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HistoriaPolíticaBiografía

Abul Qasim Muhammad ibn Abbad, Rey de la taifa de Sevilla (1039-1095).

Rey de la taifa de Sevilla nacido en Beja en diciembre de 1039 y muerto en Magat (Marruecos) en 1095. Bajo su reinado Sevilla conoció un periodo de expansión seguido de un declive por causa de la presión cristiana. En 1091 desapareció la taifa sevillana al ser conquistada por los almorávides.

Hijo de Abú Amr Abbad al-Mu'tadid, fue más conocido por el título de al-Mu'tamid. Siendo aún un niño, con once o doce años, fue designado por su padre gobernador de Huelva (ca. 1050) y pocos años después su padre le puso al frente del ejército para la toma de Silves (1053-1054) y tras su conquista al-Mu'tamid asumió el cargo de gobernador de la plaza. Al poco tiempo dejó dicho cargo a Ibn Ammar, poeta y aventurero que ganó la amistad de al-Mu'tamid y llegó a ejercer una notable influencia sobre el monarca abbadí durante los primeros años de su reinado; quizás intuyendo esta influencia, al-Mu'tadid lo hizo desterrar, e Ibn Ammar no pudo regresar a Sevilla hasta su muerte. Al-Mu'tamid fue nombrado heredero del reino de su padre, después de que su hermano Ismail, protagonizase dos rebeliones sucesivas contra su padre y acabase muriendo asesinado por el propio al-Mu'tadid hacia 1060.

Abul Qasim Muhammad ibn Abbad al-Mu'tamid fue proclamado monarca de Sevilla al día siguiente de la muerte de su padre, a principios de febrero de 1069. Autorizó el fin del destierro de Ibn Abbad y le nombró gobernador de Silves, aunque pronto le llamó a la corte para ser primer ministro. No existió ruptura entre el reinado de su padre y el suyo; al-Mu'tamid heredó un reino abbadí tributario de Castilla y León, pero fuerte frente a sus vecinos musulmanes, Badajoz, Toledo, Córdoba y Granada.

La conquista de Córdoba

A comienzos de su reinado se planteó la ocasión para que el monarca sevillano anexionara el reino de Córdoba al de Sevilla, cuando recibió una petición de ayuda del régulo cordobés, Abd al-Malik, contra el ataque que la capital califal sufría ante Yahya ibn Ismailde Toledo. Las tropas sevillanas hicieron desistir a Yahya de su intento de conquista. Pero los caudillos del ejército sevillano, Jalaf ibn Nayah y Muhammad ibn Martín, siguiendo instrucciones de al-Mu'tamid, consiguieron hacerse con el poder de Córdoba y entregárselo a su señor, a quien proclamaron rey de Córdoba en junio de 1070. Los Banu Yahwar fueron conducidos a Sevilla y después desterrados en la isla de Saltés, donde Abd al-Malik ibn Yahwar murió al poco tiempo. Sin embargo el dominio sevillano sobre Córdoba se veía cada vez más amenazado por el rey de Toledo y su aliado Alfonso VI de Castilla. Ambos intentaron tomar la ciudad califal y arrasaron sus alrededores, pero fueron rechazados por el gobernador Abbad Siray al-Dawla, hijo de al-Mu'tamid, y su ejército. En enero de 1075 Abbad fue asesinado por Hakam ibn Ukasa, caid que poseía un castillo cerca de Córdoba en nombre del rey de Toledo y se había comprometido a ganar para él la plaza de Córdoba. Yahya ibn Ismail tomó el poder en Córdoba y conservó a su lado a Ibn Ukasa, que tras la muerte de Yahya permaneció en la capital como delegado de su hijo. Al-Mu'tamid trató durante tres años de reconquistar Córdoba y vengar la muerte de su hijo, hasta que el 4 de septiembre de 1078 la ciudad cayó bajo el asedio de su ejército y al-Mu'tamid tomó de nuevo el poder en ella. Hizo crucificar junto a un perro a Ibn Ukasa y nombró gobernador a su hijo al-Fath, que murió defendiendo la plaza contra los almorávides en marzo de 1091.

Sevilla amplía sus dominios a costa de Murcia

Inmediatamente después de la conquista de Córdoba al-Mu'tamid intentó extender sus dominios por las tierras de Murcia, que constituían un territorio independiente bajo el dominio del árabe Muhammad ibn Ahmed. Mediante la intervención de su ministro Ibn Ammar, el monarca sevillano ganó la alianza de Ramón Berenguer II de Barcelona para la conquista de Murcia, aunque al no cumplirse una cláusula del pacto, el conde catalán abandonó la campaña; no obstante Ibn Rasiq, hombre de la confianza de Ibn Ammar, logró que se abriesen las puertas de la ciudad y el ejército sevillano entró en ella; Ibn Tahir fue encarcelado y los habitantes de Murcia prestaron juramento de fidelidad a al-Mu'tamid.

Ibn Ammar trató de ejercer el poder en la ciudad de Murcia, en la que había sido designado delegado de al-Mu'tamid, y a la que había transportado una parte del tesoro real para su propio disfrute. Las relaciones entre al-Mu'tamid e Ibn Ammar empeoraron por diversas causas, entre las cuales se encontraban los escritos infamantes que Ibn Ammar dirigió al rey sevillano, que le hicieron caer en desgracia y verse obligado a pedir asilo a Alfonso VI.

Al-Mu'tamid ejerció el dominio sobre Murcia de manera intermitente y llegó a acuñar allí moneda con su nombre.

Debilitamiento de Sevilla bajo el empuje castellano

Bajo el reinado de al-Mu'tamid Sevilla era el reino más rico y extenso de al-Andalus y también el que más excitaba la codicia de Alfonso VI de Castilla, a pesar de que ya recibía cuantiosos tributos anuales de las arcas sevillanas. Hacia 1084 la muerte del judío Ben Salib, recaudador del monarca castellano, y el encarcelamiento de sus acompañantes planteó la petición de Alfonso VI de la liberación de éstos, que les fue concedida a cambio de la devolución de la plaza de Almodóvar. Pero tras ello el rey de Castilla lanzó sus tropas al saqueo de las aldeas del Aljarafe y puso sitio a Sevilla durante tres días, asolando el distrito de Sidonia y llegando hasta Tarifa.

El ataque de Alfonso VI quedó impune y sirvió como demostración de fuerza antes de la conquista de Toledo en mayo de 1085. Tras la caída de Toledo los reyes de taifas comprobaron su incapacidad para hacer frente a Castilla y por primera vez se unieron para pedir auxilio al emir almorávide Yusuf ibn Tashufin. Éste desembarcó en Algeciras, gobernada por al-Radí, hijo de al-Mu'tamid, y exigió que se le entregara la plaza como base de operaciones; el régulo sevillano accedió, aconsejando a su hijo que se retirase a Ronda. Después Yusuf marchó hacia Sevilla, donde fue recibido por al-Mu'tamid, que lo colmó de regalos, hasta el punto de que el africano los repartió con sus tropas. El ejército sevillano se unió al almorávide y a las tropas enviadas por los reyes de Granada y Almería y juntos tomaron el camino de Badajoz, cerca de donde se desarrolló la batalla de Sagrajas (26 de octubre de 1086), que supuso una gran victoria musulmana y un enorme descalabro para los ejércitos cristianos.

Yusuf volvió a embarcar hacia África, pero dejó algunas tropas en la Península y al-Mu'tamid las usó para intentar resolver disensiones internas, al intentar reducir con ellas al rebelde Ibn Rasiq de Murcia, que se negaba a reconocerlo como soberano. Pero el ejército de al-Mu'tadid fue derrotado por un escuadrón cristiano cuando intentaba la conquista de la ciudad y los intentos posteriores por conquistarla fueron inútiles. Antes de 1089 al-Mu'tamid viajó a Marruecos para entrevistarse con Yusuf ibn Tashufin y pedirle ayuda para la conquista de la fortaleza cristiana de Aledo. El sitio de Aledo, en el que también participaron ejércitos de Málaga, Granada, Almería y Murcia, constituyó un enorme fracaso musulmán y puso de manifiesto las disensiones internas de los diferentes reinos de taifas, que incluso llegaron a poner en peligro al ejército almorávide. Después de esto Yusuf tuvo el deseo de acabar con aquellos reyes y comenzó a destituirlos uno por uno.

Después de la victoria de Sagrajas la presión cristiana descendió y Sevilla dejó de pagar tributos. No obstante los almorávides comenzaron a conquistar los reinos de taifas y a imponer su soberanía sobre ellos.

Conquista almorávide de Sevilla

A finales de 1090 los almorávides conquistaron el reino de Granada y comenzaron sus ataques contra otros reinos y contra los castillos de Sevilla: Córdoba, donde se encontraba como gobernador un hijo de al-Mu'tamid, cayó poco después; tras la toma de Tarifa en diciembre de 1090 las fortalezas sevillanas de la cuenca del Guadalquivir, desde Úbeda hasta Almodóvar, cayeron bajo el poder almorávide. Tras la toma de Carmona en mayo de aquel año, el ejército africano acometió la toma de Sevilla. Al-Mu'tamid había desarrollado un doble juego de alianzas y había recibido la promesa de Alfonso VI de que éste le ayudaría en caso de que los almorávides intentasen la conquista de la ciudad. El rey castellano envió a Alvar Háñez para cumplir su palabra, pero sus tropas fueron derrotadas por los almorávides cerca de Almodóvar.

El 2 de septiembre de 1091 algunos descontentos de Sevilla decidieron entregar la ciudad y abrieron una brecha por la que penetraron las tropas africanas, pero al-Mu'tamid logró rechazarlos y reparar la brecha. Cinco días después los almorávides incendiaron la flota sevillana del Guadalquivir, haciendo cundir el desánimo entre los defensores, que huyeron intentando salvar sus vidas. Los atacantes entraron en la ciudad y la saquearon, cometiendo todo tipo de excesos. Al-Mu'tamid se defendió en el alcázar como pudo, pero al final se rindió sin condiciones al caid almorávide Sir. Al-Mu'tamid envió órdenes a sus hijos al-Radí y al-Mutadd, que gobernaban en Ronda y Mértola respectivamente, para que entregasen las plazas o de lo contrario su familia sería asesinada. Los hijos de al-Mu'tamid así lo hicieron, pero a pesar de los pactos de entrega fueron asesinados cuando los almorávides tomaron posesión de sus respectivas plazas.

Sir fue nombrado gobernador almorávide de Sevilla y al-Mu'tamid fue desterrado con sus seres más allegados a las montañas del Atlas en Marruecos, donde se encontraban sus familiares más próximos. Murió en la absoluta pobreza, mantenido por el trabajo de sus hijas como hilanderas, cuatro años después de ser derrocado.

Rasgos personales y política interior

Abul Qasim Muhammad ibn Abbad al-Mu'tamid fue recordado en las crónicas como un rey poeta para el que el amor y la guerra fueron los pilares de su vida. Durante su juventud conoció a la que fue su esposa durante toda su vida, la esclava Rumaykiyya, a la que otorgó el título de al-Sayyida al-kubrá ('gran señora'), que jugó un importante papel en la corte y cuyos amores por parte del rey de Sevilla llegaron a convertirse en leyenda.

Además de ganar el favor de los sectores aristocráticos de la ciudad del Guadalquivir, con la expansión de su reino al-Mu'tamid consiguió el desarrollo comercial y artesanal de Sevilla y el aumento del nivel de vida de su población, pero éste se vio truncado por la creciente presión fiscal motivada por los tributos a Castilla y por el mantenimiento de los ejércitos en las frecuentes guerras, hasta tal punto que en ciernes de la conquista de Sevilla por los almorávides, su población vivía en la miseria; para intentar contener tales gastos al-Mu'tamid gravó con impuestos a la nobleza, ante la incapacidad de aumentar más los tributos sobre el pueblo.

Bibliografía

  • BOSCH VILÁ, J. La Sevilla Islámica 712-1248. Sevilla, 1984.

  • DOZY, R. Histoire des Musulmanes d'Espagne juste la conquete de l'Andalusie pas les Almoravides. París, 1932.

  • JOVER ZAMORA, J.M. (dir). "Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero