Fray Agustín Íñigo Abbad y Lasierra: Humanista, Obispo y Cronista de la América Hispánica

Fray Agustín Íñigo Abbad y Lasierra (1745-1813) fue una figura clave del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuya vida y obra ilustran la compleja interacción entre fe, conocimiento y política en los territorios de la monarquía hispánica. Como religioso, escritor y pensador ilustrado, desarrolló una intensa actividad intelectual y pastoral, tanto en España como en América, dejando un legado documental invaluable sobre territorios como Puerto Rico, Florida y California. Su papel como obispo de Barbastro y su resistencia frente a la invasión napoleónica completan el retrato de un personaje comprometido con su tiempo, con la Iglesia y con la nación.
Orígenes y contexto histórico
Nacido el 19 de abril de 1745 en Estadilla (Huesca), Fray Agustín Íñigo pertenecía a una familia vinculada al pensamiento ilustrado y a la Iglesia. Era hermano de Manuel Abbad y Lasierra, destacado historiador y también religioso, lo que sugiere un entorno familiar propicio al cultivo intelectual y a la vida monástica.
Tras estudiar Filosofía en la Universidad de Zaragoza, ingresó en la orden benedictina en el monasterio de Nájera, y amplió su formación en el colegio de San Juan del Poyo y la Universidad de Irache, donde se doctoró en Teología y Derecho Canónico. Esta sólida preparación le abrió las puertas a una carrera eclesiástica e intelectual que trascendió las fronteras españolas.
Su vida se desarrolló en un contexto marcado por la Ilustración, la consolidación del poder borbónico en España, la expansión del catolicismo en América y los primeros síntomas de la crisis del Antiguo Régimen. Las transformaciones políticas y sociales que vivió la monarquía hispánica encontraron en Abbad y Lasierra un testigo lúcido y un actor activo.
Logros y contribuciones
Uno de los grandes aportes de Abbad y Lasierra fue su producción escrita, en especial sus obras centradas en América, fruto de su experiencia en las Indias. En 1775, fue nombrado confesor y secretario del obispo de Puerto Rico, fray Manuel Jiménez y Pérez. Esto le llevó a recorrer una diócesis que incluía, además de la isla, territorios como Trinidad, Margarita y varias provincias en el continente americano como Cumaná, Orinoco y Nueva Barcelona.
Durante su estancia en América, desarrolló una intensa labor de observación y análisis. Fruto de esta etapa fue la “Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico”, escrita en 1782 y publicada en 1788. Este texto, considerado una obra fundacional de la historiografía puertorriqueña, destaca por su enfoque científico y crítico, así como por su descripción detallada de la vida, cultura y geografía de la isla.
Otro de sus trabajos fundamentales fue la “Relación del descubrimiento, conquista y población de las provincias y costas de la Florida”, escrita en 1785 y publicada póstumamente en 1885. Esta obra refleja su interés por recuperar la memoria histórica de los territorios hispánicos, y su preocupación por las representaciones erróneas de América. En ese sentido, cuestionó las visiones de autores como William Robertson y el jesuita Miguel Venegas, a quienes consideraba alejados de la realidad americana.
Su “Descripción de las costas de California”, concluida en 1783, representa otra contribución clave a la geografía histórica. En ella recopiló información precisa sobre exploraciones marítimas y terrestres de españoles, ingleses y rusos, dejando una fuente indispensable para el conocimiento de la región en el siglo XVIII.
Momentos clave
El regreso a España en 1786 marcó una nueva etapa en la vida de Abbad y Lasierra. Por orden del conde de Floridablanca, uno de los principales reformistas de la época, publicó en Madrid su obra sobre Puerto Rico, lo que consolidó su prestigio intelectual.
En 1790, fue nombrado obispo de Barbastro, cargo que ocuparía durante más de dos décadas. Su entrada solemne en la ciudad tuvo lugar el 17 de octubre de ese año. Desde la diócesis, impulsó iniciativas culturales y sociales, como la fundación de una biblioteca episcopal abierta al público en 1802, hecho notable para la época y reflejo de su visión ilustrada del acceso al conocimiento.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), se posicionó firmemente contra los franceses y en defensa del pueblo español. Su pastoral patriótica, pronunciada en Castejón del Puente el 30 de mayo de 1808, fue publicada en el Diario Mercantil de Cádiz y constituye un testimonio clave de su compromiso político y religioso. Este discurso lo situó como uno de los obispos más activos en la resistencia frente a la invasión napoleónica.
En 1809, fue consultado por la Junta Central sobre la futura Constitución. Su respuesta, fechada el 22 de agosto, fue un ejemplo de pensamiento político avanzado, donde defendía el derecho del pueblo a una Constitución, inspirada en el modelo inglés, con separación de poderes y una estructura de tres estamentos, todo ello bajo una base cristiana. Esta visión combinaba tradición hispánica y elementos de modernidad política, reflejando el tránsito hacia el constitucionalismo en España.
En 1813, la Regencia lo propuso para arzobispo de Valencia, aunque no llegó a ocupar el cargo por su muerte el 24 de octubre de ese mismo año.
Relevancia actual
La figura de Abbad y Lasierra sigue siendo fundamental para comprender el proceso de construcción del conocimiento geográfico y cultural sobre América desde una perspectiva hispánica. Su enfoque crítico y empírico lo sitúa dentro del espíritu ilustrado, que buscaba sistematizar el saber y combatir la ignorancia mediante la razón y la observación directa.
Sus escritos sobre Puerto Rico, Florida y California continúan siendo fuentes imprescindibles para historiadores y estudiosos de la América colonial. En especial, su obra sobre San Juan Bautista de Puerto Rico es considerada una de las más importantes del siglo XVIII en la historiografía insular.
Además, su postura frente a la invasión francesa y su defensa de una Constitución ilustrada pero cristiana, lo convierten en un referente del catolicismo ilustrado, corriente que intentó armonizar los valores modernos con la tradición eclesiástica.
También resulta notable su compromiso con la difusión del conocimiento, como lo demuestra la creación de una biblioteca pública en su diócesis, en un momento en que la alfabetización y el acceso a los libros estaban restringidos a minorías.
Su legado combina la espiritualidad monástica con la acción pastoral y la erudición humanista, integrando varias dimensiones del pensamiento y la praxis del siglo XVIII.
El legado de Abbad y Lasierra
Fray Agustín Íñigo Abbad y Lasierra dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia y de la cultura hispánica. Como cronista de América, obispo reformista, defensor de la patria y pensador político, su figura destaca por la coherencia entre sus ideas, su obra y su vida.
En tiempos de cambios profundos, supo interpretar con lucidez los desafíos de su época, y aportó una visión que, sin renunciar a los principios religiosos, buscaba el progreso del conocimiento y la justicia social. Su ejemplo continúa vigente como inspiración para quienes aspiran a conjugar fe, razón y compromiso público en contextos complejos.
Gracias a sus escritos, hoy contamos con una memoria detallada y crítica de territorios fundamentales para la historia de España y América. Su capacidad de análisis y su voluntad de servicio hacen de Abbad y Lasierra un personaje clave del pensamiento ilustrado hispánico, cuya relevancia trasciende su tiempo y sigue iluminando nuestro presente.
MCN Biografías, 2025. "Fray Agustín Íñigo Abbad y Lasierra: Humanista, Obispo y Cronista de la América Hispánica". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/abbad-y-lasierra-fray-agustin-innigo [consulta: 19 de octubre de 2025].