A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaPolíticaReligiónBiografía

Alameda y Brea, Cirilo (1781-1872).

Religioso español nacido en Torrejón de Velasco (Madrid), el 14 de julio de 1781 y muerto en Madrid, el 30 de junio de 1872.

Hijo de Pedro Alameda Martín y María Breda Calderón, labradores de mediana fortuna, sus padres le enviaron a Madrid a cursar latinidad y a estudiar filosofía en los Estudios de San Isidro. A los 15 años se hizo franciscano, siendo enviado por su Orden a los conventos de Pastrana y Guadalajara, en los que estudió teología.

En 1808, ante la invasión francesa, se refugió en Cádiz, desde donde al frente de una misión franciscana marchó a Montevideo. Protegido allí por el general Vigodet, fue redactor de la Gaceta realista de Montevideo (1810). Antes de capitular Vigodet ante los insurgentes, confió la correspondencia oficial al padre Cirilo, quién se trasladó a Río de Janeiro, donde supo ganarse la confianza de la Infanta Carlota Joaquina. Tanto fue su valimiento que, de regreso en España, el gobierno se valió de él para el matrimonio de dos hijas de la Infanta, María Isabel de Braganza y María Francisca de Asís, que casaron respectivamente con Fernando VII y Carlos María Isidro. Para ello Vigodet y Alameda salieron de Cádiz el 15 de julio de 1815 a bordo de la fragata Soledad. Estas gestiones le valieron a Cirilo ser nombrado predicador de S.M., y en 1817 general de la Orden de San Francisco, cubriéndose en 1818 de grande de España en una ceremonia que apadrinó el Duque de Híjar.

Publicó Representación que el General de San Francisco ha hecho a las Cortes acerca del proyecto de ley sobre reforma de Regulares, en la parte que comprende a la Orden Seráfica (Madrid y Sevilla 1820). Después de la sesión de las páginas, se le atribuyeron negociaciones secretas de parte del Rey, con Antonio Alcalá Galiano, cuya finalidad era provocar la caída del primer gobierno constitucional. En octubre de 1830 se hallaba desterrado en Cádiz.

En 1826 fue nombrado consejero de Estado, y en 1831, arzobispo de Santiago de Cuba, a donde llegó en junio de 1832. En enero de 1837 se fugó de su diócesis declarándose carlista (se le consagró en Sevilla, siendo su padrino por poderes Juan Bautista Erro) y siendo nombrado por Don Carlos presidente de la Junta de Estado. Al final de la Guerra se puso a la cabeza de los transaccionistas, con el jesuita P.Gil y el general Maroto. Después del Convenio de Vergara, tuvo que emigrar.
Reconoció a Isabel II, siendo nombrado en 1845 senador vitalicio. En 1849 vuelve a figurar como obispo de Santiago de Cuba, pero ese mismo año fue nombrado arzobispo de Burgos, y en 1857 de Toledo. En 1858 fue promovido a la dignidad de cardenal.

Bibliografía

  • ALDEA, Quintín (ed.): Diccionario de Historia eclesiástica de España. Madrid, 1975, 4 vols.

  • PÁEZ RÍOS, Elena: Iconografía hispana. Madrid, 1966. 5 vols.

Autor

  • A. Gil Novales