciudad, gracias a su talento, se ganó la confianza del duque de Parma y Piacenza, Francisco Farnesio, para el que realizó diversos trabajos. Habiendo aprendido francés en Roma, en 1702 el duque lo envió para servir como intérprete al duque de Vendôme, Luis José de Borbón, comandante de las tropas francesas de Italia durante la Guerra de Sucesión Española. Éste le cogió aprecio y lo llevó consigo cuando volvió a París en 1706, trabajando así Alberoni como secretario suyo. Acompañó también al duque cuando en 1711 éste marchó a España para auxiliar militarmente a Felipe V.

Al morir su señor el año siguiente permaneció en Madrid como embajador del duque de Parma. En la corte española obtuvo el favor de la princesa de los Ursinos (Orsini), la francesa Marie Anne de la Trémoille, que era dama de compañía de la reina española, María Luisa Gabriela de Saboya. Al fallecer ésta en febrero de 1714, Alberoni negoció el nuevo matrimonio de Felipe V con la sobrina del duque de Parma, Isabel de Farnesio, que él mismo propuso a la princesa de los Ursinos. La boda se celebró por poderes en septiembre de ese mismo año; este éxito diplomático, y el favor que obtuvo de la nueva reina apenas ésta llegó a España (desplazando a la princesa, que fue obligada a volver a Francia), incrementaron rápidamente la influencia de Alberoni en la corte española hasta llegar a ejercer desde 1716 como un auténtico primer ministro sin nombramiento formal y a ser titulado duque y Grande de España. Actuaría además como mediador entre la corte española y la Santa Sede, y el 12 de julio de 1717 el papa Clemente XI le constituiría cardenal diácono de San Adriano a instancias del rey.

Sus principales objetivos fueron devolver a España su lugar como potencia en Europa, en entredicho tras la Guerra de Sucesión de 1701-1714, y revitalizar la economía. Así, acabó con ciertos abusos de gobierno y reformó y centralizó la hacienda anulando las medidas tomadas por el francés Jean Orry, limitando los gastos y generando riqueza pública. Fomentó la industria y el comercio, trayendo al país artesanos extranjeros, abriendo diversas fábricas (cristales, imprenta, paños), rebajando las tarifas aduaneras y estableciendo un servicio regular de correo con la América hispana. Combatió el contrabando en Vizcaya y otros lugares y reguló la importación de tabaco de Cuba. A través de una serie de decretos de 1717 minimizó la oposición de la nobleza a las reformas. No obstante todas sus medidas reformistas, no dudó en limitar las libertades populares si con ello se reforzaba a la monarquía: así, devolvió alguna de sus competencias al Santo Oficio. Por otra parte, organizó un nuevo ejército de 100.000 hombres y creó una poderosa flota de 70 grandes buques (comprándolos a Génova o construyéndolos en los astilleros españoles), instituyendo además una escuela de navegación para los hijos de la nobleza e iniciando la edificación de la base naval de El Ferrol.

Su deseo de anular las consecuencias del tratado de Utrecht de 1714 le llevó a interesarse por las antiguas posesiones españolas en Italia, que ahora estaban bajo dominio austriaco; pronto se encontró por ello con la hostilidad del emperador Carlos VI (el antiguo pretendiente al trono español). Trató de aproximarse a Holanda e Inglaterra, pero este plan se frustró por la constitución en 1717 de la Triple Alianza entre estos países y Francia. Este mismo año, a pesar de las garantías que había dado al papa Clemente XI, y en parte por presiones de la reina (que deseaba conseguir tronos italianos para sus hijos), envió una expedición militar contra Cerdeña, y otra a Sicilia en 1718, que le permitieron recuperar ambos territorios. Como reacción a estas conquistas Austria fue incluida en la Triple Alianza, constituyéndose la Cuádruple Alianza. Era un frente demasiado poderoso como para poder salir airoso. El 22 de agosto de 1718 la flota española fue vencida por la inglesa, mandada por el almirante George Byng, en el cabo Pássero (Sicilia); luego, tras otras derrotas terrestres, la misma península Ibérica fue invadida por los ejércitos aliados: por el norte, cruzando los Pirineos, entraron los franceses, y por Galicia desembarcaron los ingleses, mientras que los austriacos, por su parte, atacaban Sicilia. Los coaligados pidieron entonces el cese de Alberoni, que además era objeto de intrigas palaciegas y muy impopular en general. Felipe V terminó por apartarlo de su puesto el 5 de diciembre de 1719, teniendo además que abandonar el país en el plazo de tres semanas: debió hacerlo disfrazado para evitar las iras populares. La política de engrandecimiento de Alberoni sólo obtendría, pues, resultados limitados: ni sus conquistas fueron duraderas, ni tuvieron éxito otras empresas como la de lograr para Felipe V el trono francés o la de restaurar a los Estuardo en el trono inglés con ayuda de los monarcas ruso y sueco.

Al llegar a Génova fue arrestado por orden de Clemente XI, quedando allí a la espera del juicio de una comisión especial del Sacro Colegio cardenalicio. Escapó y permaneció escondido hasta la muerte del pontífice en 1721. Asistió este año al cónclave que eligió a nuevo papa a Inocencio XIII, quien le rehabilitó en 1723 y le nombró obispo de Málaga; vivió retirado durante algún tiempo en una casa de la Compañía de Jesús, y luego fue promovido a cardenal presbítero de San Lorenzo in Lucina. En 1732, el futuro Carlos III de España, entonces duque de Parma, le permitió residir en la ciudad de Piacenza. En 1735 Clemente XII le envió como legado pontificio a la Romaña, con el encargo de negociar la incorporación de San Marino a los Estados Pontificios: aunque tuvo éxito, al final el papa devolvió al pequeño estado su independencia. Además de esta misión promovió la creación de canalizaciones en la comarca de Rávena para eliminar las zonas pantanosas y mejorar la distribución del agua.

En 1740 Benedicto XIV lo trasladó a Bolonia, pero unos años después se retiró definitivamente a Piacenza, donde moriría en 1752, a los 88 años de edad. Fue enterrado en el colegio de San Lázaro, el por él fundado en aquella ciudad poco antes, en 1751. Dejó cuantiosos bienes que poseía en Lombardía a un seminario que también había erigido en esas tierras, y el resto a su sobrino, aunque finalmente Felipe V se haría con una parte considerable de los mismos. Pequeño, con tendencia a la obesidad, tenía sin embargo una gran fuerza de voluntad y una gran capacidad de trabajo. Amante del arte, reunió un importante patrimonio en el colegio de Piacenza (que más adelante llevaría su nombre), en especial pintores flamencos y maestros italianos del renacimiento y del barroco, además de piezas de artes menores.

Enlaces en Interent

http://www.newadvent.org/cathen/01260a.htm ; Página con una biografía del cardenal Alberoni (en inglés).
http://www.regione.emilia-romagna.it/web_gest/notizie/arte5.htm ; Página con información sobre el mecenazgo artístico de Alberoni (en italiano).

Bibliografía

  • Il cardinale Giulio Alberoni. 3 vols. (Piacenza, Collegio Alberoni: 1929).

  • HARCOURT-SMITH, S. Cardinal of Spain: the life and strange career of Alberoni. (Nueva York, A.A. Knopf: 1944).

  • MARCHESI, J.M. El Cardenal Alberoni y la política internacional de España. (Madrid, Universidad Central: 1945).

  • TALIANI DE MARCHIO, F.M. El Cardenal Alberoni. (Madrid, Imp. C. Bermejo: 1953).

Autor

  • Bernardo Gómez Álvarez