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Aguirre, Mirta (1912-1980).

Ensayista, poetisa, periodista, crítica literaria y profesora universitaria cubana, nacida en La Habana el 18 de octubre de 1912, y fallecida en su ciudad natal el 8 de agosto de 1980. Es una de las figuras más relevantes de la Literatura cubana del siglo XX escrita por mujeres, y una de las intelectuales hispanoamericanas pioneras en la reivindicación de la presencia femenina en todos los ámbitos de la vida.

Nacida en el seno de la familia formada por Ercilio Aguirre y Aida Carreras, creció en un ambiente de gran riqueza intelectual y libertad ideológica, en el que le resultó fácil familiarizarse con el mundo de la creación poética, teatral, musical y artística. Entre 1926 y 1937 cursó sus estudios de bachillerato, en los que mostró idéntica capacidad para el aprendizaje de las Letras y el de las Ciencias; pero, por encima de todo, se reveló como una inesperada e infatigable activista política, lo que en cierto modo explica las interrupciones que prolongaron su formación secundaria.

Esta temprana vocación política la impulsó, en efecto, a incorporarse en 1928 a la Junta Directiva de la Alianza Femenina de Cuba, organización que poco después, auspiciada por el Partido Comunista y bajo el nuevo nombre de Unión Radical de Mujeres, habría de integrarse en la Liga Antiimperialista, creada en 1925 por el revolucionario habanero Julio Antonio Mella (1905-1929).

A los diecinueve años de edad (1931), la impulsiva Mirta Aguirre se afilió a la Liga Juvenil Comunista y pasó a formar parte del Comité Pro-Reorganización del Ala Izquierda Estudiantil. Y, al año siguiente, formalizó su ingreso oficial en el Partido Comunista de Cuba, con lo que pasó a convertirse, a los veinte años, en la primera mujer de su país que ingresaba en las filas de un partido marxista-leninista.

En 1933 partió rumbo a México, país en el que habría de residir durante los tres próximos años. A su regreso a Cuba, ingresó en el Lyceum Lawn Tennis Club, la única asociación de mujeres que, a la sazón, abogaba en la isla caribeña por la promoción de la mujer y la reivindicación progresista de las causas del feminismo. Pronto se erigió en una de las figuras más sobresalientes de la política feminista cubana, al tiempo que sorprendía en el panorama intelectual por sus extraordinaria capacidad para la crítica literaria. Como miembro destacado del Comité de Dirección de la revista Lyceum, hizo de esta publicación el órgano oficial de la promoción de la mujer, al tiempo que pronunciaba sus primeras conferencias sobre diversos aspectos de la Literatura española e hispanoamericana. Y alcanzó tal renombre en tan poco tiempo que, en el transcurso de aquel mismo año de 1936, fue recompensada con un relevante cargo público en la Secretaría General de la República, a la que permaneció unida por vínculos laborales hasta 1942.

Entretanto, la joven intelectual habanera había formalizado su ingreso en la Universidad de su ciudad natal, donde en 1937 se matriculó en las carreras de Derecho Civil y Ciencias Sociales y Derecho Público. Y, simultáneamente, trabajaba sin descanso en los poemas que habrían de configurar su primer volumen de versos, publicado bajo el título de Presencia interior (La Habana, 1938).

Un año antes había irrumpido en las librerías con una obra de género distinto, el ensayo Recuerdos de Mella (La Habana, 1937), que venía a anunciar su asombrosa capacidad para el análisis de la vida política y cultural de su tiempo. Pero esta afanosa dedicación al estudio y al cultivo de la creación literaria no le apartaba un ápice de las obligaciones políticas que continuaba asumiendo sin descanso; y así, en 1939 resultó elegida delegada al III Congreso Nacional Femenino de Cuba, en cuyo Comité Ejecutivo también quedó integrada.

En 1941, año en el que obtuvo el título de doctora en Derecho Civil por la Universidad de La Habana, Mirta Aguirre se sumó al Frente Nacional Antifascista y a la Sociedad de Amigos de la URSS; poco después, pasó a militar también en el Servicio Femenino para la Defensa Civil (SFDC), donde fue nombrada Subdirectora del Boletín publicado por dicho organismo. A partir de entonces comenzó a ocupar un lugar destacado en la vida pública de Cuba, donde acabaría siendo una de las figuras más relevantes de la política cultural durante el período revolucionario.

Ya empezaba a ser conocida también por su fecunda e infatigable labor periodística, desplegada entre 1942 y 1953 en diferentes rotativos y revistas de su país. Particularmente fructífera fue su relación laboral con el periódico Hoy, en el que publicó más de dos mil artículos sobre cine, teatro y música. Además, dejó estampadas sus críticas y reseñas en otras publicaciones como Mensajes, Mediodía, Mujeres Cubanas, Bohemia, Cuba Socialista, Casa de las Américas y La Palabra, así como en el semanario marxista La Última Hora, del que fue jefa de redacción (1951-1953) y, más tarde, subdirectora (1953-1954).

Los primeros reconocimientos públicos a su labor intelectual le llegaron a mediados de la década de los años cuarenta, cuando fue galardonada con el prestigioso Premio Nacional de Periodismo "Justo de Lara" por un artículo que, bajo el título de "Fritz en el banquillo", había publicado en el rotativo Hoy (con fecha del 9 de mayo de 1945). Poco después ganó el primer premio de los Juegos Florales Iberoamericanos, convocado por la Unión Femenina Iberoamericana, por un ensayo titulado "Influencia de la mujer en Iberoamérica" (1947), y al año siguiente se alzó con el premio de ensayos del Lyceum Lawn Tennis Club, merced a un interesante estudio literario sobre la vida y la obra de Miguel de Cervantes (1547-1616).

En 1949 marchó a los Estados Unidos de América para asistir, en Nueva York, a la Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial; y a los pocos meses cruzó el Atlántico e intervino, en París, en el Congreso Mundial de Partidarios por la Paz. En 1953 formó parte de la Comisión para el Trabajo Intelectual del PSP, y por aquel tiempo se ocupó también de la Sociedad Cultural "Nuestro Tiempo", en la que actuó como asesora su revista y como promotora del colectivo dramático "Teatro Estudio". Mantuvo su colaboración con esta asociación hasta 1959, año en el que fue designada Asesora de Literatura y Publicaciones del Instituto Nacional de Cuba.

La llegada al poder de los revolucionarios comandados por Fidel Castro Ruz (1926- ) supuso la consolidación definitiva, en el panorama educativo y literario de la Isla, de una Mirta Aguirre que desde su temprana juventud se había distinguido por su briosa capacidad de trabajo y su ideología marxista. Así, en efecto, a comienzos de 1961 fundó la Escuela Nacional de Instructores de Arte, y poco después asumió la Comisión Nacional de Teatro y Danza, organismo dependiente del recién creado Consejo Nacional de Cultura. Y en 1962 participó activamente en la creación de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), a cuyo Comité Nacional habría de pertenecer desde entonces hasta la fecha de su muerte.

Inmersa, por aquel tiempo, en una febril actividad tanto administrativa como intelectual, en el transcurso de aquel mismo año de 1962 Mirta Aguirre se incorporó a la plantilla docente de la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana; y, a las pocas semanas, pasó a formar parte del Consejo Editorial de la revista Universidad de La Habana, donde tuvo ocasión de demostrar los amplios conocimientos periodísticos que había adquirido durante el período previo a la Revolución. Unos años después, asumió la dirección de los Cuadernos H, publicados por la Universidad de La Habana.

En 1968, Aguirre participó activamente en la gestación del programa radial de Enseñanza Musical, junto a otras figuras relevantes del panorama cultural femenino de la Cuba castrista, como Cuca Rivero, Olga de Blanck y Gisela Hernández. Esta actividad imprimió un nuevo rumbo a su carrera literaria, ya que despertó en la escritora habanera el interés por la literatura destinada a los niños. Compuso, a partir de entonces, numerosos poemas infantiles, los primeros de los cuales fueron musicalizados por las recién citadas Olga de Blanck y Gisela Hernández. Mas no dejó, por ello, de cultivar la escritura que había venido practicando hasta entonces, tanto en el género poético como en el ensayístico; y así, en 1970 publicó su célebre poema "Canción antigua a Che Guevara", que quedó de inmediato incorporada al acervo cultural cubano ("-¿Dónde estás, caballero el más fuerte, / caballero del alba encendida? / -En la sangre, en el polvo, en la herida, / en la muerte, señora, en la muerte. / -¿Dónde estás, caballero ya inerte, / caballero ya inmóvil y andante? / -En aquel que haga suyo mi guante / y mi suerte, señora, mi suerte. / -¿Dónde estás, caballero de gloria, / caballero entre tantos primero? / -Hecho saga en la muerte que muero: / hecho historia, señora, hecho historia"); y, al cabo de cuatro años, volvió a hacer gala de su asombrosa versatilidad al ganar el certamen "Sor Juana Inés de la Cruz: su vida y su obra", auspiciado por la Secretaría de Obras Públicas de México, con su magistral estudio literario titulado Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz (1975).

Al margen de este galardón, otros honores y reconocimientos señalaban ya a Mirta Aguirre, en su propia nación, como una de las figuras más relevantes de la vida política y cultural del siglo XX. En 1971 fue distinguida con la condecoración "Héroes del Moncada", y, por decisión del Consejo de Estado, se le otorgó la Medalla "250 Aniversario" de la Universidad de La Habana.

En 1973, su creciente dedicación a la poesía para niños la condujo hasta el Grupo Asesor Permanente de Literatura Infantil y Juvenil, en el que figuraban otros autores cubanos de tanto prestigio como Eliseo Diego (1920-1994) y Onelio Jorge Cardoso (1914-1986). Y, un año después, fue una de las escritoras seleccionadas por el Ministerio de Educación para elaborar los programas de lectura de la Enseñanza primaria, en los que se incluyeron varios poemas suyos.

Galardonada, en 1975, con la Medalla "XX Aniversario", Mirta Aguirre y el gran poeta y crítico literario Juan Marinello (1898-1977) fueron designados responsables de la elaboración de las Tesis sobre la Cultura Artística y Literaria, aprobadas por el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Un año después, asumió la dirección del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, donde, al poco de llegar, abordó dos proyectos monumentales: la coordinación del Diccionario de Literatura Cubana, redactado por investigadores de dicha Academia, y de una visión panorámica del la literatura nacional, publicada bajo el título de Perfil histórico de las letras cubanas.

Ya consagrada como una de las figuras eminentes de la intelectualidad hispanoamericana contemporánea, Mirta Aguirre obtuvo permiso de las autoridades castristas para acudir, entre 1977 y 1980, a diversas universidades extranjeras a las que había sido invitada como conferenciante. A pesar de que estaba ya próxima a cumplir los setenta años de edad, seguía manteniendo en pleno vigor su firme y sincero compromiso con la política educativa y cultural de su pueblo, haciendo gala de una fortaleza y una capacidad de trabajo verdaderamente notables para su edad; tanto era así, que en medio de ese ciclo de conferencias que la llevó por diversos países del mundo, tomó parte activa en el II Congreso de la UNEAC, en el que se discutió un Proyecto de Ponencia Ideológica redactado por la propia Aguirre, y asumió con inusitados bríos el cargo de Vicepresidenta de la Sección de Arte y Literatura del Consejo Editorial del Ministerio de Cultura.

Aún tenía tiempo, por raro que parezca, para dedicarse a su propia obra literaria y ensayística, que incrementó poco antes de morir con el volumen titulado Introducción a la filosofía del lenguaje figurado (1979). Y unos meses después, consciente de que ya le quedaba poco tiempo de vida, decidió recoger sus mejores ensayos y artículos, así como algunos poemas inéditos, en la obra miscelánea Ayer de hoy (1980).

Obra

A la hora de estudiar la producción literaria de la escritora habanera, conviene distinguir entre su obra ensayística y su quehacer poético.

Ensayo

En su faceta de creadora e intelectual, Mirta Aguirre sobresalió por sus ensayos y artículos de crítica literaria, muchos de ellos centrados en algunas de las figuras cimeras de las Letras españolas e hispanoamericanas, como Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) o Miguel de Cervantes (1547-1616). Además, la humanista cubana indagó en sus ensayos en el lenguaje poético, en el romanticismo francés y en la poesía española anterior al Barroco; y ejerció, asimismo, una notable influencia en el panorama cultural cubano de mediados del siglo XX en su condición de crítica de arte, faceta en la que se concentró especialmente durante sus años de intensa dedicación al periodismo (es decir, durante el período inmediatamente anterior a la Revolución Cubana).

Entre estos ensayos de Mirta Aguirre, cabe citar algunos tan valorados por los estudiosos de las Letras hispánicas como los titulados Recuerdos de Mella (La Habana, 1937), Un hombre a través de su obra: Miguel de Cervantes (La Habana, 1948) -obra galardonada, en 1947, con el primer premio de ensayos del Lyceum Lawn Tennis Club-, La obra narrativa de Miguel de Cervantes (La Habana, 1971), El Romanticismo, de Rousseau a Víctor Hugo (La Habana, 1973), Bárbaros y cristianos (1974), Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1975), La lírica castellana hasta los siglos de oro (de sus orígenes al siglo XVII) (La Habana, 1977), Los caminos poéticos del lenguaje (La Habana, 1979), Estudios literarios (La Habana, 1981) e Introducción a la filosofía del lenguaje figurado (La Habana, 1979). Como ya se ha indicado más arriba, la propia autora recogió sus mejores artículos ensayísticos en el libro Ayer de hoy (La Habana, 1980), obra a la que se sumó, ya con carácter póstumo, la recopilación en forma de libro de sus Estudios literarios (La Habana, 1981).

Entre sus ensayos y artículos sueltos, cabe citar "Palabras en Juan Cristóbal" (La Habana, 1940), "Clara Zetkin" (La Habana, 1941), "Influencia de la mujer en Iberoamérica" (La Habana, 1948), "El neorrealismo italiano" (La Habana, 1962-1963), "La Edad de Oro y las ideas martianas sobre la educación infantil" (La Habana, 1963), "Cuba y la Revolución de octubre" (La Habana, 1976), "En torno en la expresión poética" (La Habana, 1976), "Valoración de la poesía" (La Habana, 1978), y el artículo publicado póstumamente "Un poeta y un continente" (La Habana, 1982).

Poesía

En su primer volumen poético, Presencia interior (La Habana, 1938), Mirta Aguirre recopiló los versos que había escrito entre 1932 y 1938. Se trata de una poesía de juventud, aunque ya plenamente madura en su tono y su contenido, escrita durante el período en el que la escritora tomaba contacto con los principales grupos marxistas y feministas de la Cuba de la primera mitad del siglo XX. Aguirre se sirve del lenguaje poético como vehículo de expresión de sus firmes ideas políticas; pero también lo emplea como cauce por que le hace discurrir sus anhelos e inquietudes, toda la riqueza de su mundo interior, como queda patente en este fragmento de su composición "Poema de la verdad profunda": "Tú no entiendes, amigo, tú no entiendes. / Deja que te lo explique, no en palabras / -que con palabras no se entiende a nadie- / sino a mi modo oscuro, que es el claro. / Así oscura y claramente / lo siento yo: / A mí no me perturba la Rosa de los Vientos. / Bello es el Sur, pero también el Norte / tiene belleza. / Para mi casa en noche está la luna / y con mi vida puedo henchir la tierra / cuando la tierra es árida. / [...] / Me da igual. / Donde quiera estoy yo. A salvo".

Tras largos años de silencio poético, Mirta Aguirre volvió a la lírica por el siempre difícil sendero de la literatura infantil. En su libro Poemas y otros juegos (La Habana, 1974), muestra ya desde el título su concepción de la poesía como entretenimiento lúcido y provechoso, capaz de despertar la sensibilidad artística de los menores y educarlos en el gusto por la palabra, por los alardes de ingenio, por la sonoridad musical del verso, etc. He aquí una de sus composiciones, titulada "Cizaña", que alcanzó notable difusión tras ser musicalizada por José María Vitier: "Amiga cigüeña / se puso a la greña / con amiga araña: / que si pedigüeña, / que si mala entraña, / que si una castaña, / que si un haz de leña, / que si por trigueña, / que si por extraña, / que si aquella seña, / que si una patraña, / que si tan tacaña, / que si tan pequeña, / ¡que si una alimaña!... // Amiga cigüeña / con amiga araña".

Aguirre continuó cultivando la poesía infantil hasta el final de sus días, aunque no por ello dejó de prestar atención a una lírica de corte clásico que, sorprendentemente, reapareció, en las postrimerías de su vida, en su obra miscelánea Ayer de hoy (La Habana, 1980). Allí se pueden leer algunos poemas de la autora de La Habana que revelan su perfecta asimilación de la mejor tradición clásica de la lírica española e hispanoamericana, como este soneto de asombrosa factura y sugerentes resonancias barrocas: "Muero de ti, de amor en desventura, / de mal pagado amor que en ti se obstina. / Muero de ver mi vida que declina / en desolado invierno y red oscura. // Muero de un mal que muerte me asegura: / de traspasado corazón y espina. / Y a ti, al morir, la muerte me encamina, / aunque sean tuyos dardo y amargura. // ¿A quién acudiré, si a ti no acudo? / ¿A quién irá mi amor por ti, desnudo, / a confesar la pena que me mata? // Del mal que hacia la muerte me arrebata, / de ese morir a solas, sin consuelo, / si no me duelo a ti, di, ¿a quién me duelo?".

Bibliografía

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  • --------: "El discurso femenino en la poesía cubana de Mirta Aguirre y Fina García Marruz", en rev. Temas (La Habana), nº 5, enero-marzo de 1996, págs, 122-125.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.