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PolíticaBiografía

Abdullah bin Abdulaziz Al Saud, Rey de Arabia Saudita (1924-VVVV)

El rey Abdullah Bin Abdulaziz Bin Abdulrahman Bin Faisal Bin Turki Bin Abdullah Bin Mohammed Bin Saud, nació el 1 de agosto de 1924 en Riyad. Rey gobernante de Arabia Saudita y el Guardián de las Dos Mezquitas, desde el 1 de agosto de 2005, tras la muerte de su hermano el rey Fahd.

Abdullah fue el único hijo varón que tuvo el rey Abdulaziz Al Saud (1880-1953), conocido como ibn Saud, con Fahda bint Asi Ash Shuraim, 8va. de sus 22 esposas reconocidas. Ha tenido dos hermanas biparentales, las princesas Nuf y Sita, y el monarca tuvo también 44 hermanastros varones. Los cinco hermanos mayores, nacidos de distinta madre, le han precedido repectivamente en el trono que instauró su padre en 1932: Saud (1953), Faysal (1964), Jalid (1975) y desde 1982, Fahd, a quien Abdullah vendría a suceder por fallecimiento.

Abdullah recibió una educación tradicional a cargo de preceptores familiares y maestros religiosos, demostrando desde pequeño una devoción por valores nacionales y religiosos ultraconservadores, a diferencia de sus hermanos, más inclinados a los placeres mundanos que la pretenencia a la familia real les aseguraba. El joven heredero, prefería pasar los días a solas en el desierto, en la compañía de halcones, caballos de carrera y camellos. Esta predisposición agradaba a su padre, quien veía en él a un digno sucesor, en la línea que había fundado Muhammad ibn Saud en el siglo XVIII, una secta fundamentalista suní, seguidores de la belicosa creencia del wahabismo. Los wahabitas prevalecieron en el poder cuando se rebelaron contra los turcos otomanos, que sostenían una religiosidad declinante, y custodiaban las mezquitas santas de la Meca y Medina. El credo wahabita se impuso entre los pastores y caravaneros del desierto y llegó a influir en las instancias superiores del estado, con preceptos rigurosos y de estricta abstención, implementando penas severas y un cuerpo de vigilancia religiosa, para castigar al momento cualquier desviación. El actual rey Abdullah aún adhiere a esos preceptos religiosos, y los castigos corporales se siguen aplicando, mutilaciones y flagelaciones incluidas, hasta el día de hoy.

En 1962, el rey Faysal le encomendó la comandancia de la Guardia Nacional, cuerpo armado selectivo con funciones de seguridad y observancia sobre las más de 30.000 personas que componían la familia saudí. luego el monarca Jalid promovió a Abdullah al tercer puesto más importante del gobierno, en calidad de segundo vice primer ministro de gobierno. Al fallecer Jalid, Abdullah pasó a ocupar bajo el rey Fahd la vice presidencia primera y el primer puesto en la línea sucesoria de la corona, sin dejar de controlar la Guardia Nacional.

Desde este puesto de proximidad al gobierno, Abdullah pudo comprobar el acercamiento a Estados Unidos, por los intereses estratégicos comunes en torno a las fabulosas rentas que el petróleo les brindaba, percibió la alineación del país hacia las directivas de la OLP conducida por Yasser Arafat, y podía ver cómo el país se convertía en mediador de conflictos en la zona, manteniendo la defensa de las posiciones musulmanas frente a los israelíes. Su postura en cuanto a la estratégica OPEP se aproximaba más a la de su hermano Faysal, quien en 1973 aplicó sanciones a los países que apoyabana a Israel. Abdullah cumplió funciones diplomáticas en el conflicto entre Siria y Jordania, y realizó sus primeras visitas a Estados Unidos en 1976, repitiendo en 1987, tomando contacto con los presidentes Ford y Bush (p). Durante los acontecimientos bélicos de la Guerra del Golfo de 1990, en la que los vecinos Irak y Kuwait se enzarzaron en un conflicto armado, su país permitió que las tropas americanas se apostaran en los límites territoriales adyacentes a Kuwait, y lideraran la alianza contra Irak, desde la que se lanzaron las operaciones Escudo del Desierto, para proteger Arabia Saudita, y Tormenta del Desierto, para liberar Kuwait. Es en ese momento que surge una instancia política en Arabia, formada por los 18 principales altos príncipes, quienes crean un comité de asesores especiales al rey. Esta instancia decisoria se comparte con los otros órganos de decisión, en las que está la sharía o ley religiosa, los jefes de las tribus beduinas, los altos empresarios y tecnócratas, y el derecho consuetudinario.

La presencia de los norteamericanos en suelo saudí trajo fuertes reacciones y acusaciones de traición por la profanación del suelo sagrado del Islam, cometidas por los saudíes en un acto de impiedad. Llegaron a acusar a Arabia, especialmente los grupos shiítas, de ya no ser la genuina custodia de las mezquitas santas. El financiamiento por parte de los sunitas saudíes para volver a ocupar ámbitos preponderantes en asuntos de religión, permitió el surgimiento de una organización multinacional muy poderosa, Al Qaeda, de estructura descentralizada, liderada por el millonario Osama Bin Laden, con influencia en varios países, enemiga de los intereses occidentales, y que había demostrado ser muy efectiva para contener a los rusos en Afganistán. Los saudíes comenzaron una ofensiva diplomática en varios frentes, logrando el consenso en los estados musulmanes, y estableciendo fuertes vínculos con el Egipto de Mubarak, la Siria de Hafez al Assad (por vínculos matrimoniales), y con el régimen de los ayatollahs en Irán. Luego de consolidar posiciones estratégicas con estas alianzas en la zona del Golfo, Arabia intervino en el proceso de paz de Oriente Próximo, con la intención de instaurar un estado palestino independiente con capital en Jerusalén y de lograr el retorno a Cisjordania de los palestinos emigrados.

La etapa de la guerra del Golfo supuso un altísimo incremento recaudador en las arcas saudíes, debido a que éstos compensaron la falta de suministro por parte de los países en contienda, llegando a aportar casi la tercera parte de todo los insumos petrolíferos del mundo, y a un precio más alto debido a la escasez. Sin embargo, habían firmado con Estados Unidos contratos de compra de armamentos tan gigantescos, que por primera vez en la historia debieron pedir dinero a organismos internacionales para solventarlos.

Debido a las altas tasas de emigración de mano de obra extranjera a sus países de origen, y al consiguiente descenso del nivel de vida de los árabes, en 1992 el rey Fahd modificó la milenaria costumbre de regirse por la ley religiosa, o sharía, e instauró el principio de un estado de derecho, con una Constitución. Creó una cámara consultiva, la Majlis as-Shura, para mediar entre los ciudadanos y el gobierno, de importancia menor que los Altos Ulema, encargados de vigilar que los dictados del gobierno concordaran con la religión. Paralelamente, fue creciendo el descontento de los grupos prodemocráticos y a favor de los derechos humanos, apoyados por Estados Unidos, sumados a otros que se preocupaban por la supuesta occidentalización del país, y a Al-Qaeda, que le acusaba de su alianza con Estados Unidos y comenzaba a cometer actos de represalia. En este ambiente enrarecido, es que le tocó asumir funciones más importantes aún a Abdullah, ante la enfermedad de su hermano Fahd, y resolvió excluir a la CIA de las investigaciones de los ataques, para resolver los problemas domésticos con las fuerzas de inteligencia propias. Arabia continuó apoyando y sosteniendo financieramente a los talibanes en Afganistán, adonde al parecer se refugió Bin Laden cuando fue expulsado en 1992 y retirado su nacionalidad en 1994. Allí se dirigió un sobrino de Abdullah, director del Servicios de Inteligencia saudí, para pedir la expulsión de Bin Laden tras los atentados en las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania.

El 30 de noviembre de 1995, el rey Fahd sufrió un ataque de apoplejía, complicado por una diabetes y una artrosis de rodilla. La familia real resolvió imponer a Abdullah en el trono, quien asumió el 1 de enero de 1996, en forma interina, aunque el estado del soberano fue declinando en una convalescencia que degenerando con el paso de los años. Abdullah se enfrentó con resistencias por parte de grupos dentro de su familia, especialmente el clan sudairi, más propensos a subordinar sus relaciones a Estados Unidos, y a una tendencia a incluir más herederos con derechos a la corona. De hecho, en diciembre de 1995, mientras Fahd estaba hospitalizado y Abdullah en Omán, el príncipe Sultán convocó a los Ulema para pedir la destitución de Abdullah y reclamar para sí el derecho de sucesión. Lo que hizo Abdullah fue poner en alerta a la Guardia Nacional y reclamar la adhesión de las tribus beduinas, situación de la cual, en definitiva, salió reforzado.

En marzo de 1997 sostuvo un crucial encuentro con el presidente de la República Islámica iraní Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, y luego reiterado con el religioso Mohammad Jatami. En 2001 firmó en Teherán un provechoso acuerdo de seguridad irano-saudí, normalizando las relaciones con este país. También reforzó relaciones con otros países fuera del ámbito local, a través de una gira por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Japón, que estuvo orientada a captar inversiones privadas y a modificar su imagen de amigo titubeante de Occidente, donde se le llegó a ver vestido con zapatillas deportivas y camisas floreadas, nunca antes visto en un alto dirigente saudí.

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en que las Torres Gemelas de Nueva York fueron atacadas y destruidas por extremistas que tenían nacionalidad saudí, vino a alterar el mapa de las relaciones con el país americano, que había durado más de 50 años. El gobierno liderado por George Bush (h) presionó para que los saudíes manifestaran su alianza a través de acciones concretas, colaborando con la búsqueda y captura de los instigadores del ataque. El gobierno saudí rechazó finalmente convertir una base militar en el cuartel para organizar las operaciones contra Afganistán, y las tropas aliadas apostadas allí no hacían más que suscitar rechazo, al tiempo que adhesión a las huestes de Bin Laden. El 25 de septiembre el régimen saudí rompió relaciones con el gobierno talibán, y el 7 de octubre comienzan los bombardeos de las tropas inglesas y norteamericanas, que hace caer al régimen presidido por el mullah Omar, que se da a la fuga.

Para recomponer las deterioradas relaciones con Estados Unidos, Abdullah viaja a Washington para encontrarse con George Bush (h), para proponer un plan de paz con Israel, en reemplazo del proceso interrumpido de Oslo, muy bien acogido por todos los intervinientes, con un alto el fuego incluido, y el objetivo, al final, del establecimiento de un estado palestino, además de un reconocimiento en bloque de los países árabes hacia Israel. La cumbre panárabe se celebró en marzo de 2002 en Beirut, con la importante ausencia de Yasser Arafat, en ese momento sitiado por los israelíes en Ramallah, y de otros 10 jefes de estado, por lo que el resultado de la reunión fueron solamente declaraciones. Estados Unidos invadió, derrocó y ahorcó al mandatario iraquí Saddam Hussein, evitando a los saudíes una amenaza siempre latente. Pero el efecto de que una potencia europea atacara un estado árabe y musulmán no sentó bien en la opinión del pueblo saudí, ni de Al-Qaeda, quien hizo sentir su disensión con un atentado horas antes de la visita de Colin Powell, matando a 35 personas, entre ellos 9 norteamericanos. La decisión del soberano Abdullah fue que se retiraran gradualmente los estadounidenses del país, y realizar más reformas políticas y económicas, tales como adecuar el Majlis para que fuera un órgano sancionador de leyes y actualizar las leyes de sufragio, quitando las restricciones por sexo. En octubre de 2003 el Gobierno anunció que en el plazo de un año el país convocaría a las primeras elecciones para elegir consejeros locales.

En junio de 2003 viajó a la localidad francesa de Evian, para representar Arabia en las rondas de consulta con el G-8, y participar en reuniones con Bush, Mubarak y Abbas, para apoyar el plan de paz llamado Hoja de Ruta. El año concluyó con una de las mayores recaudaciones que se recuerdan, producto de los altas cotizaciones del petróleo, que permitió al país reducir la deuda externa, del 89% al 66% del PIB, en un sólo año. Ante la ola de ataques de Al-Qaeda hacia oficinas de gobierno, ejército y fuerzas de seguridad, además de instalaciones norteamericanas, produciendo más de 200 muertos, se vio en la urgencia de organizar operaciones de detección y desmantelamiento de células subversivas. Se produjeron importantes capturas de líderes terroristas, pero la espiral de violencia, lejos de detenerse, fue en aumento, aún cuando el número de atentados disminuyó a partir del año 2005. Por su parte, Bin Laden hizo pública una amenaza vía cadena televisiva, hacia la monarquía saudí por "violar las reglas de Dios", e instó a redoblar los ataques a la industria petrolera. Abdullah convocó a una reunión en la que propuso crear un Centro Internacional Antiterrorista, con 50 países intervinientes. En abril fue recibido por el presidente Bush en su rancho de Texas.

Antes, entre febrero y marzo, se habían celebrado las prometidas primeras elecciones, aunque restringidas sólo a los hombres, en las que salieron favorecidos los candidatos conservadores y clérigos.

En agosto de 2005, Abdullah asumió formalmente la condición de rey al fallecer su hermanastro Fahd, en cuya ceremonia de asunción declaró que aplicaría "el Corán como la Constitución, y el Islam como ruta". Los últimos pasos en la erradicacón del terrorismo en la región fueron considerar en forma conjunta el problema, junto con Hamid Karzai, líder afgano, en enero de 2010, para proponer vías de reinserción a la sociedad de elementos que participaron o colaboraron en la planificación de atentados, de la obtención, a través de méritos demostrados, de coches, pensiones y viviendas.

Autor

  • Carlos Benavides Martínez