A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaPolíticaBiografía

Aguilera, Francisco Vicente (1821-1877).

Abogado y coronel del ejército cubano, nacido en Bayamo el 23 de junio de 1821 y fallecido en Nueva York en 1877, que fue uno de los principales promotores del movimiento revolucionario de su país.

Pertenecía a una ilustre y acaudalada familia. Su padre, el coronel Antonio María Aguilera, tomó parte en la contienda luchando valerosamente contra los franceses y a su regreso a Cuba fue nombrado coronel de las milicias blancas de Santiago de Cuba y Bayamo. Enseguida contrajo matrimonio con Juana Tamayo Infante y tuvieron dos hijos: Antonio María y Francisco Vicente. El mayor, Antonio María, casó con Manuela Lenur, hija del general español Lenur. Los dos residieron siempre en La Habana y murieron jóvenes y sin dejar sucesión.

El segundo hijo, Francisco, hizo sus primeros estudios en Santiago y en 1836 fue enviado a La Habana para seguir la carrera de abogado. Ingresó en el Colegio Carraguao y tuvo como profesor a José Silverio Jorrín que ejerció una gran influencia en su formación y en el futuro de su carrera .El profesor Jorrín era producto de la época y de las ideas que agitaban a Cuba. Corría el año de 1837, momento en que se había negado la representación cubana en las Cortes españolas y los ánimos estaban muy exaltados. Jorrín hacía gran énfasis en sus protestas contra los gobiernos autoritarios que no permitían la intervención de nadie en la formación de las leyes, ni en el nombramiento de gobernantes; contraponía así la realidad de la Cuba colonial, con la de Estados Unidos.

Francisco Vicente tenía entonces 16 años y las ideas liberales y democráticas le influyeron poderosamente. En 1843 se trasladó precisamente a Estados Unidos, y en 1846 regresó a La Habana para continuar sus estudios y obtener el grado de bachiller en Leyes. Ese mismo año falleció su padre y se trasladó a Bayamo para prestar apoyo a su madre, Juana Tamayo Infante. En 1848 Aguilera contrajo matrimonio con Ana Kindelan y Griñán, de igual prosapia y riqueza; de la unión nacieron 10 hijos.

Aguilera era hombre de maneras suaves y bondad natural pero de gran firmeza y tenacidad, cualidades que le granjearon las simpatías del pueblo, hasta el punto de que en las comarcas comprendidas entre Bayamo, Las Tunas, Santiago, Holguín y Manzanillo no había nadie más popular. Toda esta popularidad le trajo muchos contratiempos: la incomprensión de los gobernantes y la represión hizo que por fin se convenciera de la necesidad de romper los lazos con la metrópoli.

Así, tras la muerte de su madre en 1863, inició su campaña revolucionaria. Así, se puso en contacto con los principales dirigentes de la contienda dominicana con el fin conocer sus estrategias y logística. Las condiciones topográficas y físicas de Santo Domingo eran similares a las de Cuba, y por tanto eran válidas las formas de combatir y sostenerse en el campo. Por otra parte, los escritos del periódico El Siglo de La Habana a favor de las libertades y derechos de los cubanos atrajeron poderosamente su atención. Gracias a ellos, comprendió la importancia de la propaganda para “ilustrar al pueblo” y preparar el terreno para reclamar sus derechos por medios enérgicos. En 1867, radicado en Bayamo, Aguilera se dedicó a preparar con toda discreción la opinión del Oriente para la revolución, con la ayuda de un hombre joven y honesto, Francisco Agüero Arteaga, que por sus ideas independentistas había sido condenado a prisión. Agüero conocía bien a la gente del campo, sabía tratarla y extendió la agitación independentista con gran eficacia.

Poco después, Aguilera convocó una junta de jefes independentistas y les hizo conocer su plan: era preciso allegar la mayor cantidad de fondos para obtener los elementos de guerra indispensables. Él se declaró dispuesto a poner en venta todas sus innumerables posesiones por lo que le dieran, si todos los reunidos, grandes hacendados y propietarios del oriente cubano, hacían lo mismo. Todo el dinero resultante sería invertido en el viaje de un emisario y en la compra de armas en los Estados Unidos. Aguilera consideró la revolución como obra suya y comprendió que la guerra a la que inexorablemente estaban abocados necesitaba cuantiosos recursos para conseguir sus fines. Aunque sabía que la gran mayoría de los cubanos no tenía recursos ni experiencia, estaba decidido a lanzarse a la lucha sin medir las funestas consecuencias de la falta de previsión. Con la aparición del aviso en un periódico de Bayamo de la venta de sus propiedades, surgieron los oportunistas para comprar haciendas, ganado, casas e ingenios radicados en las provincias de Bayamo, Las Tunas, Santiago de Cuba, Holguín y Manzanillo. Cuando ya todo estaba dispuesto, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Carlos Manuel de Céspedes, Vicente García, Salvador Cisneros y Miguel Jerónimo Gutierrez procedieron a vertebrar la conspiración anticolonial entrando en contacto con los comprometidos de cada región, particularmente los de Oriente y Camagüey. Así se creó el primer comité revolucionario de Bayamo, inicio del movimiento independentista contra España que derivaría en la Guerra de los Diez Años (1868-1878).

Céspedes, como jefe de la revolución, en la fecha determinada (10 de octubre de 1868 ) lanzó el grito de independencia en su ingenio de La Demajagua; en cuanto a Aguilera, ejerció como vicepresidente del Gobierno de Cuba hasta que en 1871 tuvo que exiliarse en Estados Unidos. Allí, abandonado por sus compatriotas y empobrecido, encontró poco después la muerte.

A modo de trágico epílogo, a comienzos del siglo XX los tribunales concluyeron que, pese al sacrificio de la fortuna familiar en la revolución de 1868, a cada uno de los hijos de Aguilera le correspondían por toda herencia 6.000 pesos, asignados en terrenos yermos y solares arrasados.

Bibliografía

  • MARTÍNEZ ARANGO, F. Próceres de Santiago de Cuba. La Habana, 1920.

Autor

  • Inés Giraldo Gómez