Miguelina Acosta Cárdenas (¿1890?–1938): Jurista Pionera y Voz Feminista en la Amazonía Peruana del Siglo XX

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Orígenes y Formación en un Perú en Transformación

El contexto amazónico a fines del siglo XIX

Yurimaguas y el auge cauchero: prosperidad y desigualdad social

Miguelina Acosta Cárdenas nació en Yurimaguas, una localidad enclavada en la región amazónica del Perú, probablemente en la última década del siglo XIX. Su niñez transcurrió en un contexto socioeconómico peculiar, marcado por el boom del caucho, un período de bonanza que transformó radicalmente la Amazonía. La creciente demanda internacional de esta materia prima elevó a ciertos sectores locales a nuevas cumbres de riqueza, mientras amplios sectores indígenas sufrían formas modernas de esclavitud y despojo.

El caucho se convirtió en el eje de la economía amazónica, atrayendo capitales extranjeros y fomentando la aparición de una clase dominante compuesta por terratenientes y comerciantes enriquecidos, entre los cuales se encontraban los padres de Miguelina. Esta prosperidad, sin embargo, descansaba sobre una estructura desigual profundamente racializada, que explotaba mano de obra indígena mediante prácticas coercitivas encubiertas por el discurso del progreso. Fue en este entorno contradictorio, de opulencia y brutalidad, donde germinaron las primeras inquietudes críticas de Miguelina hacia la injusticia social.

La influencia de la Guerra del Pacífico en la Amazonía peruana

Aunque la Guerra del Pacífico (1879–1884) se desarrolló principalmente en la región costera, sus efectos económicos y políticos se sintieron en todo el país, incluida la Amazonía. La derrota frente a Chile provocó una reconfiguración del aparato estatal peruano, debilitado y poco presente en regiones fronterizas como Loreto. Esta ausencia relativa del Estado permitió que las élites locales asumieran funciones de control político y económico, lo que consolidó la autonomía regional. Esta autonomía, sin embargo, no trajo consigo progreso equitativo, sino más bien un modelo económico extractivista y patriarcal que limitaría las posibilidades de desarrollo social para mujeres e indígenas.

Una infancia entre privilegios y expectativas

La familia Acosta-Cárdenas y su posición social

Miguelina fue hija de Miguel Acosta Sánchez y Grimanesa Cárdenas Montalván, ambos miembros de familias terratenientes que se beneficiaron directamente de la economía cauchera. Este entorno privilegiado le brindó acceso a bienes materiales, pero también impuso sobre ella expectativas rígidas ligadas al ideal femenino de la época. Sus padres aspiraban a que fuera una mujer culta, sí, pero dentro de los márgenes del rol tradicional de ama de casa y administradora de fortuna familiar. La educación femenina, en ese sentido, debía ser funcional a los intereses patriarcales de la familia.

Aspiraciones tradicionales y nuevas oportunidades educativas

La contradicción entre una formación de élite y un destino social restringido parece haber sido una de las primeras tensiones que marcaron la vida de Miguelina. Aunque se esperaba de ella refinamiento cultural, se desalentaba cualquier ambición autónoma. Sin embargo, la familia decidió enviarla a Europa para su formación escolar, como era costumbre entre las clases rentistas amazónicas, lo cual abriría para ella un abanico de influencias culturales e intelectuales difícilmente compatibles con las normas patriarcales peruanas de principios del siglo XX.

Educación en Europa: un salto cultural y formativo

Estudios en Francia, Suiza y Alemania: perspectiva internacional

Durante sus años formativos en Europa, Miguelina estudió en Francia, Suiza y Alemania, tres países con fuertes tradiciones académicas y movimientos intelectuales dinámicos. Aunque se desconoce el detalle exacto de sus programas de estudio, es evidente que su paso por estos países le permitió entrar en contacto con las ideas del feminismo europeo, la cuestión social, el movimiento obrero y los nuevos paradigmas educativos. Estas experiencias no solo ampliaron su horizonte de pensamiento, sino que sembraron en ella una convicción transformadora: la educación no debía ser un lujo de clase, sino una herramienta de emancipación.

Regreso a un Perú cambiante: el ocaso del boom cauchero

Cuando Miguelina regresó al Perú, el contexto era otro. El auge cauchero había llegado a su fin debido al desarrollo del caucho sintético y la consolidación de las plantaciones controladas por potencias coloniales en Asia. La economía amazónica se había contraído drásticamente y muchas familias que antes vivían con opulencia enfrentaban el declive económico. Miguelina encontró en ese nuevo escenario no solo la decadencia de su entorno familiar, sino también una oportunidad para reconfigurar su papel en la sociedad. Optó por no replegarse en la administración de una herencia menguante, sino por incidir activamente en el desarrollo de su comunidad.

Primeras acciones y vocación pedagógica

Fundación del primer colegio femenino en Yurimaguas

Una de sus primeras iniciativas fue la fundación del primer colegio femenino en Yurimaguas, del cual fue también profesora. Este acto fue simbólicamente poderoso: en una región históricamente relegada y masculinizada por la economía extractiva, Miguelina apostó por la formación de mujeres. Su labor pedagógica no se limitaba a la alfabetización, sino que buscaba fomentar el pensamiento crítico, el conocimiento de los derechos y el empoderamiento personal. Así, se consolidó su convicción de que la educación era la base de cualquier transformación social profunda y sostenible.

Decisión de estudiar Derecho en Lima: ruptura con los roles tradicionales

Insatisfecha con los límites del quehacer pedagógico local y animada por una vocación más amplia, Miguelina tomó una decisión sin precedentes: trasladarse a Lima para estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ingresar a la universidad en esa época era ya una hazaña para cualquier mujer; hacerlo en Derecho, una carrera fuertemente masculinizada, era un acto de desafío frontal al orden establecido. Esta decisión marcó una inflexión definitiva en su trayectoria: Miguelina no solo quería formar a las nuevas generaciones, sino también transformar las leyes que perpetuaban la opresión de mujeres, indígenas y obreros.

Su llegada a Lima coincidió con un período de agitación social y efervescencia intelectual. La ciudad comenzaba a ser un crisol de ideas progresistas, impulsadas por estudiantes, obreros organizados y reformadores sociales. En ese clima, Miguelina no tardó en integrarse a los círculos activistas más comprometidos de su tiempo, donde comenzó a gestarse la siguiente etapa de su vida: su papel como militante feminista, periodista combativa y líder popular.

Militancia, Periodismo y Liderazgo Social

Universidad y activismo: encuentro con las luchas sociales

Influencia de la Asociación Pro-Indígena y Dora Mayer

Durante sus años en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Miguelina Acosta no fue simplemente una estudiante destacada, sino una figura profundamente inmersa en los debates sociales más avanzados de su época. Su vínculo con la Asociación Pro-Indígena, fundada en 1909 por Pedro Zulen y Dora Mayer, marcó el inicio de una militancia interseccional que integraba la causa indígena con la defensa de los derechos civiles. La organización luchaba contra la servidumbre de hecho que aún vivían miles de indígenas campesinos y denunciaba los abusos del gamonalismo andino, prácticas que resonaban con lo que Miguelina había presenciado en la Amazonía durante el auge cauchero.

Allí conoció de cerca a Dora Mayer, periodista, intelectual y una de las primeras defensoras de los derechos de los pueblos originarios en el Perú. Su relación con Mayer no solo fue de colaboración ideológica, sino también de inspiración y aprendizaje. Ambas compartían una crítica mordaz al orden patriarcal y colonialista, y empezaron a construir una agenda que articulaba la reivindicación indígena con el feminismo emergente.

Evolución Femenina y los derechos civiles de la mujer

En 1914, Miguelina Acosta fue elegida como miembro de la Junta Directiva de «Evolución Femenina», organización fundada por María Jesús Alvarado Rivera, pionera del feminismo peruano. Esta agrupación se convirtió en uno de los primeros espacios formales donde se articularon demandas por la igualdad de género en educación, derechos civiles y participación política. La presencia de Miguelina en esta organización fortaleció su compromiso con una agenda que no sólo buscaba mejores condiciones para las mujeres, sino que cuestionaba estructuralmente las leyes que institucionalizaban su subordinación.

Desde “Evolución Femenina”, Miguelina desarrolló una visión integral del feminismo, donde la educación, la legislación y la economía debían ser transformadas simultáneamente para garantizar una verdadera igualdad. Abogó por una ciudadanía femenina activa, consciente de sus derechos y capaz de intervenir en los destinos de la nación.

La Crítica: plataforma periodística para la transformación

Contenido, seudónimos y estrategias discursivas

Entre 1917 y 1920, Miguelina co-dirigió junto con Dora Mayer el semanario independiente «La Crítica», una publicación que se convirtió en uno de los vehículos más consistentes del pensamiento feminista y socialista en el Perú de comienzos del siglo XX. En sus páginas, Miguelina escribía bajo los seudónimos “Maac” y “Emedosa”, probablemente para evitar la censura y minimizar la resistencia cultural a la autoría femenina en temas considerados “poco apropiados para mujeres”.

Sus artículos abordaban temas tan diversos como el movimiento de mujeres en el extranjero, la reforma universitaria de 1919, la situación de los obreros e indígenas, y muy especialmente la formación de las mujeres. Miguelina sostenía que una sociedad democrática debía basarse en la educación igualitaria, y que las mujeres bien formadas serían mejores ciudadanas, mejores madres y mejores agentes de cambio social.

Educación femenina y análisis de la crisis económica postguerra

Tras la Primera Guerra Mundial, el Perú enfrentó una profunda crisis económica caracterizada por la escasez de productos básicos y el alza constante de los precios. “La Crítica” adaptó su línea editorial al nuevo contexto, dedicando la mayoría de sus artículos al análisis económico y sus consecuencias sociales. En este escenario, Miguelina brilló por su agudeza analítica y su capacidad para traducir problemas estructurales en propuestas concretas.

A través de sus columnas, denunció el acaparamiento, la especulación con los alimentos y la indiferencia del Estado hacia los más vulnerables. Fue entonces cuando su labor periodística se transformó en una forma de acción directa, preparando el terreno para su rol en uno de los eventos más significativos del feminismo peruano: el “Meeting del Hambre Femenino”.

El “Meeting del Hambre Femenino” de 1919

El Comité Pro-Abaratamiento y la movilización femenina

En abril de 1919, surgió en Lima el «Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias», una organización integrada por más de 30,000 obreros, que reclamaban la reducción de precios y alquileres, así como la obligación del agro a producir para el mercado interno. La participación femenina en estas protestas fue tan destacada que en mayo de ese año se formó un Comité Femenino, con Miguelina Acosta como su presidenta.

Desde esa posición, Miguelina organizó una manifestación masiva de mujeres en Lima, con el objetivo de visibilizar la crisis alimentaria. El 24 de mayo, la casa de Miguelina fue el centro neurálgico de la movilización: allí se reunieron mujeres de diversos sectores sociales, convocadas a través del diario El Tiempo.

Violencia, represión y huelga general: Miguelina como símbolo

El 25 de mayo de 1919, cerca de 5,000 personas —la mayoría mujeres— se congregaron en el Parque Neptuno, dando inicio al llamado «Meeting del Hambre Femenino». A pesar de la prohibición municipal, Miguelina y sus compañeras marcharon con pancartas que decían: “¡Queremos pan!”, “¡Abajo la burguesía!”, “¡Viva la organización femenina!”. El intento de avanzar hacia la Plaza Mayor fue violentamente reprimido por la policía. Hubo pedreas, enfrentamientos y numerosos heridos, pero la protesta dejó una huella imborrable.

Al día siguiente, el Comité elevó una queja formal por los abusos policiales y exigió la destitución del jefe de la policía. La respuesta fue represiva: detenciones masivas, entre ellas la del secretario general. Ante ello, el Comité proclamó una huelga general que paralizó Lima y el Callao durante cuatro días. En este clima de represión y movilización, Miguelina se consolidó como un símbolo de lucha popular, capaz de articular demandas obreras, indígenas y feministas.

Logros académicos y crítica al sistema legal patriarcal

La tesis sobre el matrimonio: análisis jurídico con visión feminista

En julio de 1920, Miguelina Acosta obtuvo el título de bachiller en Jurisprudencia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su tesis, publicada poco después en “La Crítica” bajo el título “Nuestra institución del matrimonio rebaja la condición jurídica y social de la mujer”, fue un documento de enorme importancia teórica y práctica. En ella, Miguelina diseccionó el Código Civil de 1851, exponiendo cómo la legislación convertía a la mujer casada en una ciudadana de segunda clase.

Destacó tres puntos principales: primero, la contradicción entre la necesidad de autorización del esposo para declarar en juicio y su ausencia en causas criminales. Segundo, la prohibición de ejercer actividades económicas sin autorización conyugal, pese a que las mujeres lo hacían libremente en la soltería. Y tercero, la negación del estatus jurídico autónomo de la mujer, sin una correspondencia de obediencia recíproca por parte del hombre.

Repercusiones en la comunidad académica y política

La tesis fue no sólo una crítica al orden legal, sino un llamado a la reforma jurídica con perspectiva de género. En un país donde aún faltaban décadas para el reconocimiento del sufragio femenino, Miguelina cuestionó desde las entrañas del sistema legal su lógica patriarcal. Sus argumentos fueron discutidos en círculos universitarios y políticos, y fortalecieron las bases teóricas del feminismo jurídico en el Perú.

Lejos de conformarse con el reconocimiento académico, Miguelina continuó utilizando el Derecho como instrumento de emancipación. Su visión no era legalista ni abstracta, sino profundamente arraigada en las realidades sociales del país. Con su combinación de activismo, pensamiento crítico y rigor académico, Miguelina Acosta se convirtió en una de las intelectuales feministas más influyentes de su tiempo.

Consolidación Intelectual y Legado Trascendental

Militancia posuniversitaria y visión educativa integradora

Participación en la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres

Luego de obtener su título en jurisprudencia, Miguelina Acosta Cárdenas intensificó su participación en espacios que conectaban el pensamiento reformista con propuestas concretas de transformación social. Uno de los momentos más importantes de esta etapa fue su intervención en la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres, celebrada en diciembre de 1924. En este foro internacional, Miguelina no se limitó a reiterar los derechos básicos para las mujeres, sino que propuso una idea radical para su tiempo: la creación de un sistema de maestros rurales ambulantes, orientado especialmente a la educación de las poblaciones indígenas.

Esta propuesta era el resultado de una visión política y pedagógica profundamente integrada: para Miguelina, la transformación de la sociedad debía comenzar por los sectores más excluidos, y la educación debía adaptarse a su realidad. Su plan incluía no sólo la alfabetización, sino también la enseñanza de habilidades prácticas como la utilización de materias primas locales, la construcción de viviendas higiénicas, el aprovechamiento de alimentos regionales y el uso de plantas medicinales. Era un enfoque multidimensional que combinaba salud pública, economía doméstica, ecología y ciudadanía.

Propuesta de maestros rurales ambulantes: educación como emancipación

La idea de maestros itinerantes no era simplemente una innovación pedagógica, sino una crítica al sistema educativo centralista y excluyente del Perú republicano. En un país donde los indígenas eran sistemáticamente considerados “menores de edad jurídicos” y excluidos de la vida política, Miguelina apostaba por una pedagogía de la emancipación, en la que los propios indígenas fueran protagonistas de su desarrollo. En lugar de imponerles una cultura ajena, su propuesta valoraba los saberes locales y los integraba con conocimientos técnicos y científicos útiles para la vida cotidiana.

Este enfoque prefiguraba en muchos sentidos lo que décadas más tarde se conocería como “educación intercultural bilingüe” y tenía afinidades con la pedagogía liberadora que Paulo Freire desarrollaría en Brasil. Miguelina se adelantó a su tiempo al considerar que la transformación de las condiciones materiales debía ir acompañada de una transformación simbólica que comenzara por el acceso equitativo al conocimiento.

Cercanía con los círculos mariateguistas y vanguardias

Publicación en “Amauta” y vínculo con el pensamiento socialista

Entre 1923 y 1930, Miguelina se vinculó con el círculo de intelectuales y activistas sociales que gravitaban en torno a José Carlos Mariátegui, figura central del socialismo peruano y fundador de la revista “Amauta”, una de las más influyentes del pensamiento latinoamericano. En febrero de 1928, la revista publicó un extenso artículo suyo basado en su ponencia en la Conferencia Panamericana, reafirmando su posición como una intelectual vanguardista.

Su participación en Amauta no fue casual. La revista representaba una síntesis entre marxismo, indigenismo y crítica cultural. Miguelina encontró allí un espacio afín para sus ideas: compartía con Mariátegui la visión de que el problema indígena no podía resolverse sin una transformación estructural de la sociedad, y que la lucha feminista no podía desvincularse de las luchas de clase y etnia.

Educación indígena, derechos civiles y cultura popular

Miguelina no se limitó al terreno de la teoría. En la práctica, impulsó talleres, foros y encuentros donde buscaba acercar a mujeres y hombres indígenas a la vida política, jurídica y cultural del país. Sostenía que la ciudadanía debía ejercerse, no sólo otorgarse. En su visión, el derecho al voto, a la propiedad o al acceso a la salud sólo tendría sentido si los sujetos sociales se reconocían a sí mismos como agentes dignos y competentes. Por ello, insistió en el rol pedagógico del Estado, pero también en la necesidad de una transformación cultural profunda que incluyera el respeto por las lenguas originarias, las tradiciones comunitarias y los saberes ancestrales.

Esta perspectiva colocaba a Miguelina a la vanguardia del pensamiento progresista de su época, articulando feminismo, indigenismo y socialismo en una propuesta coherente y transformadora.

Últimos años y muerte en el Callao

Actividad social hasta el final

Los últimos años de Miguelina Acosta transcurrieron en el Callao, puerto principal del Perú y zona de intensa actividad política y sindical. Aunque no ocupó cargos públicos ni gozó de reconocimiento institucional, continuó participando en actividades sociales ligadas a la defensa de los derechos laborales, la reforma educativa y la promoción del acceso de las mujeres al sistema judicial. Su figura seguía siendo respetada entre círculos populares, feministas y de izquierda, aunque la historiografía oficial comenzaba a silenciar su legado.

Miguelina no dejó descendencia biológica ni construyó una carrera en los moldes tradicionales del éxito profesional. Su vida fue austera, marcada por la entrega constante a las causas sociales. En 1938, falleció y fue enterrada en el cementerio Baquíjano y Carrillo del Callao, dejando tras de sí una obra intelectual y activista que solo décadas después comenzaría a ser reconocida en su real dimensión.

Fallecimiento en 1938 y entierro en el cementerio Baquíjano

El hecho de que Miguelina haya muerto en relativo anonimato, sin homenajes oficiales ni monumentos a su nombre, es reflejo de la invisibilización que sufrieron muchas mujeres reformistas del primer tercio del siglo XX. Su entierro en el Callao, lejos de los espacios emblemáticos del poder limeño, simboliza su cercanía con los sectores populares y su alejamiento voluntario de las esferas institucionales dominadas por el patriarcado y la oligarquía.

Revaloración histórica y legado feminista

Invisibilización y rescate posterior en la historiografía peruana

Durante buena parte del siglo XX, el nombre de Miguelina Acosta quedó fuera de los textos escolares, las crónicas políticas y las memorias institucionales. Ni su papel como jurista pionera ni su liderazgo en el feminismo peruano fueron debidamente reconocidos. Fue recién en los años noventa, con los trabajos de investigadoras como Annina Clerici, que su figura comenzó a ser rescatada desde una perspectiva crítica y feminista. A partir de entonces, Miguelina ha sido reivindicada como precursora del pensamiento jurídico con enfoque de género y como una de las primeras mujeres en articular una visión interseccional de la justicia social en América Latina.

Este proceso de revaloración se ha nutrido del creciente interés por la historia de las mujeres y de los movimientos sociales silenciados. Su vida ha sido objeto de ensayos, tesis universitarias, publicaciones académicas y eventos conmemorativos, aunque aún persiste un déficit en la difusión pública de su legado.

Miguelina como precursora del feminismo interseccional en América Latina

Lo que hace excepcional a Miguelina Acosta no es solo su condición de “primera” en muchos aspectos —primera bachiller en jurisprudencia de San Marcos, primera mujer amazónica en dirigir una manifestación política, primera en proponer reformas educativas para indígenas— sino la coherencia de su pensamiento y su acción. Su feminismo no fue elitista ni limitado a la cuestión de género: lo articuló con la clase social, la etnicidad, la educación y el derecho.

Anticipándose a lo que hoy se llama feminismo interseccional, Miguelina supo que no había emancipación femenina sin justicia social, ni reforma legal sin transformación cultural. Su apuesta por una sociedad educada, justa y plural sigue siendo una brújula ética para quienes, en el siglo XXI, buscan construir un Perú más igualitario.

A más de ocho décadas de su muerte, Miguelina Acosta Cárdenas sigue inspirando a juristas, educadoras, activistas y pensadoras de América Latina. Su vida fue breve, pero su legado es profundo y perdurable, recordándonos que el verdadero cambio nace del compromiso radical con la dignidad humana en todas sus formas.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Miguelina Acosta Cárdenas (¿1890?–1938): Jurista Pionera y Voz Feminista en la Amazonía Peruana del Siglo XX". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/acosta-cardenas-miguelina [consulta: 17 de octubre de 2025].