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LiteraturaBiografía

Abril de Vivero, Xavier (1905-1990).

Poeta, ensayista y narrador peruano, nacido en Lima el 4 de noviembre de 1905 y fallecido en Montevideo (Uruguay) el 1 de enero de 1990. Gran conocedor de la mejor tradición clásica de las Letras peruanas y, en general, hispanoamericanas, fue una de las figuras más notables de la Vanguardia en Perú, donde el conjunto de su obra fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura (1986).

Cursó con brillantez sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Alemán de Lima, una de las instituciones docentes más prestigiosas del Perú. Tras permanecer ligado a dicho centro de enseñanza durante más de diez años (1911-1923), completó su formación en el Instituto Lima, donde se especializó en el estudio de la literatura española.

En 1926, a los veintiún años de edad, cruzó por vez primera el Atlántico para ampliar sus conocimientos en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), donde estuvo matriculado durante el año académico de 1926-1927. A su regreso a Lima, emprendió sus estudios superiores en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; pero pronto admitió que estaba mucho más interesado en el Arte y las Letras que en los arcanos de la ciencia económica, por lo que no dudó en abandonar esta carrera para regresar a Europa y establecerse, en esta ocasión, en territorio francés, donde tuvo ocasión de entrar en contacto con las voces más representativas de la Vanguardia.

Su amor hacia la cultura española le impulsó a regresar a la Península Ibérica, donde, plenamente integrado en los foros artísticos, literarios e intelectuales de la época, permaneció hasta el estallido de la Guerra Civil. Al poco de haber llegado por segunda vez a España, dio a la imprenta en Madrid su primer volumen de versos, publicado bajo el sugerente título de Hollywood. Relatos contemporáneos (Madrid, 1931); y, antes de su partida, publicó su segunda entrega poética, una antología titulada Difícil trabajo, 1926-1930 (Madrid, 1935).

De nuevo en su Perú natal, al que había retornado en su huida de una España en guerra, Xavier Abril publicó su tercer libro de poemas, Descubrimiento del alba (Lima, 1937). Luego, tras más de diez años de residencia en su patria, volvió a dejar a sus paisanos para establecerse en Montevideo (1948), ciudad en la que, con el paso del tiempo, habría de acabar desempeñando un cargo diplomático: el de agregado cultural de la Embajada Peruana en Uruguay (1958-1990).

Alejado de la creación poética desde su salida de España, Xavier Abril mantuvo, no obstante, una intensa actividad literaria e intelectual como ensayista, particularmente fecunda durante sus primeros años de estancia en Montevideo. Ya en su Lima natal había dedicado un primer acercamiento crítico a la obra de uno de sus poetas predilectos, su compatriota César Vallejo, con el que había establecido hondos lazos de amistad mucho tiempo atrás, cuando ambos estaban en España, merced a la mediación del hermano del erudito limeño, Pablo Abril de Vivero. A este primer trabajo crítico de Xavier Abril, publicado bajo el título de César Vallejo, Antología (1943), siguieron otros muchos estudios del mismo autor centrados en esa figura cimera de la poesía universal del siglo XX, como los titulados Vallejo, ensayo de aproximación crítica (1958), Dos estudios: Vallejo y Mallarmé (1960), César Vallejo o la teoría poética (1963) y Exégesis trílcica (1981).

En su múltiple condición de creador literario, ensayista fecundo y riguroso, gran conocedor de la tradición poética española e hispanoamericana, y entusiasta seguidor de la literatura vanguardista (particularmente, la francesa, que conoció de primera mano durante su estancia en el país galo), Abril creyó ver en los versos de Vallejo una hondura y calidad sólo equiparable a la alcanzada por Mallarmé en las Letras francesas. En este sentido, el erudito limeño postuló que César Vallejo era, sin lugar a dudas, el poeta más original e innovador de la literatura escrita en castellano en la primera mitad del siglo XX, opinión que suscitó muchas controversias entre otros críticos y filólogos menos entusiasmados con la lírica rupturista y renovadora del genial autor de Trilce.

No se circunscribió, empero, la indagación crítica de Xavier Abril a la vida y obra de su admirado Vallejo, ya que ahondó también en la producción poética de otra egregia figura de las Letras peruanas contemporáneas, José María Eguren. Abril, siempre impregnado de las últimas corrientes francesas, identificó en los versos de Eguren una importante vía de entrada del Simbolismo en la lírica hispanoamericana de comienzos del siglo XX, y así lo quiso constatar en su brillante estudio titulado Eguren el oscuro. El simbolismo en América (1979), obra galardonada con el Premio Nacional de Ensayo Literario (en su convocatoria de 1979).

Espléndido conocedor, en fin, de todas las modas, tendencias y corrientes exploradas por los poetas americanos que se expresaban en su misma lengua, Xavier Abril publicó en 1956 una interesante Antología de la poesía hispanoamericana que sigue siendo un referente obligado para el estudioso de la lírica en castellano de la primera mitad del siglo XX. Fiel, además, a esa fecunda tradición histórica de las Letras hispánicas, también leyó con fruición y provecho los versos de algunos clásicos tan notables como el Arcipreste de Hita, Jorge Manrique, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. En todos ellos admiró ese poderoso dominio de la palabra que, con pleno rigor intelectual, sabe reflejar las más hondas emociones y los sentimientos más puros del alma, pero valiéndose de un férreo control de los recursos expresivos (algo que, con distintas connotaciones, intentó aplicar siempre a su propia creación poética). Y, en lo que se refiere a su devoción por la Vanguardia, se detecta también en los versos de Abril la poderosa huella del psicoanálisis -tan fecunda en algunas de las corrientes más significativas de este gran movimiento transgresor, como el Surrealismo y el Dadaísmo-, y la presencia constante de elementos de inconsciente que son la herencia de sus múltiples lecturas de los grandes autores franceses y, al mismo tiempo, el producto de su propia necesidad de buscar una expresión adecuada a su inquietudes más íntimas.

Obra poética

En su condición de poeta obsesionado por introducir los principales elementos innovadores de la Vanguardia en el curso de la mejor tradición, Xavier Abril puede considerarse como el mejor representante de la Modernidad en la lírica peruana contemporánea. Ya en su primera entrega poética, Hollywood. Relatos contemporáneos (1931), están patentes esas dos líneas de trabajo (tradición y vanguardia) por las que habría de discurrir el resto de su obra en verso. Incluso en el plano temático brilla ese juego de contrastes y guiños complementarios entre lo clásico y lo contemporáneo, pues si bien la ciudad elegida para figurar en el privilegiado frontispicio del título representa la meca del cine estadounidense (y todos los elementos de modernidad que el Séptimo Arte y su industria llevan implícitos), otros temas y motivos reflejan claramente el poso de numerosas lecturas del pasado que permiten a Abril enraizar el espíritu de la Vanguardia en la secular tradición castellana. En este sentido, se ha comparado su obra con la de otros autores hispanoamericanos tan innovadores y, a la vez, tan respetuosos con el legado de la tradición como Octavio Paz, quien, tras numerosas renovaciones rupturistas de su propio lenguaje literario, acabó encontrando una voz peculiar y original, de innegables matices clásicos.

El humor es otro de los ingredientes básicos de los poemas y textos en prosa de Hollywood. Relatos contemporáneos, que viene a sumarse a la exaltación gozosa del espacio urbano, ahora concebido como escenario donde es posible dar rienda suelta a los excesos estéticos de la Modernidad (y no como esas ciudades parnasianas y decadentes que, tocadas por una belleza lánguida y marmórea, cantaron los poetas modernistas). Pero la ciudad moderna de esta opera prima de Xavier Abril también es un espacio donde empieza triunfar la prisa, la aceleración, el pánico social y, en definitiva, ese ajetreo áspero e inhóspito que parece inherente a la urbe contemporánea.

De las grandes audacias innovadoras presentes en este primer poemario, Xavier Abril pasó -en una evolución semejante a la de muchos poetas españoles e hispanoamericanos, entre ellos la mayor parte de los que integraron la Generación del 27- a una progresiva interiorización de los elementos rupturistas y el espíritu de rebeldía. En sus siguientes colecciones de versos, Difícil trabajo (1935) y Descubrimiento del alba (1937), ese afán transgresor deja de manifestarse abruptamente en las formas para abordar, con mayor sutileza, los contenidos, sobre todo los que aluden a la compleja realidad social y política del momento (al igual que su admirado César Vallejo, Xavier Abril se solidarizó con la causa republicana durante la Guerra Civil Española). Otros temas "humanos", ajenos a ese proceso de deshumanización que, postulado por la "poesía pura" de Valery, estaba en la base de muchas corrientes vanguardistas, comienzan a abrirse un hueco en los poemarios de Abril (por ejemplo, el universo familiar, presente asimismo en Trilce de Vallejo, la reflexión sobre la propia muerte o el recuerdo de las cosas perdidas en un pasado cada vez más remoto).

Bibilografía

BRETON, André. "Sobre Xavier Abril", en rev. Amauta (Lima), III, nº 18 (1928).
ROMUALDO, Alejandro. "Descubrimiento de Abril: Estación del hombre", en rev. Creación Heroica (Lima), nº 4 (1971).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.