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LiteraturaPeriodismoBiografía

Acosta Noriega, Federico (1908-1985).

Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y juez español nacido en Jaén el 23 de septiembre de 1908 y fallecido en Salamanca el 10 de septiembre de 1985. Humanista fecundo y polifacético, cultivó con singular acierto la poesía en metro tradicional, y dejó un extenso legado lírico caracterizado por su temática religiosa y su exaltación de la devoción popular de la Semana Santa castellano-leonesa.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada (era hijo de un notario que prestaba sus servicios en la ciudad de Jaén), recorrió durante su infancia y adolescencia los puntos más variados de la geografía española (Cataluña, Galicia, Extremadura y Castilla), en función de los destinos a los que era enviado su padre. Siguiendo los mismo pasos profesionales de su progenitor, cursó estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca y, una vez licenciado, comenzó a trabajar en el despacho paterno, a la sazón ubicado en tierras aragonesas. Allí conoció a la joven Carmen Roda, con la que contrajo matrimonio en la población zaragozana de La Almudia de Doña Godina.

Llamado a filas en plena Guerra Civil, alcanzó el grado de capitán de Estado Mayor entre las tropas nacionales, cargo que, acabada la contienda fratricida, le deparó un destino laboral en el pueblo orensano de Barco de Valdeorras. En dicho lugar preparó unas oposiciones a judicatura y, tras haberlas aprobado, fue destinado en calidad de juez comarcal a Piedrahíta de Castro (Zamora); poco después, ganó por oposición una plaza de juez municipal en Puente Genil (Córdoba), y en dicha localidad andaluza cumplió con sus obligaciones laborales hasta que tuvo noticia de una vacante que había quedado en Zamora. Pudo, entonces, elegir un nuevo destino entre Madrid y la ciudad leonesa, y optó por regresar a aquellas tierras norteñas de las que estaba profundamente enamorado.

Así las cosas, el día 12 de julio de 1952 tomó posesión de la plaza de juez municipal de Zamora, y durante buena parte de su vida, debido a las necesarias agregadurías, recorrió algunos de los principales juzgados de la provincia, como los de Bermillo de Sayago, Villafáfila, Toro, Villalpando y Tábara, población esta última en la que pasó más de siete años, y con la que se identificó tanto que llegó a ser nombrado Hijo Adoptivo de la Villa. Entretanto, su anhelado retorno a Zamora le dio ánimos para emprender una intensa labor literaria y periodística que pronto le situó entre las figuras más notables de la intelectualidad local, merced a sus constantes colaboraciones periodísticas publicadas en los diarios Imperio y El Correo de Zamora, y su muy seguido espacio radiofónico "Tres minutos ante el micrófono", emitido por Radio Zamora, en el que pasaba revista a la actualidad de la región. Gran aficionado, además, a la Fiesta Brava, sobresalió como un excelente cronista taurino en su programa de radio "Capotazos".

Su vasta formación cultural y su especial don de gentes le convirtieron en un ameno y elocuente orador, faceta de su personalidad que, directamente entroncada con su pasión por los ritos y las celebraciones de la Semana Santa de Zamora, le llevó a ser pregonero de dichas solemnidades religiosas en ciudades tan distintas como Baracaldo, Madrid, Valladolid, Vigo (donde anunció los actos de la Semana Santa de su tierra adoptiva en dos ocasiones) y la propia Zamora (en la que fue pregonero en 1976, culminando así uno de los grandes sueños de su vida). El clamor que despertó el pregón pronunciado durante su segunda comparecencia en Vigo propició su nombramiento como "Zamorano de Honor" y "Socio Honorario del Círculo Zamorano", en donde se le impuso una medalla de oro que, a partir de entonces, lució permanentemente en una solapa. Pero sus disertaciones en público no se circunscribieron sólo a la temática de la Semana Santa zamorana: también fue pregonero de estas fiestas religiosas en su antiguo destino judicial de Puente Genil; pregonero de fiestas patronales en numerosos pueblos y ciudades de la provincia a la que tanto amaba (como Toro, Tábara, Fermoselle y la propia capital provincial); y conferenciante en foros tan diversos como la "Semana del toro de lidia" (de Salamanca) y el "Congreso de Ufología" (Barcelona). Cabe añadir, al respecto de esta intervención en público citada en último lugar, que Federico Acosta se interesó también vivamente por las nuevas teorías sobre el origen del Cosmos y la existencia de seres extraterrestres, tema al que dedicó el libro titulado Ovnis sobre Zamora.

Al tiempo que desplegaba esta intensa labor periodística y literaria, Federico Acosta siguió ejerciendo la judicatura hasta el momento de su jubilación (1978). Según su propio testimonio, durante más de un cuarto de siglo como juez dejó sentenciados más de veinticinco mil casos. Los últimos años de su vida los pasó entre Salamanca y Barcelona.

Obra

En su faceta de dramaturgo, estrenó en la ciudad de Zamora cuatro piezas teatrales, dos de ellas humorísticas -Julián 1956 y Se ha perdido un fantasma- y las otras dos centradas en historias y leyendas de la comarca zamorana -El motín de la Trucha y Cuando Zamora era Reino-. Las dos últimas, escritas en verso, muestran todo el alcance de su capacidad versificadora y su excelente dominio de las formas métricas tradicionales de la poesía castellana. También fue autor de una pieza que no llegó a ser estrenada, Proceso por traición, en la que, haciendo gala de sus conocimientos históricos, literarios y jurídicos, somete a un proceso judicial a Bellido Dolfos -asesino de rey Sancho II(1038-1072)- siguiendo el modelo procesal del siglo XX.

Su extensa producción lírica (que le hizo merecedor de numerosos galardones literarios, entre ellos el que le otorgó el título de "Poeta de la Virgen", conseguido merced a su composición "Blanco y Azul") está compuesta por romances, décimas, sonetos y otras formas métricas procedentes de la mejor tradición clásica de la poesía española. Gran parte de sus poemas están dedicados a esa tierra zamorana que tanto amó ("A Zamora", "Recuerdo", "El sueño del Castillo", "Canto a Zamora", "La manta zamorana", "Tábara", "Las mariposas de la Folguera", "Las cigüeñas de Tábara", "La Folguera", "A piscino", "La Plaza de los Carros", "A la Reina de las fiestas de Tábara", etc.), con especial predilección por el pueblo de Fermoselle, enclave fronterizo entre España y Portugal y lugar donde el río Tormes desemboca sus aguas en el cauce del Duero ("Canto a Fermoselle", "Mujer fermosellana", "Duero fronterizo", "La Virgen de la Bandera", "Madrigal a la Reina de las Fiestas", etc.). Su afición al Arte de Cúchares también está presente en su obra poética ("El encierro", "La campana torera", "Al Viti", etc.) y, desde luego, su profunda fe católica, especialmente orientada a la exaltación de santos, advocaciones marianas y festividades solemnes de la religiosidad popular ("El Cristo de la Humildad", "A la Virgen de la Amargura", "El hijo de Dios", "El Domingo de Ramos", "Al Cristo de Olivares", "A Jesús yacente", "El Cristo de la Tercera Caída", etc.). No faltan tampoco en el corpus lírico de Federico Acosta los viejos tópicos de la poesía universal, como la exaltación gozosa de la primavera ("La primavera del poeta viejo", "Primavera del Cosmos", "Canto a la primavera", etc.); ni los poemas familiares, dedicados en su mayor parte a sus nietos ("Despierta la nieta", "Ya tiene dos meses", "El astronauta", "A mi nieta al cumplir los cinco años", "La hucha de mi nieta", etc.). Precisamente a sus nietos va dirigida y dedicada también la mayor parte de la obra en prosa de Federico Acosta Noriega, compuesta por varios cuentos de temática infantil y juvenil.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.