Francisco Abad «Chaleco»: El guerrillero liberal que desafió a imperios

Francisco Abad Moreno, más conocido como “Chaleco”, fue uno de los guerrilleros más destacados de la Guerra de la Independencia Española. Nacido en Valdepeñas en 1788, su figura se erige como un símbolo de la resistencia popular contra la invasión napoleónica y, más adelante, como defensor del constitucionalismo frente al absolutismo de Fernando VII. Su vida, marcada por el coraje, la convicción liberal y la tragedia, ofrece un retrato claro del conflicto político y militar que caracterizó la España de comienzos del siglo XIX.
Orígenes y contexto histórico
Francisco Abad nació el 24 de abril de 1788 en Valdepeñas, una localidad de la provincia de Ciudad Real. En una época convulsa marcada por las tensiones sociales y el debilitamiento de la monarquía borbónica, su vida cambió drásticamente con la invasión napoleónica. En junio de 1808, durante el ataque francés a Valdepeñas, sus padres fallecieron, un suceso que marcaría profundamente su destino y lo empujaría a unirse a la lucha armada contra los invasores.
En ese contexto, comenzaron a surgir partidas guerrilleras espontáneas por toda la península, y Chaleco pronto se integró en una de ellas, bajo las órdenes del teniente José Cacho en Villanueva de Bogas. Posteriormente, colaboró con José Miguel Villalobos en su ciudad natal, consolidando una experiencia que lo llevaría, en poco tiempo, a formar su propia partida de guerrilleros en Cañada de los Frailes.
Logros y contribuciones militares
Entre 1810 y 1812, Francisco Abad se destacó como uno de los guerrilleros más activos y eficaces de La Mancha. Desde su posición de jefe de una partida, desarrolló una táctica basada en ataques sorpresa y emboscadas, hostigando a pequeños destacamentos franceses, interceptando convoyes de abastecimiento y tomando puntos estratégicos.
En junio de 1810, logró eliminar un destacamento francés en Villanueva de los Infantes y derrotar a las fuerzas que acudieron en su auxilio. Ese mismo mes, junto al cura Francisco Ureña, se enfrentó a guarniciones en Manzanares, Valdepeñas, Santa Elena y La Carolina. En septiembre, detuvo varios convoyes enemigos en las rutas entre Valdepeñas y Manzanares, y entre Consuegra y La Venta del Manso, afectando seriamente la logística francesa en la región.
Durante 1811, su guerrilla participó en importantes acciones conjuntas. En octubre, se unió a las partidas de Alejandro Fernández, Juan Gómez y Francisco Laso de la Vega con el objetivo de tomar el fuerte de Santa Cruz de Mudela. Aunque no se logró el asalto, la coalición guerrillera derrotó a una columna francesa que intentó impedir su avance. Poco después, también repelió con éxito un ataque nocturno conjunto de afrancesados y franceses en medio de los campos de olivos y viñas.
En 1812, su colaboración con el comandante José Martínez de San Martín en Ossa de Montiel terminó con una nueva victoria frente a las tropas francesas. Más tarde, capturó dragones de caballería y juramentados, ganando mayor notoriedad. Finalmente, el 27 de septiembre de ese año, fue nombrado coronel por Francisco Javier Castaños, integrándose formalmente en el ejército regular.
Momentos clave en su lucha política
Tras la guerra, la situación de Francisco Abad se tornó más compleja. Aunque había servido con distinción, su fervor liberal pronto lo puso en conflicto con el nuevo régimen absolutista de Fernando VII, quien, tras abolir la Constitución de 1812, inició una persecución sistemática de los constitucionalistas.
En 1817, Abad fue forzado a retirarse del ejército por orden directa del monarca. A pesar de ello, siguió luchando en la clandestinidad por la restauración del orden constitucional. Participó en la conspiración de Madrid de marzo de 1820, que tenía como objetivo reinstaurar la Constitución de Cádiz. Fue apresado en su propio domicilio junto a otros líderes insurgentes y encarcelado en el Pósito de Valladolid.
Sin embargo, gracias a la intervención de estudiantes universitarios liberales, fue liberado. Cuando los liberales recuperaron el poder ese mismo año, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823), Francisco Abad fue reivindicado y nombrado capitán general de La Mancha. Desde esta posición, combatió eficazmente a partidas absolutistas como las lideradas por el Locho y Zaldívar.
Durante esta etapa, también se integró en la Comunidad, una sociedad secreta de liberales radicales, comprometida con la defensa de los principios constitucionales. Sin embargo, la entrada en España en 1823 de los Cien Mil Hijos de San Luis al mando del duque de Berry, enviados por la Santa Alianza para restaurar el absolutismo, marcó el inicio de su caída definitiva.
Persecución final y ejecución
Ante la superioridad del ejército invasor francés, Francisco Abad decidió rendirse en Almedina, en la provincia de Ciudad Real. Fue procesado por su implicación en movimientos liberales y acusado de ser “comunero”, etiqueta usada para criminalizar a los miembros de la Comunidad. Sin embargo, fue liberado gracias al indulto general del 1 de mayo de 1824, aunque su nombre seguía en la lista negra del rey, al igual que el del célebre guerrillero Juan Martín Díaz, conocido como “El Empecinado”.
Tres años más tarde, en 1827, fue arrestado nuevamente tras ser acusado falsamente por su antiguo enemigo, el Locho, de estar involucrado en una serie de asesinatos en la Venta de la Bienvenida. A pesar de la falta de pruebas claras y de la dudosa credibilidad del acusador, fue declarado culpable por el Regente de la Chancillería de Granada. El 21 de septiembre de 1827, Francisco Abad fue ejecutado por ahorcamiento y decapitación en Granada. Dejó viuda, María Muñoz, y cinco hijas.
Relevancia actual
La figura de Francisco Abad “Chaleco” sigue siendo relevante como ejemplo del compromiso cívico con la libertad y la justicia frente al absolutismo. Representa a una generación de hombres y mujeres que no se conformaron con la opresión, sino que tomaron las armas por una causa que creían justa: la defensa de una España libre, soberana y constitucional.
En la historia de la Guerra de la Independencia, su nombre figura entre los guerrilleros más temidos por los franceses, y en la historia política del siglo XIX, su persecución es símbolo del precio que muchos pagaron por sostener ideales liberales en un país dominado por el autoritarismo.
Su legado ha sido poco estudiado en comparación con otros personajes de la época, pero su vida reúne todos los elementos de una epopeya nacional: lucha popular, resistencia, idealismo, traición y tragedia. Su nombre, como el de tantos otros héroes olvidados, merece mayor reconocimiento en la memoria histórica española.
Un legado de coraje y libertad
La trayectoria de Francisco Abad “Chaleco” refleja la complejidad de una España desgarrada entre dos modelos de Estado: uno tradicional, absolutista, centralista; y otro liberal, constitucional y plural. Su papel como guerrillero durante la ocupación francesa lo posiciona como un héroe popular que supo transformar el dolor personal en lucha colectiva.
Posteriormente, su activismo liberal en el Trienio Constitucional y su vinculación con redes clandestinas demuestran que su compromiso no se limitó al campo de batalla, sino que se extendió a la defensa activa de un proyecto de nación democrática. Su ejecución injusta, promovida por venganzas políticas y el retorno del absolutismo, lo convirtió en mártir del liberalismo español.
Hoy, recordar su historia no es solo un ejercicio de memoria, sino un acto de justicia con quienes, como Francisco Abad, arriesgaron todo por la libertad.
MCN Biografías, 2025. "Francisco Abad «Chaleco»: El guerrillero liberal que desafió a imperios". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/abad-francisco [consulta: 3 de octubre de 2025].